¿Es el ser humano también divino?

La Nueva Espiritualidad

Versión: 07-12-2020

Carlos Aracil Orts

1. Introducción*

Abordo este tema para llamar la atención sobre una nueva forma de entender lo religioso y espiritual que se ha puesto de moda en nuestros días, y que impregna el sentimiento y pensamiento religioso de mucha gente, pero que trastoca esencialmente la concepción y práctica de la fe cristiana bíblica o tradicional.

Esta corriente se puede encuadrar dentro de lo que se ha dado en llamar la “Nueva Espiritualidad”, que es como un rebrote con tendencia globalizante de lo que fue la Nueva Era “en las últimas décadas del siglo XX”, y que ha ido “ganando popularidad durante este siglo XXI” (1).

Alejandro Frigerio, en su interesante y académico artículo, titulado la ¿»nueva»? espiritualidad: ontología, epistemología y sociología de un concepto controvertido (2), proporciona algunas de las características que definen la citada tendencia mundial hacia una nueva espiritualidad:

Sutcliffe y Bowman (2000, p. 11) señalan que «contrariamente a las predicciones de que la Nueva Era se integraría a la cultura dominante, ahora es como que la cultura dominante se vuelve Nueva Era». Para Hanegraaff (2000, p. 289), «la espiritualidad Nueva Era ya no es un fenómeno limitado a una subcultura relativamente marginal, sino que se ha desarrollado como un tipo de religión folk amplia que interpela a muchas personas de todos los niveles sociales» iii. Según Houtman y Aupers (2007) ya estaríamos ante un «giro espiritual» (spiritual turn), y Heelas y Woodhead (2005, p. 137) auguran que en un futuro cercano la «espiritualidad» sucederá a la «religión» como forma predominante de relacionarse con lo sagrado. (ps. 210-211) (3)

La «espiritualidad», desde el punto de vista de los actores, conlleva generalmente una visión crítica de la «religión» tradicional. La afiliación a una «religión» es considerada como un adhesión formal y limitante a una serie de criterios externos fosilizados, principalmente transmitidos ya mayormente en beneficio de las instituciones mientras que la «espiritualidad» es conceptualizada de manera más positiva, como las experiencias vivas, auténticas y personales de lo sagrado, realmente significativas para el individuo y que lo llevan a su plena realización en vez de limitarlo (Hill et al.2000, p. 58-60).

[…]

Entre los principales críticos, está el acérrimo defensor de la teoría de la secularización, Steve Bruce, quien señala que:

El mundo de la Nueva Era no sólo es muy pequeño, sino que también hay buenos motivos para describirlo como frágil. La debilidad del potencial comunitario de la Nueva Era no es un accidente, sino la consecuencia de sus bases de autoridad solipsísticas. En la Nueva Era, el self [yo o ego] es el árbitro final de la verdad y la utilidad. Si funciona para ti, es verdad. No hay bases legítimas para imponer algo sobre otros, ni para argumentarlo. Esto hace que cualquier tipo de actividad en conjunto sea difícil y explica por qué, pese a todo el discurso de comunidad contra-cultural y alternativa, la espiritualidad Nueva Era no ha producido sus escuelas o comunas alternativas (…) el impacto social de la Nueva Era parece trivial. (2006, p. 42-43) [Las palabras entre corchetes han sido añadidas por mí] (4)

[…] Es un tipo de religión autónomo, con su propio sistema de creencias y de explicaciones de las experiencias religiosas, entre los que Troeltsch (1931) señala «la unidad del substrato divino», la «semilla divina» y la creencia en la evolución espiritual. Todo lo que existe lo hace dentro de Dios, no hay una visión dualista de la existencia y la (re)unión con Dios (como sea concebido) es el fin de este tipo de religión (Campbell 1978, p. 147-148). (ps. 214) (5)

[…]

Con el boom de la Nueva Era en los 80s, y luego de la «espiritualidad» a comienzos de este siglo (un fenómeno que aunque tenga raíces en la primera, ya la excede) aparecen nuevos intentos por clarificar y hacer más explícita la diferencia entre las dos formas del misticismo propuestas por el autor alemán [Troeltsch]. (6)

[…]

La espiritualidad post-Cristiana: Ontología y Epistemología

Esta nueva espiritualidad, o espiritualidad post-cristiana -como la denominan Houtman y Aupers (2007)- «se puede definir fácilmente en términos de su ontología y epistemología» (Houtman, Heelas y Achterberg 2012, p. 25).

Ontológicamente, como vimos arriba, la característica principal es su visión inmanente de lo sagrado:

El principal postulado de la espiritualidad post-cristiana: la creencia de que en los niveles más profundos del self [yo o ego] está la chispa divina, esperando a ser despertada y suceder al self [yo o ego] socializado. Ponerse en contacto con este self [yo o ego] «verdadero», «profundo» o «divino» no es algo rápido sino que conlleva un proceso prolongado de «desarrollo personal» (… ) restablecer el contacto con el self [yo o ego] divino posibilita la reconexión con una dimensión sagrada que holísticamente conecta todo y de esta manera hace posible la superación del propio estado de alienación. La evolución espiritual verdadera trasciende los límites de esta vida porque los New Agers [seguidores de la Nueva Era] generalmente creen en la reencarnación (…) La espiritualidad post-cristiana, en suma, constituye una visión básicamente romántica del self [yo o ego] que está intrínsecamente conectada con una concepción inmanente de lo sagrado (Houtman y Aupers 07, p. 307). (Lo realzado en negrilla no está en el original] [Las palabras entre corchetes han sido añadidas por mí].

A diferencia de la ontología cristiana de un Dios personal y trascendente que ha creado el mundo y el cosmos y debe, por lo tanto, existir más allá de su propia creación, la inner-life spirituality [la espiritualidad de vida interior] postula un poder mayor interno no teísta («energía»,» fuerza vital»,» poder», «naturaleza»,» vitalidad», «pasión»,» vida», etc) y por lo tanto concibe a lo sagrado como inmanente y situado dentro del mundo y el cosmos. (Houtman, Heelas y Achterberg 2012 , p.25). (7)

A principios de este mes de noviembre, recibí un vídeo de un amigo, mediante WhatsApp, titulado “El silencio”, cuyo autor, Javier Melloni –sacerdote jesuita– decía:

“Hemos de conectar con nuestra fuente y esa fuente está en lo más profundo de nosotros; y eso más profundo es al mismo tiempo Aquél que llamamos Dios, porque nosotros no la brotamos; esa profundidad está en todos y en todo, y eso profundo que está en todos es Dios. Pero Dios está en cada uno de nosotros y solo podemos acceder a través de nosotros. Por lo tanto, el silencio es una puerta hacia nosotros mismos. […] Hacer silencio es conectarse con esa fuente primera que digo: yo […] silenciarse es darse cuenta de algo que está antes, que es desde donde hablo, pienso, decido. Es conectarse con algo mucho mayor que yo mismo, pero que está dentro de mí mismo” (8).

(El énfasis en negrilla es añadido)

Al día siguiente, el mismo amigo me enviaba otro vídeo titulado ¡Descubre lo que significa despertar espiritualmente!, y pedía expresamente mi opinión sobre el mismo. En este último vídeo, su autora, Ness Zertú, se refiere a un supuesto “despertar espiritual” que “consiste en reconocer a Dios en nosotros mismos” (9).

Ambos vídeos –El silencio, de Javier Melloni y El despertar espiritual, de Ness Zertú– tienen en común los rasgos fundamentales que caracterizan a la “Nueva espiritualidad”, que consiste en creer, en primer lugar, que Dios está dentro de nosotros, en lo más profundo de nuestro ser, o de nuestro yo; y, en segundo lugar, que podemos acceder a ese Dios que, según esta creencia, vive en todo ser humano, mediante la práctica de la meditación. Pero, quizá, la autora del segundo vídeo sugiere algo mucho más difícil de aceptar, cuando afirma:

[…] todos somos UNO, y somos uno porque llevamos una parte de Dios en nosotros, y cuando entendemos nuestra propia divinidad […]. (10)

Esto no es otra cosa que panteísmo, porque niega que Dios es un Ser personal, al sostener que todo lo que existe forma parte de Él, así como sus criaturas humanas, que dejan de tener individualidad, siendo su destino fundirse en Dios.

Todo lo que antecede nos lleva a plantearnos las siguientes cuestiones:

¿El despertar espiritual consiste en entender que somos más que seres humanos y en reconocer a Dios en nosotros mismos?

¿Podemos acceder a Dios mediante la meditación? ¿Puede ser el silencio eficaz para llegar a la comunión con Dios?

¿En qué consisten la oración y meditación cristianas? ¿Es bíblica la oración contemplativa que se practica en el ámbito católico?

¿Qué peligros pueden derivarse de practicar cierto tipo de meditaciones no cristianas?

¿Qué hay detrás del reiki? ¿Quiénes son los que realmente controlan los llamados Registros Akáshicos?

2. ¿El despertar espiritual consiste en entender que somos más que seres humanos y en reconocer a Dios en nosotros mismos?

¿Está Dios en lo más profundo del yo humano y formamos parte de Dios? ¿En qué sentido somos uno con Dios?

En este mundo, desgraciadamente, existen cientos o miles de doctrinas y filosofías que tienen orígenes humanos y diabólicos, y que su veracidad o falsedad solo es posible discernirla mediante la autorizada Palabra de Dios –la Biblia. La única forma de discernir la Verdad y separarla de las falsas creencias o concepciones de origen meramente humano, es, pues, mediante comparación con el Evangelio de Jesucristo, quien es “el Camino, y la Verdad y la Vida…” (Jn. 14:6).

A continuación iré presentando algunos párrafos del texto que compone la transcripción del vídeo sobre “El despertar espiritual” de Ness Zertú, en el mismo orden en que aparece en el vídeo; y lo comentaré basándome en textos bíblicos. Pido disculpas al lector si utilizo muchos versículos del Nuevo Testamento, pero es imprescindible aportar las pruebas bíblicas que conforman la Verdad acerca de Dios y de Su Plan para salvarnos.

Transcripción primer párrafo del texto del vídeo sobre “El despertar espiritual”

Una pregunta que me hacen muy frecuente en estos días, es acerca del despertar espiritual; qué significa la palabra espiritual, espiritualidad, y en qué consiste el despertar espiritual que estamos siendo encaminados. La palabra espiritual consiste en entender que somos más que seres humanos, que somos más que cuerpo y mente, que en nosotros existe un poder superior a través del cual respiramos, vivimos y existimos. La espiritualidad consiste en llevar esta teoría a la práctica, y precisamente el despertar espiritual en el cual estamos siendo encaminados todos, consiste en reconocer a Dios en nosotros mismos, saber que existe un poder superior, a través del cual, una vez despierto, podemos acceder a una fuente infinita, de sabiduría, de amor, ¿por qué?, porque Dios es conciencia universal, es mente infinita, es sabiduría, es energía, es poder supremo”. (11)

2.1 ¿Está Dios en lo más profundo del yo humano y formamos parte de Dios?
Dios es un Ser personal trinitario y el Creador de todo cuanto existe

En primer lugar, no puede haber verdadero o auténtico “despertar espiritual” sin reconocer al Dios verdadero –el “que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, [que] no habita en templos hechos por manos humanas, (25) ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hch. 17:24-25)–, como el Ser Personal creador de todo cuanto existe, que transciende y es independiente de todo lo creado. Leamos, además, el contexto donde se insertan lo versículos anteriores. Probablemente la frase anterior de Ness –“existe un poder superior a través del cual respiramos, vivimos y existimos”– pudo haber sido inspirada en el siguiente contexto:

Hechos 17:24-33: El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, (25) ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. (26) Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; (27) para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. (28) Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. (29) Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. (30) Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; (31) por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón [Jesucristo] a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. (32) Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez. (33) Y así Pablo salió de en medio de ellos.

En segundo lugar, se trata, pues, de un Dios personal que existe con total independencia de Su creación: “Porque en Él [Jesucristo, el Hijo de Dios] fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. (17) Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen” (Colosenses 1:16-17). Además, Dios se nos ha revelado en Su Palabra como un Ser Tripersonal o Trinitario: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios no es una “energía” sino un Ser personal, que piensa, siente, ama, etc. Sin embargo, si Dios fuera una energía sería impersonal.

Si Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, es una Persona, necesariamente también ha de ser una Persona, Dios el Padre, así como, Dios el Espíritu Santo, que proviene tanto del Padre como del Hijo, puesto que una sola es la sustancia o naturaleza Divina.

Dios no forma parte de Su Creación, y sus criaturas humanas son seres individuales, finitos y mortales

Dios no forma parte de Su Creación, y sus criaturas humanas son seres individuales, finitos y mortales. Porque si fueran inmortales serían como Él. Si el alma humana fuera inmortal, el ser humano tendría la misma cualidad de Dios, “el bienaventurado y único Soberano, el Rey de reyes y Señor de señores; (16) el único que tiene inmortalidad y habita en luz inaccesible; a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A Él sea la honra y el dominio eterno. Amén.´” (1 Timoteo 6:15-16).

Por tanto, “el hombre natural” (1 Co. 2:14) es solo “cuerpo y mente”, es decir, una unidad psicosomática, y no existe en él ningún “poder superior”, hasta que no sea “engendrado por Dios” (Jn. 1:12-13); porque “lo que es nacido de la carne, es carnal; y lo que es nacido del Espíritu, es espiritual” (Jn. 3:6, parafraseado). Es solo entonces, cuando somos “renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P. 1:23). Y a partir de ese momento, se nos es dada la condición de hijos de Dios (Gá. 4:5-7), no por ninguna obra humana, sino por la obra Divina, la acción del Espíritu Santo, el único que nos puede dar el nuevo nacimiento (Jn. 3:3-5).

Despertar espiritual, desde la perspectiva cristiana bíblica, significa adquirir la condición de hijo de Dios mediante el nuevo nacimiento

Adquirir la condición de hijo de Dios significa, pues, conseguir la dimensión espiritual, que como seres carnales –antes de nacer de nuevo– no poseíamos; pero esto es solo el comienzo de la vida nueva en Cristo; es el inicio de un proceso en el que cada día se debe progresar en santidad, e implica la tarea siguiente: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, (23) y renovaos en el espíritu de vuestra mente, (24) y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24). Dios ha hecho su obra dándonos el nuevo nacimiento, y ahora debemos entregarnos completamente a colaborar con Él en la obra de santificación de nuestras vidas.

Transcripción segundo párrafo del texto del vídeo sobre “El despertar espiritual”

Hoy en día es un requisito saber que Dios está en nosotros, y por medio del pensamiento es como podemos elevar nuestra mente a la mente infinita; o sea, cuando nosotros pensamos en Dios y pensamos en conciencia universal pensamos en el poder, en la energía, en la sabiduría de amor más elevado que existe, y el ser humano está determinado a evolucionar, a llegar a este nivel de perfección a poder tener acceso con esta fuente divina, y poder expresar está fuente divina a través de nosotros, de nuestros pensamientos, de nuestras palabras de nuestras acciones (12).

¿“Dios está en nosotros”?

Primero, para que viva Dios en nosotros debemos reconciliarnos con Él (Ro. 5:6-11; 2 Co. 5:17-21).

Romanos 5:6-11: Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. (7) Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. (8) Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (9) Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. (10) Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. (11) Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.

2 Corintios 5:17-21: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (18) Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; (19) que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. (20) Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. (21) Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Segundo, desde ese momento de la reconciliación con Dios, que coincide con nuestro nuevo nacimiento (Jn. 3:3-6), empieza el proceso de anular nuestro viejo yo, o de deshacernos poco a poco de él (Ro. 6:6; cf. Ga. 2:20).

Juan 3:3-6 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. (4) Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? (5) Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. (6) Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Romanos 6:6: sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él [Cristo], para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

Hasta poder decir como San Pablo: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).

La crucifixión de nuestro viejo hombre es un proceso que empieza cuando por la gracia de Dios somos nacidos de nuevo, engendrados por la voluntad de Dios (Jn. 1:11-14); pero esto sucede solo si le damos nuestro asentimiento a Cristo, que es el que nos da “potestad de ser hechos hijos de Dios”; es solo entonces cuando el Espíritu Santo morará en el creyente.

Juan 1:11-14 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. (12) Mas a todos los que le recibieron [a Cristo, el Verbo, Hijo de Dios], a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; (13) los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (14) Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Damos nuestro asentimiento a Dios, para que nos convierta y nos haga nacer por el Espíritu, cuando reconocemos nuestra condición humana imperfecta y egoísta, y que somos impotentes para cambiarla, y le rogamos a Dios para que actúe en nuestras vidas, transformándonos en “nuevas criaturas” en Cristo (2 Co. 5:17). Y todo esto se fundamenta en Jesucristo (1 Co. 3:11); porque “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

Leamos y meditemos en lo que nos dice Jesús en los textos siguientes del Evangelio según san Juan.

Juan 14:15-27: Si me amáis, guardad mis mandamientos. (16) Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: (17) el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. (18) No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. (19) Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. (20) En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. (21) El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. (22) Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? (23) Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. (24) El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. (25) Os he dicho estas cosas estando con vosotros. (26) Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. (27) La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

Notemos que el “mundo no puede recibir” a Dios –“el Espíritu de verdad”“porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros [los creyentes en Cristo] le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros (Jn. 14:17); porque “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. (22) Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? (23) Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:21-23).

Juan 14:20-23: En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. (21) El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. (22) Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? (23) Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.

Tercero, solo si estamos en Cristo, Él estará en nosotros, por medio de Su Santo Espíritu; entonces le amaremos y obedeceremos Sus mandamientos, es decir, Su Palabra.

¿Qué significa “estar en Cristo”?

“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Jn.14:21).

¿Cómo se manifiesta Cristo a cada creyente?

“Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Jn. 14:23).

Solo cuando amamos a Cristo, y lo confirmamos cumpliendo o guardando Su Palabra, entonces el Padre y el Hijo, vendrán a morar en el creyente, por medio del Espíritu Santo.

Juan 15:5-13: Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (6) El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. (7) Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. (8) En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. (9) Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. (10) Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. (11) Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. (12) Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. (13) Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.

Transcripción tercer párrafo del texto del vídeo sobre “El despertar espiritual”

Hoy en día mencionamos que todos somos UNO, y somos uno porque llevamos una parte de Dios en nosotros, y cuando entendemos nuestra propia divinidad, y cuando actuamos y pensamos conforme esta divinidad somos más compasivos con los demás, porque sabemos que para despertar espiritualmente requiere llevar un proceso, y muchas veces este proceso requiere pérdidas o requiere que te sientas vulnerable e inseguro, ¿por qué?, porque es la única forma que vamos a acudir a esta fuerza suprema, si no la necesitáramos, entonces no habría un despertar espiritual […] es un requisito despertar espiritualmente, porque necesitamos esta fuerza espiritual, [recurrimos] a Dios para sobreponernos, para pasar esta adversidad, y cómo despiertas espiritualmente, primero teniendo esta gran necesidad de conocer a Dios, a un Dios que realmente nos pueda apoyar y sostener en estos momentos, es un Dios que está dentro de nosotros, y que lo vamos a ir conociendo conforme dediquemos tiempo a la práctica de la meditación y la oración de los decretos, de las afirmaciones y que realmente empecemos a pensar en base a esta consciencia” (13)

¿Es una fuente autorizada y fiable la que sostiene que “todos somos UNO porque llevamos una parte de Dios en nosotros”? ¿Quién afirma que el ser humano es divino?

“Seréis como Dios” (Gn. 3:5) afirmó “la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero” (Ap. 12:9; cf. 20:2). Mucha gente sigue hoy día creyendo las palabras del diablo antes que a la Palabra de Dios.

Ningún ser humano es divino, porque es totalmente falso que seamos como chispas que se han desprendido de la única divinidad que es Dios. Solo cuando somos nacidos de nuevo por el Espíritu Santo, gracias a la redención efectuada por Cristo, recibimos la adopción de hijos (Gá. 4:5-7; cf. Ro. 8:16-17), “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! (7) Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.” (Gálatas 4:6-7)

Romanos 8:16-17: El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. (17) Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

¿Cómo llega el ser humano a ser participante de la naturaleza divina?

Solo existe un texto en toda la Biblia que expresa claramente que el ser humano puede llegar a “ser participante de la naturaleza divina”. Este texto se encuentra en la segunda Epístola universal de San Pedro, capítulo uno y versículo cuatro. Leámoslo dentro de su contexto:

2 Pedro 1:3-11: Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, (4) por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; (5) vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; (6) al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; (7) a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. (8) Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. (9) Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. (10) Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. (11) Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Lo primero que debemos saber es qué entendemos por “la naturaleza de Dios”

¿Cómo es la naturaleza de Dios?

Si Dios no se hubiera revelado a sí mismo en Jesucristo y en Su Palabra, no conoceríamos cómo Él es realmente. Damos gracias a Dios, de que “el Verbo –la Palabra de Dios– fue hecho carne y habitó entre nosotros” (Jn. 1:14). Aunque “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer (Juan 1:18). Y Jesucristo lo confirmó con las siguientes palabras: “…El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? (10) ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. (11) Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (Juan 14:9-11).

Por tanto, si conocemos cómo es Jesús, conocemos también cómo es Dios el Padre. Además las Sagradas Escrituras afirman que Dios es:

Amor (1 Jn. 4:8,16), luz (Is. 60:19; Jn. 1:9; 3:19; 8:12, 12:46; Stgo. 1:17; 1 Jn 1:6,7), incorruptible, (Ro. 1:23), eterno (Dt. 33:27; Ap. 4:8-10), inmortal (1 Ti. 1:17; 6:17), perfecto (Mt. 5:48), santo (Sal.99:9; Is. 5:16; Ap. 4:8), verdadero (Jer. 10:10; Jn. 17:3), justo (Esd. 9:15; Sal.146.17; Dan. 9:14), bondadoso (Sal. 25:8; 119:63), clemente (Sal. 116:5), piadoso (Ex. 34:6), fiel (1 Co, 10:13; 1 P. 4:19), misericordioso (Éx. 34:6,7; Sal. 86:5; Ef. 2:4), etc.

A todo esto añado un comentario de Lutero, el artífice de la Reforma Protestante, al texto que nos ocupa de la Segunda Epístola de San Pedro (1:4), extraído del Comentario del Nuevo Testamento de L. Bonnet y A. Schroeder, que dice lo siguiente:

¿Qué es la naturaleza de Dios? Es la eterna verdad, la eterna justicia, la eterna sabiduría; es la vida, la paz, el gozo, la felicidad eternas; es todo lo que se puede nombrar de bueno y de hermoso.

Ahora bien: llegar a ser participante de la naturaleza divina, es compartir todo eso; es vivir eternamente, tener eternamente la paz y el gozo; es ser puro, santo, omnipotente contra el diablo, el pecado y la muerte. […] (14)

Observemos, primero, que la naturaleza divina no es innata en el ser humano, sino que es una obra de Dios en cada criatura humana, que se nos da gratuitamente, junto a los medios para obtenerla: se llega o se alcanza, pues, por “Su divino poder, mediante el conocimiento de Aquel que nos llamó [Dios, Padre e Hijo, por medio del Espíritu Santo] por su gloria y excelencia…” (1 Pedro 1:3).

Esto mismo es lo que afirmó Jesucristo en su oración sacerdotal al Padre: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

Participar en la naturaleza divina es esencialmente recibir o tener la vida eterna que solo Dios posee, y que, por tanto, es el único que la puede dar. Y esto se consigue “mediante el conocimiento de Aquel que nos llamó”.

¿En qué consiste ese conocimiento que nos da la vida eterna?

La Palabra de Dios responde: “el conocimiento de la verdad” (1 Ti. 2:4), que es Cristo, y la aceptación de la obra que Él hizo para salvarnos entregando Su vida: “Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (1 Co. 15:3). Esta es la única Verdad que puede salvarnos: “Dios nuestro Salvador… quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. (5) Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, (6) el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1 Timoteo 2:3-6).

Analicemos y reflexionemos en estos textos clave:

“Dios nuestro Salvador… quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad(1 Timoteo 2:3-4).

Notemos que “ser salvo” va inseparablemente unido al “conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:3-4). La “Verdad” es Cristo (Juan 14:6); pero este conocimiento que salva no es un mero conocimiento intelectual, sino que implica, primero, creer que Jesucristo murió en la cruz por nosotros, y, segundo, vivir coherentemente con esa creencia. Esto es el significado de las siguientes palabras de Jesús:

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. (54) El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. (55) Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. (56) El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. (57) Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. (58) Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente(Juan 6:53-58).

“Es un conocimiento del corazón, que se basa en una comunión íntima con el Salvador y en la experiencia de su gracia (véase Jn. 17:3; Ef. 1:17: Col 3:10)”. (15)

Sin embargo, debemos dejar claro que esta participación en la naturaleza divina, no significa formar parte de Dios, ni porque ontológicamente seamos divinos, sino que por Su Gracia, mediante la fe en Su Hijo, somos adoptados hijos de Dios, y por tanto, participantes de Su naturaleza divina.

Por otra parte, los cristianos formamos “un Cuerpo”, es decir, somos uno, solo cuando estamos unidos a Cristo, así como Él es uno con el Padre.

Juan 17:11-19: Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. (12) Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. (13) Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. (14) Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. (15) No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. (16) No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. (17) Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. (18) Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. (19) Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

Juan 17:20-26: Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, (21) para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. (22) La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. (23) Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. (24) Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. (25) Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. (26) Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.

¿”Un Dios que está dentro de nosotros”?

Ya hemos visto que Dios solo está dentro de nosotros cuando estamos en Su Hijo, porque entonces Él envía Su Espíritu a morar en nosotros, en nuestro cuerpo, el cual se convierte en templo del Espíritu Santo (véanse 1 Co. 3:16-17; 6:17-20; cf. 2 Co. 6:14-18).

1 Corintios 3:16-17: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (17) Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

1 Corintios 6:17-20: Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. (18) Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. (19) ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (20) Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

3. ¿Podemos acceder a Dios mediante la meditación? ¿Puede ser el silencio eficaz para llegar a la comunión con Dios?

3.1 ¿Podemos acceder a Dios mediante la meditación?

A continuación comento la parte final del vídeo sobre “El despertar espiritual”, en la que Ness dice lo siguiente:

[…] Teniendo esta gran necesidad de conocer a Dios, a un Dios que realmente nos pueda apoyar y sostener en estos momentos, es un Dios que está dentro de nosotros, y que lo vamos a ir conociendo conforme dediquemos tiempo a la práctica de la meditación y la oración de los decretos, de las afirmaciones y que realmente empecemos a pensar en base a esta consciencia (16).

Para todo cristiano, es evidente que “el Señor es su ayudador” (Sal. 118:6), pero para que Dios pueda realmente ayudarnos tenemos que vivir en la fe en Su Hijo Jesucristo, y no avergonzarnos de Su Evangelio (Ro. 1:16-17); y para tener fe, se necesita haber nacido de nuevo por la Palabra de Dios y mediante Su Espíritu Santo, como ya hemos comprobado en lo que antecede.

Leamos los textos bíblicos que respaldan estas afirmaciones:

Romanos 1:16-17: Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. (17) Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Hebreos 13:5-9: Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; (6) de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre. (7) Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe. (8) Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. (9) No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas.

Desde que la humanidad existe siempre han coexistido la verdad y el error, pero en esta época que nos ha tocado vivir, cercana a la segunda venida de Cristo, proliferan innumerables filosofías y doctrinas falsas, de las que nos previene la Palabra de Dios:

No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas” (Heb. 13:9).

Escuchemos a Jesucristo y a sus apóstoles que también nos previenen sobre los falsos profetas, que engañarán sin duda a muchos que han rechazado la luz de la verdad, que es Cristo y Su Palabra.

Mateo 24:23-27: Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. (24) Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. (25) Ya os lo he dicho antes. (26) Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. (27) Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.

1 Juan 2:22-26: ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. (23) Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. (24) Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. (25) Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna. (26) Os he escrito esto sobre los que os engañan.

1 Juan 4:1-6: Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. (2) En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; (3) y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. (4) Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. (5) Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. (6) Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.

Volviendo al texto del vídeo citado arriba, comprobamos que se nos dice que:

[A Dios] lo vamos a ir conociendo conforme dediquemos tiempo a la práctica de la meditación y la oración de los decretos, de las afirmaciones (17).

Esto nos lleva a formularnos las siguientes preguntas: a) ¿qué clase de meditación se trata?, b) ¿a qué se refiere con “la oración de los decretos? c) ¿En qué sentido tenemos que tener consciencia de que somos uno y de que Dios está en nosotros?

Aunque en este vídeo no se dan las respuestas a estas preguntas, cualquier cristiano, medianamente conocedor de la Biblia, puede darse cuenta de que no son el camino para conocer a Dios, ni para entrar en comunión con Él, por las siguientes razones bíblicas:

1) Ninguna meditación, que no sea realizada con la Palabra de Dios, mediante la intercesión del Espíritu Santo, sirve para conocer al único y verdadero Dios.

2) Las oraciones válidas para Dios son las que se piden “al Padre, en el nombre de Cristo”, y se ajustan a Su voluntad (Jn. 14:13-14; cf. Mt. 6:5-15).

Juan 14:13-14: Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. (14) Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

3) Tenemos consciencia de que somos uno [en el sentido que formamos el Cuerpo de Cristo] y de que Dios está en nosotros, cuando “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Ro. 8:16).

Como siempre es conveniente leer el versículo en su contexto, por lo que lo transcribo a continuación:

Romanos 8:14-17: Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (15) Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (16) El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. (17) Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

Los cristianos creemos que a Dios solo se le puede conocer mediante Jesús, porque Él dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Y, también dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:10).

Juan 17:3-10: Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. (4) Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. (5) Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. (6) He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. (7) Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; (8) porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. (9) Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, (10) y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.

3.2 ¿Puede ser el silencio eficaz para llegar a la comunión con Dios?

A Dios no se le puede conocer concentrándose en sí mismo. Dejando, de momento, aparte, los peligros que algunas técnicas de meditación conllevan, aunque fuera posible que con meditación algunas personas puedan llegar a descubrir su “yo” profundo, eso que descubren nunca sería Dios. Porque al verdadero y único Dios solo se le conoce en Su Hijo y Su Palabra, mediante el Espíritu Santo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jn. 17:3).

Hacia el final del vídeo “El Silencio”, a modo de conclusión, Javier Melloni recomienda lo siguiente:

[…] Con que solo encontráramos cinco minutos al día para darse cuenta de que estoy inspirando, y estoy respirando el momento presente, me estoy entregando al momento presente […]” (18)

Recomienda, también, practicar eso mismo antes de iniciar o emprender cualquier tipo de tarea que tengamos que afrontar. A esto le llama tener “un momento de conciencia”, y “conectar con uno mismo” (19).

Esta práctica de silencio que recomienda Melloni, se parece a “la meditación de la conciencia” (20), que se ha puesto muy de moda, y que es mundialmente conocida con la palabra compuesta inglesa “mindfulness”, que significa aproximadamente “atención plena”. Por lo que he estudiado sobre este tipo de meditación, puedo decir, de forma resumida, que consiste básicamente en practicar la “atención plena” de uno mismo, focalizándose en nuestra respiración, y tratando de ser un observador de lo que pasa por nuestra mente, lo que pensamos y lo que sentimos –ser consciente de nuestros pensamientos y emociones–; no juzgando nada de ello, sino simplemente tomar consciencia, a fin de controlarlos. Pero no se trata de una meditación de “mente vacía”, de impedir todo tipo de pensamiento o sentimiento.

Tanto la meditación de silencio, de una práctica de unos cinco minutos diarios, a la que se refiere el sacerdote don Javier Melloni, como la meditación de mindfulness, pueden ser recomendables e incluso beneficiosas para controlar y poner en orden nuestros pensamientos y emociones, que podemos experimentar a lo largo de cada día.

Sin embargo, estos tipos de meditaciones están relacionados con nuestra psique, como una posible técnica para mejorar nuestro estado emocional o control de pensamientos dispersos de nuestra mente. Pero no tienen nada que ver en el ámbito religioso o de auténtica espiritualidad, si entendemos correctamente ésta como un permanente estar en comunión con Dios.

La comunión con el verdadero Dios solo se consigue por medio de Cristo y Su Palabra, y con la oración y meditación cristianas, de las que hablaré al final de este estudio. Ahora nos basta recordar lo que nos dice Jesús: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Jn. 15:7).

Para entenderlo mejor leámoslo también en su contexto:

Juan 15:1-12: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. (2) Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. (3) Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. (4) Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. (5) Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (6) El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. (7) Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. (8) En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. (9) Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. (10) Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. (11) Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. (12) Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.

Estar unido a, o en comunión con, Cristo y el Padre requiere cumplir ciertas condiciones como, esencialmente, la siguiente: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. (11) Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. (12) Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado(Jn. 15:10-12).

La meditación de silencio, como la de mindfulness o cualquier otra nunca se pueden utilizar pretendiendo con ello alcanzar conocimiento de Dios, y mucho menos para encontrar comunión con Él.

Sin embargo, Melloni, en su vídeo “El Silencio”, va mucho más lejos cuando pretende encontrar a Dios en “lo más profundo de nosotros”:

[…] Hemos de conectar con nuestra fuente y esa fuente está en lo más profundo de nosotros; y eso más profundo es al mismo tiempo Aquél que llamamos Dios, porque nosotros no la brotamos; esa profundidad está en todos y en todo, y eso profundo que está en todos es Dios. Pero Dios está en cada uno de nosotros y solo podemos acceder a través de nosotros. Por lo tanto, el silencio es una puerta hacia nosotros mismos. […] Hacer silencio es conectarse con esa fuente primera que digo: yo […] silenciarse es darse cuenta de algo que está antes, que es desde donde hablo, pienso, decido. Es conectarse con algo mucho mayor que yo mismo, pero que está dentro de mí mismo” (21).

Niego la mayor: no es cierto que “eso profundo que está en todos y en todo es Dios”. No obstante, puedo admitir que “el silencio es una puerta hacia nosotros mismos; y que “hacer silencio” quizá pueda servir para conectarse con el “yo”, es decir, con el sí mismo, lo que uno es realmente, pero no acepto que ese “yo”, “esa fuente primera” –como Melloni afirma– sea Dios en nosotros, ni nada que se le parezca.

Dios no “está en cada uno de nosotros” sino en aquellas personas que se han reconciliado con Él aceptando a Su Hijo como Salvador y Redentor, y, coherentemente con su fe, hacen Su voluntad, obedeciendo Su Palabra revelada en la Sagrada Escritura. Solo entonces Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, viene a morar en el cuerpo del ser humano, mediante Su Espíritu Santo.

1 Juan 5:12: El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

2 Juan 1:6-9: Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio. (7) Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. (8) Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. (9) Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.

1 Juan 4:1-6: Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. (2) En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; (3) y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. (4) Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. (5) Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. (6) Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.

Niego que con el silencio se llegue a Dios antes o mejor que con el diálogo con Él, o con la oración y la meditación cristianas o el estudio de Su Palabra en el Espíritu Santo.

Para no dejarnos engañar con ideas y doctrinas extrañas, cotejemos con las Sagradas Escrituras, y atendamos a las exhortaciones de Jesús y sus apóstoles, como, por ejemplo, la del apóstol Juan: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Jn. 4:1).

4. ¿En qué consisten la oración y meditación cristianas? ¿Es bíblica la oración contemplativa que se practica en el ámbito católico?

4.1 ¿En qué consiste la oración cristiana?

La oración consiste en hablar a Dios con fe, es decir, teniendo la certeza de que Él nos escucha, no dudando nada, y confiando plenamente que Dios nos concederá todo lo que pedimos, en el momento más adecuado para todos, según Su voluntad y propósito.

La oración puede hacerse en voz alta o baja, aunque si estamos solos, lo lógico y normal es que hablemos a Dios mentalmente; para comunicarle, preferentemente, nuestro agradecimiento por todo cuanto somos y hemos recibido de su amor misericordioso. Esta debería ser la oración más frecuente que dirigimos a Dios: “Orad sin cesar. (18) Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Ts. 5:17,18). “En todo” incluye tanto lo bueno que recibimos como lo no tan bueno, porque “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosa les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Ro. 8:28).

Esta forma de orar es la que mejor prueba o muestra nuestra conversión a Cristo (Hch. 9:11), que hemos sido engendrados espiritualmente por Dios (Jn. 1:12-13) nacidos de nuevo (Jn. 3:3-5), y que somos, por tanto, hijos de Dios: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! (7) Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” ( Gálatas 4:6-7).

Aunque podemos distinguir entre oración pública –en reuniones y en familia–, y oración privada, ahora me estoy refiriendo principalmente a esta última; es decir, aquella oración en la que uno personalmente busca comunión con Dios, relacionarse con Él, como un Padre y un amigo que nos comprende perfectamente, que sabe lo que más nos conviene en cada momento, que nos puede ayudar en todos nuestros proyectos y protegernos de todo mal, si contamos con Él, según Su voluntad, a la cual siempre debemos ser sumisos y humildes.

A Dios le agrada que no solo nos preocupemos de nosotros mismos sino que oremos también por nuestro prójimo, familiares, hermanos en la fe, amigos, conocidos, incluso por nuestros enemigos, por aquellos que nos aborrecen, o que no les caemos bien (Mt. 5:44), por nuestros gobernantes, autoridades, etc. A esto se le llama:

Oración intercesora (Mt. 5:44-45; 1 Ti. 2:1-4; Stgo. 5:14-16)

Mateo 5:44-45: Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; (45) para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

1 Timoteo 2:1-4: Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; (2) por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. (3) Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, (4) el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

Santiago 5:13-16,19-20: ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. (14) ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. (15) Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. (16) Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. […] (19) Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, (20) sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.

A fin de completar y corroborar mis palabras anteriores sobre la oración, ofrezco también al lector unos párrafos, que extraigo del libro Doctrina cristiana, de Walter Thomas Conner, y que transcribo a continuación:

Los elementos de la oración.

[…] En el sentido más amplio del término, la oración es comunión del alma con Dios; esto es, la expresión consciente del alma en compañerismo espiritual con Dios. El alma, en pensamiento y en aspiración, se dirige a Dios y generalmente se expresa ante Él en palabras audibles. En esta comunión hay también la fase de espera en Dios, en una actitud atenta y receptiva, para recibir luz, fuerza y guía espirituales. Es el reconocimiento del Compañero invisible. Es tomar un definitivo y consciente reconocimiento de Dios.

Uno de los elementos específicos en la oración como comunión con Dios es la adoración. Es el reconocimiento del valor y de la dignidad de su carácter y el dar expresión a este reconocimiento. Es la respuesta adecuada del alma en reconocimiento reverente del carácter de Dios como amor santo.

También entra en la oración el elemento de la gratitud. La gratitud es la expresión de nuestro reconocimiento de Dios como la fuente de nuestras bendiciones, y un reconocimiento del hecho de que los dones que Dios nos da, nos ponen bajo obligaciones con el Dador. En la adoración reconocemos el valor del carácter de Dios; en la gratitud reconocemos nuestra deuda con él por las bendiciones que nos da, las cuales son una expresión de su carácter bondadoso.

A medida que mantenemos nuestra comunión con Dios, nos volvemos cada vez más conscientes de nuestra indignidad en su presencia. De modo que la confesión de pecados llega a ser un elemento necesario en la oración a Dios. Jesús dio énfasis en este factor de la oración. El enseñó que Dios bendijo al publicano que confesó su indignidad antes que al fariseo jactancioso que sólo habló de su bondad en su oración al Señor (Lucas 18:9). [El énfasis de las negrillas no está en el original]

La súplica es un elemento prominente en la oración. Es de temerse que en muchas personas tal cosa sea casi el único factor. Para alguna gente, parece que esto es todo lo que hay en la oración. De cierto que no debiera ser el único elemento en la oración, pero es muy natural que sea una cosa muy prominente. La intercesión es una forma especial de súplica. (22)

Puesto que los seres humanos, por nuestras lógicas limitaciones, por nuestras imperfecciones y egoísmos, no sabemos lo que más nos conviene, debemos saber que “el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad” (Ro. 8:26-27). Comprobémoslo:

Romanos 8:26-27: Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. (27) Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.

El Espíritu Santo intercede por nosotros, transformando nuestras oraciones, en gemidos indecibles agradables a Dios y, conforme a Su voluntad.

El propósito y el alcance de la oración

¿Cuál es el propósito de la oración? De acuerdo con esta idea [la oración es comunión con Dios], podemos decir que el propósito principal de la oración es el ordenamiento correcto de las relaciones del hombre con Dios. La oración es un asunto de relaciones y arreglos personales. Es el hombre como persona tratando directamente con Dios como una Persona. Al tratar con Dios, el hombre está tratando con una realidad invisible y espiritual. La oración es el reconocimiento del hecho de que esta realidad es una Persona, y no simplemente una fuerza impersonal o un principio abstracto. La señora Eddy dice que Dios es un principio (f14). Dios es más que un principio. Es una Persona. Y la oración es un tratar directo del hombre con este supremo poder espiritual.

Donde no hay un reconocimiento de la personalidad de Dios, tampoco puede haber oración en el verdadero sentido de la palabra. Puede haber meditación, reflexión, pero estas cosas no son oración. No puede haber adoración, gratitud, súplica ni comunión personal de ninguna clase. (23) [El énfasis de las negrillas no está en el original]

Walter T. Conner se refiere a Mary Baker Eddy (1821-1910), Reformadora norteamericana, fundadora de la Ciencia Cristiana (24). Hace ya más de un siglo, la señora Eddy reducía a Dios “a un principio”, pero en la actualidad, casi alcanzando la tercera década del siglo XXI, ya son muchísimas las personas que conciben a Dios como una “energía”, o una conciencia universal, que está en todo el cosmos, formando parte de nosotros mismos, como hemos podido comprobar en los anteriores epígrafes. Por esto estas personas no pueden orar a un Ser que no existe como persona, y no les queda otra posibilidad que con meditación profunda tratar de captar esa energía, o bien hacer oración a sí mismas, lo que es absurdo e incongruente.

Hecha esta aclaración, seguimos con:

El propósito y el alcance de la oración (sigue)

[…]

La oración no es un esfuerzo por parte del hombre de persuadir a un Dios renuente a concederle algún bien al hombre; más bien es un ajustamiento tal de las relaciones personales del hombre con Dios, que hace posible que Dios conceda la bendición que él quiere conceder. No es conseguir que un Dios renuente entre en armonía con la voluntad del hombre; más bien es el hombre poniéndose en armonía con la voluntad de Dios, de modo que Dios pueda realizar su más alta voluntad con respecto al hombre. Esto se demuestra en el hecho de que el Espíritu Santo hace intercesión a favor de nosotros. La razón de esto es que nosotros no sabemos orar como debemos (Romanos 8:26, 27). El Espíritu hace intercesión por nosotros con gemidos indecibles. Esta intercesión no es separada de nosotros, sino que es una intercesión en nosotros y a través de nosotros. Los gemidos indecibles son los gemidos del espíritu humano, poseído y movido por el Espíritu Divino. El Espíritu nos mueve a orar de acuerdo con la voluntad divina, y, de consiguiente, Dios contesta nuestras peticiones. El hombre no puede orar de acuerdo con la voluntad divina, excepto cuando él ora bajo la dirección del Espíritu Divino. [El énfasis de las negrillas no está en el original]

[…] En todo buen deseo, en todo deseo y anhelo del corazón, “inarticulado o expresado”, Dios está empeñado en cumplir su voluntad para el bien de los hombres. En la oración, entonces, el hombre no lucha contra Dios, sino que lucha con Dios por realizar lo que es la voluntad de Dios que suceda.

Podemos resumir esto, entonces, diciendo que el propósito de la oración es que el hombre pueda vivir en comunión con Dios, de modo que Dios pueda obrar en el hombre y por medio del hombre, para cumplir su propósito de gracia en el mundo. El alcance de la oración es universal, por cuanto todo lo que es de interés para nosotros, constituye un motivo apropiado para la oración. (25)

[…]

Condiciones para que la oración sea contestada

[…]

Hay algunas condiciones espirituales, sin embargo, que son necesarias para que nosotros obtengamos y mantengamos comunión con Dios. Sin estas condiciones no puede haber compañerismo consciente con Dios. Estas son condiciones para obtener nuestras peticiones delante de Dios, porque son condiciones de comunión con Dios. Algunas de estas condiciones se mencionan en el Nuevo Testamento. Una de ellas es la fe (Mateo 21:22; Santiago 1:6). Si alguno ora en fe, Dios concederá su petición. Esto no quiere decir que puede pedir lo que se le antoje, y creer que lo conseguirá. No se puede tener fe a menos que sea atraído hacia la unidad espiritual con Dios. Esto garantiza dos cosas: Una es que no se pedirá nada que sea contrario a la voluntad de Dios; la voluntad del hombre se someterá a la de Dios. La otra cosa es que estaremos bajo la dirección del Espíritu —y el Espíritu no nos guiará a pedir algo que no esté de acuerdo con la voluntad de Dios. La fe es una condición para la oración eficaz y, por lo tanto, lleva en sí misma otras dos condiciones: orar de acuerdo con la voluntad de Dios (1 Juan 5:14), y orar bajo la dirección del Espíritu (Romanos 8:26, 27). En Juan 14:13 se nos dice lo mismo pero de otro modo. Debemos orar en el nombre de Jesús; esto es, como aquellos que viven por él, como aquellos que se empeñan por hacer su obra en el mundo, como aquellos que lo representan. Podremos orar en su nombre solamente según vivamos en unidad espiritual con él. En Juan 15:7, su pensamiento se expone de un modo diferente: Debemos estar en Cristo y su Palabra debe estar en nosotros. En otros lugares, los hombres son urgidos a perseverar en la oración (Lucas 11:5; 18:1). Pero la perseverancia es simplemente una evidencia de la fe. Es la fe, manteniendo su punto, a pesar de la dilación y del desaliento.

Entonces cualquiera que fuere el término que se use, al nombrar las condiciones de la oración eficaz, en esencia es siempre lo mismo —esto es, armonía espiritual o unidad con Dios, rendición a su voluntad. No debe haber una consciente hipocresía en nosotros con respecto a Dios. Si esperamos que él se dé a nosotros, debe haber de nuestra parte la más completa entrega a él. (26).

4.2 ¿En qué consiste la meditación cristiana?

De ninguna manera tiene que ver la meditación cristiana con la meditación que procede de las religiones orientales, que consiste en intentar vaciar la mente de todo pensamiento y emoción, lo cual puede provocar en los que la practican efectos peligrosos, que analizaremos en el último apartado cuando hablemos del Reiki.

Tampoco considero que la “meditación del silencio” preconizado por san Ignacio de Loyola o la oración contemplativa puedan considerarse cristianas en el sentido bíblico. Lo comentaré más adelante.

La meditación cristiana consiste en reflexionar en: “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).

En la Biblia Reina-Valera, versión 1960, en el Antiguo Testamento aparece veinticinco veces el verbo “meditar”; y el sustantivo “meditación” se encuentra cinco veces.

La mayoría de los citados vocablos se encuentra en el libro de los Salmos. En estos pasajes se muestra claramente el tema o temas en los que meditaba su autor, el rey David. Muestro como ejemplos más esclarecedores, los siguientes:

Salmos 1:1-2: Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; (2) Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.

Salmos 77:12-14: Meditaré en todas tus obras, Y hablaré de tus hechos. (13) Oh Dios, santo es tu camino; ¿Qué dios es grande como nuestro Dios? (14) Tú eres el Dios que hace maravillas; Hiciste notorio en los pueblos tu poder.

Salmos 119:97, 99, 103-104: ¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. (98) Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, Porque siempre están conmigo. (99) Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son mi meditación. [..] (103) ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. (104) De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.

Salmos 119:1-176: (14) Me he gozado en el camino de tus testimonios, Más que de toda riqueza. (15) En tus mandamientos meditaré; Consideraré tus caminos. (16) Me regocijaré en tus estatutos; No me olvidaré de tus palabras. […] (23) Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; Mas tu siervo meditaba en tus estatutos, (24) Pues tus testimonios son mis delicias Y mis consejeros. […](27) Hazme entender el camino de tus mandamientos, Para que medite en tus maravillas Que en tu palabra he confiado. (43) No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, Porque en tus juicios espero. (44) Guardaré tu ley siempre, Para siempre y eternamente.[…]. (48) Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, Y meditaré en tus estatutos. […] (78) Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado; Pero yo meditaré en tus mandamientos. […] (147) Me anticipé al alba, y clamé; Esperé en tu palabra. (148) Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, Para meditar en tus mandatos.

Salmos 143:5-6: Me acordé de los días antiguos; Meditaba en todas tus obras; Reflexionaba en las obras de tus manos. (6) Extendí mis manos a ti, Mi alma a ti como la tierra sedienta

Salmos 145:5: En la hermosura de la gloria de tu magnificencia, Y en tus hechos maravillosos meditaré.

Josué 1:8: Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

Observemos que los temas sobre los que meditaba el rey David se relacionan con: “la ley de Jehová” (Sal. 1:2); “las obras y maravillas de Dios” (Sal. 77:12-14); “En tus mandamientos”, “tus palabras”, “tus estatutos”, “tus maravillas”, “la palabra de verdad” (Sal. 119:15,23,27,48); “Tu ley”, “tus testimonios”, “tus palabras”, (Sal. 119:97,99,103); “tus mandatos” (Sal. 119:148); “Tus obras” (Sal. 143:5); “tus hechos maravillosos” (Sal. 145:5); “el libro de la ley” (Jos. 1:8). Por supuesto, todo ello referido al único verdadero Dios, el que se ha revelado en la Biblia y especialmente en el NT: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, (2) en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:1-2).

Al leer estas palabras “ley” o “mandamientos”, no puedo menos que recordar a mis amigos adventistas, porque para ellos representan esencialmente el Decálogo, cuando realmente la Ley es el Pentateuco, es el fundamento del Antiguo Testamento, y una parte de la Palabra de Dios, que por su importancia esencial simboliza a toda ella.

Así como el rey David meditaba en la única Revelación de Dios que poseía, nosotros los cristianos debemos meditar en toda la Palabra de Dios, especialmente los misterios del Reino de Dios y de Su Hijo Jesucristo, que están revelados en el Nuevo Testamento.

Para completar este punto de la mediación cristiana ofrezco al lector el siguiente artículo de Internet, cuyo contenido comparto totalmente:

¿Qué es la meditación cristiana?

¿Qué es la meditación cristiana? | GotQuestions.org/Espanol

El Salmo 19:14 dice: «Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío». Entonces, ¿qué es la meditación cristiana y cómo deben meditar los cristianos? Desafortunadamente, la palabra «meditación» puede tener la connotación de algo místico. Para algunos, la meditación es despejar la mente mientras están sentados en una posición inusual. Para otros, la meditación es comunicarse con el mundo espiritual que nos rodea. Conceptos como estos definitivamente no caracterizan la meditación cristiana.

La meditación cristiana nada tiene que ver con ninguna práctica que tienen como fundamento el misticismo oriental. Tales prácticas incluyen lectio divina (lecturas divinas), meditación trascendental, y muchas formas de la llamada oración contemplativa. Éstas contienen en su núcleo una peligrosa premisa, de que necesitamos “escuchar la voz de Dios”, no a través de Su Palabra, sino a través de la revelación personal por medio de la meditación. Hay iglesias en la actualidad que están llenas de gente quienes creen que están escuchando una “palabra del Señor”, contradiciéndose con frecuencia unos a otros y causando interminables disputas y divisiones dentro del Cuerpo de Cristo. Los cristianos no deben abandonar la Palabra de Dios, la cual es “…inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). Si la Biblia es suficiente para equiparnos totalmente para toda buena obra, ¿cómo podemos creer que necesitamos buscar una experiencia mística adicional a ésta?

Para el cristiano, la meditación debe ser únicamente sobre la Palabra de Dios, y lo que ella revela acerca de Él. David encontró que esto es así, y describe al hombre que es “bendecido”, como aquel que “…en la ley de Jehová está su delicia, en su ley medita de día y de noche” (Salmo 1:1-2, énfasis añadido). La verdadera meditación cristiana es un proceso activo del pensamiento, donde nos entregamos al estudio de la Palabra, orando sobre ello, y pidiéndole a Dios que nos dé el entendimiento por el Espíritu, quien ha prometido guiarnos “a toda la verdad” (Juan 16:13). Entonces ponemos esta verdad en práctica, sometiéndonos a ello (las Escrituras) como la regla para nuestra vida y práctica, mientras practicamos nuestras actividades cotidianas. Esto ocasiona el crecimiento y la madurez espiritual en las cosas de Dios, al ser enseñados por el Espíritu Santo (27).

4.3 ¿Es bíblica la oración contemplativa que se practica mayormente en el ámbito católico?

Para desarrollar este punto voy a basarme en el artículo obtenido de Internet del siguiente sitio: Introducción a la oración contemplativa – Contemplativos en el Mundo.

En este artículo se afirma: “[…] la oración contemplativa no es algo propio o exclusivo de la vida monástica, sino que es la forma en la que desemboca la oración de cualquier cristiano cuando acepta la llamada de Dios a la santidad y deja que su oración se desarrolle sin poner trabas” (28).

Aunque intente comprender la oración contemplativa, de ninguna manera puedo aceptar que Dios nos llame a que nos relacionemos con Él mediante la misma, como el mejor método, más agradable a Dios, para llegar a la santidad. Sin embargo, esta es la creencia de la Iglesia católica, que admirablemente expone, defiende y sostiene, sin ambages, desde el principio al final el citado artículo. Sigamos comprobándolo en los párrafos siguientes, que voy transcribiendo:

Como parte integrante de la llamada universal a la santidad, está, por tanto, la llamada de todos a la contemplación, aunque sea en la hora de la muerte. La contemplación no está reservada solamente a unos pocos llamados a la «vida contemplativa», ni es algo separado del proceso normal por el que Dios nos santifica. La contemplación, aun permaneciendo siempre puro don de Dios, es, sin embargo, el resultado normal de una vida de gracia auténtica. (29)

Ciertamente, la llamada de Dios a la santidad es universal, porque “sin la santidad…nadie verá al Señor” (Heb. 12:14); pero ¿dónde dice la Sagrada Escritura que Él llame a todos o a algunos a practicar la oración contemplativa como medio más adecuado o más eficiente para alcanzar la santidad? ¿Dónde está escrito que a Dios le agrade más la oración contemplativa, que la oración de gratitud o de súplica, etc.?

Se citan los siguientes textos para sostener que: “Cada uno debe responder a la invitación personal del Señor a buscar su rostro y a contemplarlo” (30):

Contemplad al Señor y quedaréis radiantes (Sal 34:6).

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro (Sal 27:8-9).

En primer lugar, es necesario aclarar que, en las biblias de muchas versiones católicas, la numeración de algunos salmos del libro de los Salmos no coincide exactamente con la numeración del libro de Salmos de las biblias evangélicas; porque en aquellas, en algunos capítulos, existe un versículo más de salmos.

A fin de mostrar más gráficamente este extremo, y para poder comparar mejor los Salmos citados arriba, en varias versiones de biblias católicas e igualmente en varias versiones de biblias evangélicas, presento la siguiente tabla (ver el apartado de bibliografía, al final de este artículo, para conocer el significado de las siglas que se refieren a las distintas versiones de la Biblia):

Versión

Biblia católica (Salmo 34:6)

Versión

Biblia Evangélica (Salmo 34:5)

PER

Contempladlo y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se sonrojará.(Sal. 34:6)

RV 1960

Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados. (Sal. 34:5)

SB-MN

Los que miran hacia él quedan radiantes y su rostro no se sonroja más. (Sal. 34:6)

LBLA 

Los que a Él miraron, fueron iluminados; sus rostros jamás serán avergonzados.

(Sal. 34:5)

N-C

Volveos todos a Él y seréis iluminados, y vuestros rostros no serán confundidos. (Sal. 34:6)

BLS

Los que a él acuden se llenan de alegría y jamás pasan vergüenzas. (Sal. 34:5)

NBJ

JER2001

Los que lo miran quedarán radiantes, no habrá sonrojo en sus semblantes. (Sal. 34:6)

NVI 1999

Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza. (Sal. 34:5)

 

Versión

Biblia católica (Salmo 27:8-9)

Versión

Biblia Evangélica (Salmo 27:8-9)

PER

Buscad mi rostro. Mi corazón te dice: Yo busco tu rostro, Señor,

(9) no me ocultes tu rostro. No apartes con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me rechaces, no me abandones, Dios de mi salvación.

RV 1960

Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová;

(9) No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; Mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.

SB-MN

De ti mi corazón me ha dicho: «Busca su rostro»; es tu rostro, Señor, lo que yo busco;

(9) no me ocultes tu rostro, no rechaces con cólera a tu siervo; tú eres mi auxilio, no me abandones, no me dejes, oh Dios, salvador mío.

LBLA 

Cuando dijiste: Buscad mi rostro, mi corazón te respondió: Tu rostro, SEÑOR, buscaré.

(9) No escondas tu rostro de mí; no rechaces con ira a tu siervo; tú has sido mi ayuda. No me abandones ni me desampares, oh Dios de mi salvación.

N-C

De ti mi corazón ha dicho: “Busca su faz”; y yo, Yahvé, tu rostro buscaré.»

(9) No me escondas tu rostro, no rechaces con ira a tu siervo,. Sé. mi socorro, no me rechaces, no rne abandones, ¡oh Dios, mi Salvador!

BLS

Una voz interna me dice: «¡Busca a Dios!» Por eso te busco, Dios mío.

(9) Yo estoy a tu servicio. No te escondas de mí. No me rechaces. ¡Tú eres mi ayuda! Dios mío, no me dejes solo; no me abandones; ¡tú eres mi salvador!

NBJ

JER2001

Digo para mis adentros: «Busca su rostro». Sí, Yahvé, tu rostro busco:

(9) no me ocultes tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio. No me abandones, no me dejes, Dios de mi salvación.

NVI 1999

El corazón me dice: «¡Busca su rostro!» Y yo, Señor, tu rostro busco

(9) No te escondas de mí; no rechaces, en tu enojo, a este siervo tuyo, porque tú has sido mi ayuda. No me desampares ni me abandones, Dios de mi salvación.

Los textos transcritos arriba, de Salmos 34:6 y Salmos 27:8-9, no prueban en absoluto la pretensión de que la Palabra de Dios aconseje o respalde la oración contemplativa, por las siguientes razones:

Primero, no sería adecuado o correcto tomar literalmente los imperativos o mandatos de “contemplad al Señor” (Sal. 34:6) o “Buscad mi rostro” (Sal. 27:8), porque es imposible ver Su rostro puesto que Dios es Espíritu –“A Dios nadie le vio jamás” (Jn. 1:18)–, y tampoco es posible contemplar o mirar a nuestro Señor Jesucristo – “el resplandor de su gloria y la imagen misma de su sustancia”–, porque, “habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas (Heb. 1:3).

Por otro lado, no es agradable a Dios que nos hagamos imágenes físicas de Él. Veamos algunos pasajes que apoyan mi aseveración, como, por ejemplo, los siguientes:

Éxodo 20:4-5 (NBJ): No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en los cielos, abajo en la tierra o en las aguas debajo de la tierra. (5) No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahvé, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian,

Jeremías 8:19 (BSA): ¡Mira! ¡Oye! Gritos de socorro de la hija de mi pueblo, del país a la redonda: ¿No está Yahvéh en Sión, o no está en ella su rey? ¿Por qué me han irritado con sus estatuas, con los ídolos del extranjero?

Isaías 40:18-26 (NBJ): Pues ¿con quién asemejaréis a Dios, qué semejanza le aplicaréis? (19) El fundidor funde la estatua, el orfebre con oro la recubre y funde cadenas de plata. (20) El que presenta una ofrenda de pobre escoge madera incorruptible, se busca un hábil artista para erigir una estatua que no vacile. (21) ¿No lo sabíais? ¿No lo habíais oído? ¿No os lo mostraron desde antiguo? ¿No se os dio a entender desde fundada la tierra? (22) Él está sentado sobre el orbe terrestre, cuyos habitantes son como saltamontes; él expande los cielos como un tul, y los ha desplegado como una tienda que se habita. (23) Él aniquila a los tiranos, y a los árbitros de la tierra los reduce a la nada. (24) Apenas han sido plantados, apenas sembrados, apenas arraiga en tierra su esqueje, cuando sopla sobre ellos y se secan, y una ráfaga como tamo se los lleva. (25) ¿Con quién me asemejaréis y seré igualado?, dice el Santo. (26) Alzad a lo alto los ojos y ved: ¿quién ha hecho esto? El que hace salir por orden al ejército celeste, y a cada estrella por su nombre llama. Gracias a su esfuerzo y al vigor de su energía, no falta ni una.

Segundo, “contemplar al Señor”, “mirarlo”, “buscar Su rostro”, son formas simbólicas con el principal significado de “acudir” o “volverse a Dios, que como hemos visto son las palabras traducidas en varias versiones de la Biblia, ya sean católicas o evangélicas. Es decir, los citados textos de los Salmos nos exhortan a convertirnos a Dios, y a vivir con la consciencia permanente y cotidiana de que Dios está presente en todo momento, y en cada cosa que realicemos; es la mirada de la fe en Dios, que implica reconocerlo como tal, y creer y obedecer Su Palabra.

La respuesta “a la invitación personal del Señor a buscar su rostro y a contemplarlo” (31) no consiste, pues, en hacer oración de contemplación; porque ¿acaso nos ayuda dicha práctica a conocer a Dios? A Dios solo se le puede conocer mediante Jesucristo y Su Palabra, la Sagrada Biblia. Así lo confirmó Jesucristo cuando dijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Y el apóstol san Pablo: “Dios nuestro Salvador… quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad(1 Timoteo 2:3-4).

Luego obtener “la vida eterna” y “ser salvo” dependen del “conocimiento de la verdad” (1 Ti. 2:4). Pero este conocimiento salvador implica reconocer a Cristo como “el camino, y la verdad, y la vida (Jn. 14:6); y aceptar que Jesucristo murió en la cruz por nosotros, lo que debe traducirse con un vivir en obediencia a Dios y a Su Palabra. Nada que ver con la oración contemplativa que no puede ver nada que le muestre cómo es Dios, ni busca progresar en dicho conocimiento de la Palabra salvadora.

No puedo, pues, estar de acuerdo, ni compartir, de ninguna manera, las declaraciones de los siguientes párrafos, por las razones que anteceden:

Debemos responder a la llamada a la oración contemplativa, conscientes de que esa contemplación del rostro de Dios, que es don y tarea, es lo que realmente nos transforma a semejanza de Cristo, nos hace santos, y nos da la capacidad de unirnos a él en su misión salvadora. Es necesario recordar siempre que no hay nada más eficaz que un alma verdaderamente contemplativa. (32)

[…]

Estas dos formas de orar [la discursiva y la contemplativa] no son del mismo valor ni las podemos elegir a nuestro gusto. La oración más verdadera es la contemplación. (33)

[…]

La contemplación tiene mucho que ver con el «escuchar» del que habla la Biblia:

“Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo” (Jr 7:23).

“Venid… escuchadme… Venid a mí. Escuchad y vuestra alma vivirá” (Is 55:13).

(34)

[…] La escucha propia del que contempla es un modo de cumplir el mandamiento principal, porque se presta sólo oído a Dios, no se quiere oír nada más, aunque no se oiga nada:

“Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt 6,4-5).

[…]

[La sequedad] forma parte de la contemplación en la que el corazón está seco, sin gusto por los pensamientos, recuerdos y sentimientos, incluso espirituales. Es el momento en que la fe es más pura, la fe que se mantiene firme junto a Jesús en su agonía y en el sepulcro (Catecismo de la Iglesia Católica, 2731). (35)

[…]

Si intentamos forzar la pasividad y el silencio de la oración contemplativa antes de que Dios nos la conceda caeremos en un vacío estéril, en una falsa contemplación que no contempla a Dios, que no transforma, que es mero vacío autoimpuesto en el que Dios no actúa. Como sucede en las técnicas de meditación de origen oriental. (36)

[..]

La contemplación infusa más pronto o más tarde produce una tremenda conmoción interior. La dulzura de la oración desaparece y la meditación se hace imposible, incluso odiosa; las funciones litúrgicas parecen un peso insoportable, y la mente no puede pensar ni parece que la voluntad quiera amar. La vida interior se llena de oscuridad, sequedad y dolor. El alma tiene tentaciones de pensar que todo está perdido y que, como castigo por sus infidelidades, su vida espiritual ha terminado. Este es un punto crucial de la vida de oración.

[…]Si Dios nos llama a la contemplación, no debemos negarnos o retrasar ese paso, porque eso atascaría de forma peligrosa nuestro progreso espiritual. Dios quiere hablarnos y trabajarnos con la contemplación y ya no va a conceder su luz y su gracia, como antes, a través de la meditación. Ya no hay marcha atrás. Y si no damos el paso a la oración contemplativa, por miedo o por ignorancia, nos quedaremos sin nada, sin la meditación y sin la contemplación. (37)

Con todos estos inconvenientes, problemas o peligros, –como esa “sequedad” del “corazón seco”, “La vida interior se llena de oscuridad, sequedad y dolor. El alma tiene tentaciones de pensar que todo está perdido y que, como castigo por sus infidelidades, su vida espiritual ha terminado” (cito parte de arriba, que he realzado en negrillas)–, no parece muy recomendable la práctica de esta oración, que tiene cierta similitud con las meditaciones de origen oriental, aunque los contemplativos lo nieguen.

5. Los peligros de la meditación no cristiana. ¿Qué hay detrás del reiki? ¿Quiénes son los que controlan los llamados Registros Akáshicos?

“Desde la década de los setenta del siglo pasado, la meditación se ha ido haciendo cada vez más popular en Occidente y se promueve como una forma para reducir el estrés, conseguir la relajación e incluso tratar la depresión. […] Existe la suposición y la creencia generales de que la meditación es una técnica secular y que es buena para todo el mundo”. (38)

Existen muchos tipos de meditación, que proceden de las religiones orientales –hinduistas, budistas, etc. –, como, por ejemplo, mindfulness, la meditación zen, kundalini, y muchas otras de estilos parecidos. Todas estas meditaciones orientalistas consisten en intentar vaciar la mente de todo pensamiento y emoción, o bien, como en el caso de la meditación trascendental y otras, utilizan, además, la repetición de ciertas palabras o sonidos, a modo de mantras, a fin de entrar en un estado hipnótico, que aliena a la persona hasta llegar, en los casos más avanzados, a entrar en una especie de estado de trance, como el que consiguen los médiums y diversos sanadores y curanderos.

Todos estos tipos de meditaciones, dependiendo del grado de profundidad que se alcance, y del tiempo que se dedique a las mismas, pueden provocar en los que las practican efectos peligrosos, que describiré brevemente más abajo.

Como hemos podido comprobar en lo que antecede, hasta un gran sector del cristianismo se ha contaminado al adentrarse “con fe y paciencia”, en “la meditación” que “nos conduce a reinos del silencio cada vez más profundos” (39). Estas palabras las he extraído de un artículo de la web Meditación – Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana (wccm.es). Transcribo solo su último párrafo:

Meditar es un peregrinaje directo a nuestro centro, a nuestro corazón. Adentrarnos en la simplicidad de la meditación significa aprender una disciplina. Con fe y paciencia, la meditación nos conduce a reinos del silencio cada vez más profundos. Es estando en este silencio que nos adentramos en el misterio de Dios. La invitación de la oración cristiana es la de perdernos a nosotros mismos y unirnos con Dios. De esta manera dejamos atrás nuestro yo egoísta, para morir y resucitar a nuestro yo verdadero en Cristo. Cada uno de nosotros es llamado hacia este objetivo ya que es la plenitud de la vida humana. Lo que necesitamos es la humildad para practicar el silencio con fidelidad para que la mente de Cristo se convierta en la experiencia fundamental de toda nuestra vida. (40)

No obstante, he de dejar claro que una práctica de meditación de silencio de unos cinco minutos diarios, como la que recomienda el sacerdote don Javier Melloni, junto con la ya famosa meditación “mindfulness”, pueden ser recomendables para algunas personas sometidas a estrés, porque pueden ser beneficiosas para controlar y poner en orden nuestros pensamientos y emociones, que podemos experimentar a lo largo de cada día.

Especialmente la práctica de cinco a quince minutos diarios de mindfulness, acompañada de relajación muscular consciente de todo nuestro cuerpo, puede, en algunos casos, aliviar el estrés y la ansiedad, porque en esos momentos le estamos dando el mensaje a todo nuestro sistema nervioso, mediante el cerebro, de tranquilidad y de serenidad. Es entonces cuando el sistema nervioso simpático abandona su modo de enfrentarse a situaciones de peligro o miedo, como por ejemplo: cuando hay que luchar, huir, sentimientos de miedo, de ansiedad, etc., y, entonces, entra en acción el parasimpático, que nos permite gozar del aquí y del ahora, y recobrar la normalidad. (Escuché algo similar en un podcast de Youtube: mindful science de Jorge Benito)

5.1. Los peligros de la meditación no cristiana

Cito a continuación algunos párrafos del artículo titulado Los peligros de la meditación « Juan Peláez Gómez (wordpress.com):

Los tipos de meditación que se suelen enseñar más habitualmente incluyen permanecer sentado sin moverse y concentrarse en la respiración, repitiendo en silencio un sonido (mantra) o visualizando una imagen. Lo que a menudo se pasa por alto es que estas técnicas de meditación orientales nunca fueron concebidas como métodos para reducir el estrés y conseguir la relajación. Son esencialmente instrumentos espirituales diseñados, al parecer, para “limpiar” la mente de impurezas y alteraciones con el fin de lograr la llamada “iluminación” (un concepto tan impreciso como “Dios”).

En las escrituras hindúes, el Bhagavad Gita, el dios Krishná le dice a Árjuna:

“Sentado y concentrando la mente en un solo objeto, controlando los pensamientos y las actividades de los sentidos, deja al yogui practicar la meditación para la autopurificación… Manteniendo siempre la mente fijada en el Ser, el yogui, con la mente sometida, alcanza la paz del Supremo nirvana, uniéndose a Mí.” (41)

[…]

El Dr. Lorin Roche, maestro de la meditación, afirma que el principal problema surge del modo en que los practicantes de la meditación interpretan las enseñanzas budistas e hindúes. Señala que las técnicas de meditación que fomentan el desapego del mundo solamente iban destinadas a monjes y monjas. Ha dedicado treinta años de su vida a entrevistarse con personas que meditan regularmente y afirma que muchas estaban deprimidas. Dice que han tratado de desprenderse de sus deseos, sus amores y su pasión. “La depresión es un resultado natural de la pérdida, y si internalizas las enseñanzas que te envenenan contra el mundo, entonces sin duda te vas a deprimir.”

El Dalai Lama ha dicho que las formas orientales de meditación deben utilizarse con cuidado: “Los occidentales que llevan a cabo con demasiada rapidez una meditación profunda deben aprender más acerca de las tradiciones orientales y formarse mejor de lo que suelen hacerlo. En caso contrario, pueden aparecer ciertas dificultades físicas o mentales.” (42)

[…]

El Dr. Michael Persinger, profesor de neurociencia de la Laurentian University de Canadá, estudió a 1.018 practicantes de la meditación en 1993 y llegó a la conclusión de que la meditación puede causar síntomas de epilepsia parcial compleja, como anomalías visuales o el hecho de oír voces, sentir vibraciones o experimentar conductas automáticas como la narcolepsia. Cabe destacar que los pacientes epilépticos que sufren crisis epilépticas en los lóbulos temporales tienen alucinaciones auditivas o visuales, que a menudo interpretan como experiencias místicas. Algunos están convencidos de haber hablado con Dios. (43)

[…]

El psicólogo clínico de Colorado Dr. Lois Vanderkooi, que ha escrito sobre la psicosis relacionada con la meditación, apunta que es importante realizar una selección cuando se pretende realizar meditación intensiva y sugiere que puede lograrse fácilmente con un cuestionario en el que se formulen preguntas sobre antecedentes psiquiátricos.

En los retiros de Goenka ahora se utilizan cuestionarios. Afirma que los retiros no se recomiendan a personas con trastornos psiquiátricos graves, ya que es poco realista esperar que Vipassana cure o alivie problemas mentales. Los formularios de solicitud incluyen preguntas como: “¿Tiene o ha tenido alguna vez problemas de salud mental tales como depresión o ansiedad significativas, ataques de pánico, maniaco-depresivos o esquizofrenia?” Hay también la pregunta: “¿Ha tenido alguna experiencia anterior con técnicas de meditación, terapias o prácticas curativas?” Esta pregunta en concreto permite a Goenka rechazar a las personas que practican una terapia espiritual llamada Reiki. Afirma que ha habido muchos casos en todo el mundo en los que la mezcla de meditación Reiki y Vipassana ha causado daños a los practicantes de Reiki hasta el punto que algunos han llegado a sufrir desequilibrios mentales. Goenka sostiene que tales prácticas “intentan alterar la realidad por medio de la exhortación a una fuerza externa o autosugestión (como la autohipnosis). Ello impide al practicante poder observar la realidad tal cual es”. (44).

5.2. ¿Qué hay detrás del reiki?

Existen muchos artículos en Internet sobre el reiki. Incluso encontré entre mis documentos más antiguos, uno titulado “Evolución del Reiki”, fechado el 25 de marzo de 2009, que contiene, en primer lugar, las Directrices para evaluar el reiki como terapia alternativa, realizado por el Comité Doctrinal de la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos. (45)

Como el documento tiene veintitrés páginas, a continuación voy a transcribir solo algunos párrafos más significativos y esclarecedores.

[…] [El Reiki] para el experto argentino Roberto A. Federigo, miembro de la RIES [Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas], se trata de una práctica mágica. Afirma que “el Reiki dice administrar y trasmitir una supuesta energía sobrenatural para un beneficio, y el supuesto control de una fuerza de igual naturaleza para diversos fines, se conoce como magia”. Por ello, concluye que “es sólo una creencia mágica primitiva, y como toda magia carece de efectos comprobables”. (46, p12)

Roberto A. Federigo: “el reiki es una práctica mágica sanadora”. Fuente: Catholic.net

[…]

Se trata de una técnica de sanación muy difundida en Occidente por la atmósfera de la Nueva Era. Se basa en la “energía vital universal”, y de ahí su nombre: “ki” significa energía vital, y “rei”, universal. Esta energía, que se puede emitir por las manos, tiene potencia sanadora. Y las enfermedades son, para los defensores del reiki, trastornos de naturaleza espiritual, no orgánica ni física. En la publicidad de un centro hemos podido leer que se trata de “una terapia complementaria a la medicina tradicional”.

Su iniciador fue el japonés Mikao Usui (1865-1926), y su divulgadora más importante fue Hawayo Takata (1900-1980). Según parece, Usui fue un profesor cristiano que quiso averiguar cómo llevó a cabo sus curaciones milagrosas Jesucristo, y el estudio de la teología cristiana le defraudó. Fue en el Tíbet, y después en Japón, donde aprendió la técnica de sanar, después de una visión mística en la que le fue revelada. Entonces fundó la secta que esparciría su descubrimiento al principio por todo el mundo, aunque en Occidente lo hiciera de una forma más “secularizada”, con menos apariencia religiosa, como si se tratara de una técnica sanadora sin más, en el ambiente holístico de la Nueva Era. Después de la muerte de Takata, el reiki se dividió en dos ramas principales, una dirigida por Barbara Weber Ray, y otra fundada por Phyllis Furumoto, nieta de Takata. (47)

Reiki dice ser un método de sanación que utiliza la Energía Universal de Vida. Esta energía sería guiada por una conciencia superior que algunos conocerían como Dios o su propio “ser superior”. Esta energía no es producida por el sanador sino por el mismo ser superior. Quien practica Reiki, considera que todo lo existente es energía, desde el pensamiento hasta los elementos, y nosotros somos una irradiación de esa energía. Este “campo electromagnético” que produce la energía y nos rodea, estaría compuesto por varias capas que nos rodean, y con el paso de nuestras vidas se iría nutriendo de traumas y problemas emocionales que quedarían atrapados como en una red, la cual crearía bloqueos en el flujo de la Energía Universal de Vida. (48)

[…]

Semejante a algunas antropologías gnósticas sus manuales [de Reiki] nos hablan de una «chispa divina» atrapada en nuestra carne, y el 90% de sus adherentes creen en la reencarnación. Por otra parte, el mismo Jesús es nombrado como un gran maestro sanador que imponía manos, y hasta graciosamente lo proponen como un maestro Reiki muy antiguo. Incluyen una doctrina sobre Jesús que desfigura su identidad como Dios hecho hombre y como único salvador, quedando como un sanador entre tantos. El sentido cristiano de la imposición de manos no tiene nada que ver con el uso que se hace de ese gesto en el Reiki. (49)

[…]

Utilización del sistema curativo Reiki

El tratamiento de Reiki consiste simplemente en la colocación de las manos por parte del reikista sobre el cuerpo del paciente con el único fin de lograr que la energía fluya. Sería dejar que la energía fluya entre dos o más personas, con el único propósito de compartir la sanación. El Reiki puede también auto – aplicarse. Existe un conjunto de posiciones para las manos que se enseña tradicionalmente, no obstante no es necesario seguir estas posiciones. Ante una zona determinada que el reikista considere de interés, este puede mantener sus manos sobre ella por el tiempo que considere necesario.

Los sistemas varían de acuerdo al reikista, pero mayormente se trabaja en una primera sesión que se llama “limpieza de los 21 días” y se supone que en este período la energía trabaja limpiando un “chakra”, comenzando por el chakra raíz y culminando por el de la corona. Esta energía fluiría tres veces a través de los chakras en el transcurso de tres semanas. (50)

Para completar este tema voy a citar a continuación del artículo:

El lado oculto del reiki y sus peligros (infocatolica.com)

“La web de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC) ha divulgado recientemente un artículo sobre el reiki, firmado por el sacerdote barcelonés Enrique Cases, doctor en Teología y licenciado en Ciencias Químicas” (51)

[…]

[…] El “Reiki” que se difunde hoy pretende ser “un sistema de curación por imposición de las manos. En realidad, es una práctica peligrosa, que abre la puerta a fuerzas ocultas, o sea demoníacas.

El lado oculto del reiki

Se argumenta que el “arte” del “Reki” afirma, entre otras cosas, que en el cosmos o en la naturaleza,” existe un “poder sobrenatural oculto” capaz de interactuar con el “enfermo” y de “recargarlo”. Hablamos, pues, de “tratos con lo “Oculto”, de ocultismo.

Hay que recalcar que las enseñanzas ocultas que están detrás del Reiki, tienen prácticas ocultas, ¡y viceversa! Un culto de tipo espiritista y pagano, cuyo origen es demoníaco. El “Reiki” pretende utilizar la llamada “energía vital universal”. Pero ¿qué es la energía vital universal? (que otros llaman energía cósmica, magnética, “crística”, etc.). El que se abre a la “energía universal” se abre a fuerzas que no conoce, y que no son todas buenas. No se sabe lo que puede entrar en el ser humano ni a quien le abre.

El “Reiki” se transmite por seminarios de iniciación, al contrario de los dones del Espíritu Santo que no se transmiten de una persona a otra, sino que se reciben como un don gratuito de Dios. Lo que actúa en el “Reiki” no es el Espíritu Santo, son entidades demoníacas. Esto se advierte por los efectos que produce. De hecho, el iniciado se pone en estado de médium, para recibir el “Reiki” y transmitir este mismo estado de conciencia a otro. Es en este estado de médium que uno se vuelve receptivo a las entidades del mundo oculto.

Los exorcistas de la Iglesia afirman que ya en la primera iniciación, el espíritu del mal entra en la persona. El practicante de “Reiki” termina abriéndose a los llamados “maestros guías” o “espíritus guías”, que son voces interiores que le hablan. Nos preguntamos: ¿Quiénes son estos “espíritus-guías”, estos “maestros” a los que se someten los practicantes de “Reiki”? Si no son Jesucristo, ni Dios, ni el Espíritu Santo, entonces ¿quiénes son? La Biblia habla de estas fuerzas que dirigen el universo, y que Jesucristo despojó de su poder de muerte (Col 2:15 [DHHL 1996]: Dios despojó de su poder a los seres espirituales que tienen potencia y autoridad, y por medio de Cristo los humilló públicamente llevándolos como prisioneros en su desfile victorioso).

El “Reiki” es panteísta, enseña que el hombre es una simple emanación de la “energía divina cósmica”, y que le basta con tomar conciencia de la misma para tener poderes divinos: ¿No es la misma tentación de la serpiente, “Serán como dioses”?

El “Reiki” cree en la reencarnación, o sea, no importa lo que haces con tu vida ya que tendrás otras. Es incompatible con la Palabra de Dios, que al igual que la filosofía, enseña que cada persona, cuerpo y alma, es única e irrepetible, y que se muere una sola vez, después hay un juicio (Heb 9:27), somos responsables de lo que hacemos con nuestra vida.

El “Reiki”, como otras prácticas de la Nueva Era, descarta el cristianismo como culpabilizante e intolerante. Consideran a Jesús simplemente como una de las múltiples reencarnaciones de un gran “maestro” que ellos conocen por medio de videntes y otras comunicaciones ocultas…

El “Reiki” pretende sanar todos los niveles del ser, físico, mental y espiritual. ¿Sana realmente? Aparte del hecho de que la sugestión producida en el psiquismo de los enfermos puede iniciar un proceso de auto-sanación, que no tiene nada que ver con las explicaciones cosmológicas que hacen, puede también haber una mejora temporal de salud, pero rápidamente aparecen síntomas, los mismos que suelen ocurrir en las prácticas ocultas o espiritismo, y otras enfermedades físicas o psíquicas.

Los niveles de reiki

Salir del “Reiki”, como de todos los ocultismos, es difícil y largo, porque las “fuerzas del mal” -demonios- ¡no te dejan escapar fácilmente! Los practicantes de “Reiki” normalmente se apuntan por primera vez a un cursillo, por un precio pequeño, le llaman “nivel 1” de “Reiki”. Se trata de poner las manos por el cuerpo, siguiendo un orden determinado, el orden de los “chakras” por un tiempo determinado. Esta práctica es aparentemente inocua, y entonces se debe cursar el “nivel 2”.

En este nivel se enseña a “reforzar” el “Reiki” mediante unos signos que hacen efecto de “interruptor”, o sea, abren o cierran el ritual, con intención de saltar la barrera del espacio-tiempo. Estos signos tienen nombres japoneses, o sea, son directamente una invocación a entidades desconocidas. Se pueden explicar como invocaciones mágicas. Con el segundo nivel de “Reiki” empiezan las prácticas meditativas. Se medita con los símbolos japoneses, se los coloca en la casa, se “proyectan” encima de las personas, se opera con ellos bajo una influencia desconocida.

En el tercer nivel de “Reiki”, el nivel de “maestría”, uno ya es capaz de contactar con los “maestros-guías” e iniciar a otros. En este nivel el practicante de “Reiki” ya “canaliza” entidades “superiores” que son los hipotéticos agentes de la sanación. Se empieza a trabajar con velas, incienso, piedras y se estudia la filosofía del Uno Todo, la “unidad de la persona” con la “energía cósmica”, se debe meditar cerca de 20 minutos diarios, repitiendo un “mantra” en ese idioma, aunque no se entienda, llamando a alguien para que “entre y actúe en mi cuerpo o el de un semejante”.

En este punto son comunes los fenómenos de opresión, aparición de experiencias o fenómenos extrasensoriales, “oír voces en la cabeza” o pensar que uno ya ha contactado con el “Yo Superior” o “Guía interno” que le llevará a ser, directamente, más que humano, como en todas las “escuelas” de corte ocultista.

Los niveles de adicción son altos, comunes la “sensación de opresión” y el “oír voces” –supuestamente del “guía interno”– que resuelven dudas, aclaran problemas, etc. La inestabilidad psicológica y la pérdida de la integridad del “yo”, la imposibilidad de vivir normalmente sin necesidad de “canalizar” a estas entidades. Además se constata en las “sesiones” las “presencias”, fenómenos luminosos –“orbs”– u otros efectos de tipo paranormal. El “Reiki” abre la puerta a la influencia diabólica que puede dar lugar a posesión.

Es necesario un estudio médico y teológico profundo para desentrañar la falsedad de esas sanaciones y de los males reales que produce, de los que existen múltiples testimonios. (52)

5.3. ¿Quiénes son los que controlan los llamados Registros Akáshicos?

“Los Registros Akáshicos en el marco de las enseñanzas de la Teosofía, son memorias de naturaleza etéreas o energéticas de todas las manifestaciones del universo. Si bien, el término hace alusión al espacio inmaterial donde se almacenan las experiencias de un individuo; en la actualidad se han hecho famosos diversos sistemas que permitirían acceder a estas memorias con el propósito de sanar o liberar el karma, denominadas técnicas de lectura de registros akáshicos” (Wikipedia) (53).

Cito a continuación del artículo: Lo que debes saber antes de una lectura de Registros Akáshicos – Santosavila.com

¿Qué son los Registros Akáshicos?

Los Registros Akáshicos son los archivos que contienen la historia de toda la existencia, guardan la memoria de todo el universo, a mí me gusta imaginarme los Registros Akáshicos como una biblioteca gigante donde se guarda todo lo que ha ocurrido, lo que está ocurriendo y las cosas que tal vez ocurrirán en el futuro a lo largo y ancho del universo, evidentemente no se trata de un espacio físico, sino de un espacio energético, en otra dimensión.

Dentro de esa gran “biblioteca virtual”, todas las personas tenemos nuestro propio libro, es como el libro de nuestra alma, en él está plasmada toda nuestra historia, tanto lo que sucedió en otras vidas, lo que está ocurriendo en nuestra vida actual, así como las posibilidades futuras, ya que el futuro, según dicen los guardianes de los Registros, lo vamos escribiendo con nuestras decisiones. Los Registros Akáshicos no solo hacen referencia a las personas, también los animales, las plantas, la piedras, los planetas, las ciudades como colectivos, los países y en definitiva todo lo que existe tiene sus propios archivos, donde se guarda la información del pasado, del presente y del futuro de cada uno de ellos.

Cuando recibimos una lectura de Registros, el lector canaliza a nuestros guías, ya que todos tenemos varios, y son ellos los que transmiten la información que la persona que consulta está preparada para recibir, la información que se recibe siempre tiene la intención de que tomemos conciencia y evolucionemos, los Registros pretenden ayudarnos a entender quienes fuimos, quienes somos y quién podemos llegar a ser, desde los Registros nuestros guías personales intentan animarnos y ayudarnos a evolucionar, pues disponen de la información que nuestra propia alma les transmite. (54)

[…]

Lo que podemos esperar de una lectura de Registros es acceder a una información que nos ayude en nuestro proceso evolutivo, que nos ayude a comprendernos y a conocernos mejor a nosotros mismos, ya que cada lectura hace que reconectemos un poco más con los deseos de nuestra alma”. (55).

Cito ahora del artículo: Lectura de Registros Akáshicos | Instituto Valenciano de Terapias Naturales

Los Registros Akáshicos son una terapia de sanación a través de una canalización energética que ayuda a lograr el equilibrio emocional, físico, mental y espiritual necesario en estos momentos de tu vida. Los Registros Akáshicos guardan la información de la vida del alma de las personas.

La maravilla de los Registros no reside únicamente en ser la fuente de una inmensa cantidad de información, sino en su potencial para sanar y activar tu maestría personal. En otras palabras, vivir la vida que estamos llamados a vivir.

Una lectura de Registros Akásicos se realiza con la apertura de los registros de la persona que recibe la terapia. En ese registro se guardan todas las experiencias del alma, incluyendo todos los conocimientos y las experiencias de las vidas pasadas, la vida presente y las potencialidades futuras. Esta información la transmiten tus maestros, guías y seres queridos desde otro plano, el Akasha. En el Akasha sólo hay amor, así que no cabe ningún mal y las respuestas que recibas serán siempre para tu mayor bien.

Una lectura de Registros Akáshicos te acerca a la manifestación de todo tu potencial, te aclara inquietudes, te responde dudas y te da las claves para que avances en tu vida. 

¿Cómo se desarrolla la lectura?

Para realizar una lectura siempre te pediré que me des tu permiso para entrar en tu campo energético. Posteriormente abriré tus Registros Akáshicos mediante una oración. Contactaré con tus maestros, guías y seres queridos para que te revelen las respuestas a las preguntas que formules. Para abrir tus Registros Akáshicos, necesitaré tu nombre y apellidos tal y cómo aparecen en tu DNI. Si se desea incluir a otra persona en alguna pregunta, se necesita el nombre y apellidos de esa otra persona. (56)

Finalmente transcribo el testimonio de una persona que ha experimentado en ella misma la apertura de sus registros akáshicos:

¿Estamos destinados a repetir la historia de nuestros ancestros? Entra aquí y averígualo – VIX

Abrí mis registros akáshicos y esto es todo lo que tengo que decir de la experiencia

Para la primera sesión tuve que llevar preguntas sobre mi vida, que podían estar relacionadas a cualquier cosa. Los Maestros (cuidadores de los registros akáshicos) responderían todo aquello que necesitara saber y me darían las claves para comenzar a modificarlo.

El cambio en mi vida

La sesión duró 1 hora y tocamos todos los aspectos de mi vida a los que necesitaba prestarle atención. Desde mis vínculos familiares conflictivos, pasando por la repetición de ciertas conductas aprendidas de mi árbol genealógico, hasta el camino que debía seguir para transformar la energía negativa en positiva.

Al llegar al consultorio nos sentamos frente a frente, la lectora de registros hizo una oración y le pidió a los maestros que abrieran mis registros. Luego de la oración comenzó a contestar las preguntas que tenía y a decirme cosas que los maestros enviaban para mí.

Ambas estábamos conscientes, pero ella estaba en una especie de trance ya que luego de que culminó la sesión no recordaba con claridad lo que me había dicho.

Durante la sesión habló de experiencias intrauterinas que fueron los disparadores de mis limitaciones más grandes, que luego pude confirmar con mis padres. Además de conectarse con mis vidas pasadas y vidas paralelas que delimitaban varias de mis acciones. (57)

Si el lector ha llegado hasta aquí con la lectura de mi artículo, tendrá suficientes elementos de juicio, para discernir por sí mismo quiénes son los “maestros, guías” o supuestos espíritus de “seres queridos”, que supuestamente están al cargo de los citados Registros Akáshicos.

Estos maestros o guías, son los mismos que están detrás del Reiki; y su misión es únicamente engañar, esclavizar y ocasionar el máximo sufrimiento a mucha gente que, de buena voluntad, –queriendo “evolucionar a mejor”, o curarse alguna enfermedad física o psíquica–, ha acudido a estas sesiones ya sean de Reiki o de lectura de sus Registros Akáshicos.

No obstante, para algunos que les pueda quedar alguna duda les digo que estos maestros o guías espirituales son espíritus de demonios “gobernadores de las tinieblas de este siglo,… huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12), que, obvia y lógicamente, nunca van a identificarse como tales, sino que se hacen pasar por ángeles buenos; y también dicen ser los espíritus de los que murieron. Al respecto, véase en la bibliografía, al final del presente artículo, varios estudios que enseñan qué es el espiritismo, y prueban bíblicamente que los demonios se hacen pasar por los espíritus de los seres humanos muertos (58).

La Palabra de Dios desenmascara a estos falsos benefactores, que se presentan como seres de espirituales llenos de luz y de amor a la humanidad, cuando realmente son tenebrosos, agentes maléficos, “gobernadores de las tinieblas de este siglo, … huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12), encabezados por “el príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2:2), que es el diablo, el “padre de mentira” y “homicida desde el principio” (Jn. 8:44): “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Co. 11:15).

1 Pedro 5:8-11: Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; (9) al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. (10) Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. (11) A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

6. Conclusión

Hoy día está de moda lo que se ha dado en llamar la Nueva Espiritualidad, que tiene sus raíces en la Nueva Era. Esta corriente espiritual sostiene que Dios está en nosotros, en lo más profundo de nuestro yo, y que, por tanto, solo podemos acceder a Él, por la práctica de la meditación profunda.

Aparte de lo peligroso e inútil que puede resultar buscar a Dios en nosotros mismos mediante la práctica de la meditación profunda, entre las creencias de la Nueva Espiritualidad se encuentran la reencarnación y considerar a Dios una energía; niegan, pues, que Dios sea un Ser personal, y sostienen la filosofía panteísta de que Dios forma parte de todo, y sus criaturas son como chispas divinas, cuyo destino es fundirse en esa divinidad, perdiendo su individualidad.

Esto se aparta totalmente de la fe cristiana que cree en el Dios verdadero –el “que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, [que] no habita en templos hechos por manos humanas, (25) ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hch. 17:24-25)–, como el Ser Personal creador de todo cuanto existe, que transciende y es independiente de todo lo creado. Un Dios personal que existe con total independencia de Su creación: “Porque en Él [Jesucristo, el Hijo de Dios] fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. (17) Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen” (Colosenses 1:16-17).

Evidentemente, los defensores de esa nueva espiritualidad sostienen que el ser humano posee la naturaleza divina desde su nacimiento, y que esa “Energía” o “Conciencia cósmica” a la que llaman Dios no solo está dentro de lo más profundo del yo humano, sino que formamos parte de esa divinidad, y que lo único que necesitamos hacer es tomar consciencia de ello con la meditación. A esto le llaman “el despertar espiritual”, reconocer que somos Dios y que Él está en nosotros. Tomar consciencia de que Dios está en nosotros en la profundidad de nuestro ser.

Si todos somos Dios porque formamos parte de Él, el pecado no existe, ni tampoco la separación con el Creador. Por supuesto, ¿para qué, entonces, hace falta un Redentor o Salvador? ¿Para qué queremos a Jesucristo, Dios y Hombre verdadero?

Todo esto no es más que un esfuerzo inútil para no ver la realidad de la vida, en la que existe por doquier muerte, enfermedad, maldad, violencia, terribles y permanentes guerras, desde que existe la humanidad. Es una ceguera espiritual total.

La Sagrada Escritura nos advierte y nos exhorta permanentemente a que no nos dejemos engañar:

“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8).

“No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas” (Hebreos 13:9).

¿Por qué no somos capaces de reconocer que por naturaleza somos carnales y pecadores (Ro. 7:14; cf. Ro. 3:1-18, 23), y que, por tanto, no tenemos nada en absoluto de divinos, es más, el pecado nos separa de Dios porque Él es santo, y es necesario reconciliarnos con Él, por medio de Cristo (2 Co. 5:14-21)?

Romanos 3:9-18: ¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. (10) Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; (11) No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. (12) Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. (13) Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; (14) Su boca está llena de maldición y de amargura. (15) Sus pies se apresuran para derramar sangre; (16) Quebranto y desventura hay en sus caminos; (17) Y no conocieron camino de paz. (18) No hay temor de Dios delante de sus ojos.

2 Corintios 5:14-21: Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; (15) y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. (16) De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. (17) De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (18) Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; (19) que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. (20) Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. (21) Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Esta es la dura realidad y por eso nos cuesta aceptarla, pero la experiencia diaria nos lo muestra por más que queramos ignorarla: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12). “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado” (Romanos 7:14).

Por tanto, “el hombre natural” (1 Co. 2:14) es solo “cuerpo y mente”, es decir, una unidad psicosomática, y no existe en él ningún “poder superior”, hasta que no sea “engendrado por Dios” (Jn. 1:12-13); porque “lo que es nacido de la carne, es carnal; y lo que es nacido del Espíritu, es espiritual” (Jn. 3:6, parafraseado). Es solo entonces, cuando somos “renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 P. 1:23). Y a partir de ese momento, se nos es dada la condición de hijos de Dios (Gá. 4:5-7), no por ninguna obra humana, sino por la obra Divina, la acción del Espíritu Santo, el único que nos puede dar el nuevo nacimiento (Jn. 3:3-5).

Adquirir la condición de hijo de Dios significa, pues, conseguir la dimensión espiritual, que como seres carnales –antes de nacer de nuevo– no poseíamos; pero esto es solo el comienzo de la vida nueva en Cristo; es el inicio de un proceso en el que cada día se debe progresar en santidad, e implica la tarea siguiente: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, (23) y renovaos en el espíritu de vuestra mente, (24) y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24). Dios ha hecho su obra dándonos el nuevo nacimiento, y ahora debemos entregarnos completamente a colaborar con Él en la obra de santificación de nuestras vidas.

Primero, para que viva Dios en nosotros debemos reconciliarnos con Él (Ro. 5:6-11; 2 Co. 5:17-21).

Segundo, desde ese momento de la reconciliación con Dios, que coincide con nuestro nuevo nacimiento (Jn. 3:3-6), empieza el proceso de anular, o de deshacernos poco a poco de, nuestro viejo yo (Ro. 6:6; cf. Ga. 2:20).

Juan 3:3-6 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. (4) Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? (5) Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. (6) Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Hasta poder decir como San Pablo: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).

Pero esa crucifixión de nuestro viejo hombre, –aunque ha comenzado con el nuevo nacimiento y es un hecho incontrovertible que asumimos mediante nuestra fe (Ro. 6:6) –es también un proceso que empieza cuando por la gracia de Dios somos nacidos de nuevo, engendrados por la voluntad de Dios (Jn. 1:11-14); pero esto sucede solo si le damos nuestro asentimiento a Cristo, que es el que nos da “potestad de ser hechos hijos de Dios”; es solo entonces cuando el Espíritu Santo morará en el creyente.

Juan 1:11-14 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. (12) Mas a todos los que le recibieron [a Cristo, el Verbo, Hijo de Dios], a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; (13) los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (14) Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Romanos 6:3-9: ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? (4) Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. (5) Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; (6) sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. (7) Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. (8) Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; (9) sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.

Damos, pues, nuestro asentimiento a Dios, para que nos convierta y nos haga nacer por el Espíritu, cuando reconocemos nuestra condición humana imperfecta y egoísta, y que somos impotentes para cambiarla, y le rogamos a Dios para que actúe en nuestras vidas, transformándonos en “nuevas criaturas” en Cristo (2 Co. 5:17). Y todo esto se fundamenta en Jesucristo (1 Co. 3:11); porque “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

Ningún ser humano es divino, porque es totalmente falso que seamos como chispas que se han desprendido de la única divinidad que es Dios. Solo cuando somos nacidos de nuevo por el Espíritu Santo, gracias a la redención efectuada por Cristo, recibimos la adopción de hijos (Gá. 4:5-7; cf. Ro. 8:16-17), “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! (7) Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.” (Gálatas 4:6-7)

Romanos 8:17: Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

¿Cómo llega el ser humano a ser participante de la naturaleza divina?

Solo existe un texto en toda la Biblia que expresa claramente que el ser humano puede llegar a “ser participante de la naturaleza divina”. Este texto se encuentra en la segunda Epístola universal de San Pedro, capítulo uno y versículo cuatro. Leámoslo dentro de su contexto:

2 Pedro 1:3-11: Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, (4) por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; (5) vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; (6) al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; (7) a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. (8) Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. (9) Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. (10) Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. (11) Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Lo primero que debemos saber es qué entendemos por “la naturaleza de Dios”

¿Qué es la naturaleza de Dios?

Si Dios no se hubiera revelado a sí mismo en Jesucristo y en Su Palabra, no conoceríamos cómo Él es realmente. Damos gracias a Dios, de que “el Verbo –la Palabra de Dios– fue hecho carne y habitó entre nosotros” (Jn. 1:14). Aunque “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer (Juan 1:18). Y Jesucristo lo confirmó con las siguientes palabras: “…El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? (10) ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. (11) Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (Juan 14:9-11).

A todo esto añado un comentario de Lutero, el artífice de la Reforma Protestante, al texto que nos ocupa de la Segunda Epístola de San Pedro (1:4), extraído del Comentario del Nuevo Testamento de L. Bonnet y A. Schroeder, que dice lo siguiente:

¿Qué es la naturaleza de Dios? Es la eterna verdad, la eterna justicia, la eterna sabiduría; es la vida, la paz, el gozo, la felicidad eternas; es todo lo que se puede nombrar de bueno y de hermoso.

Ahora bien: llegar a ser participante de la naturaleza divina, es compartir todo eso; es vivir eternamente, tener eternamente la paz y el gozo; es ser puro, santo, omnipotente contra el diablo, el pecado y la muerte. (59)

Observemos, primero, que la naturaleza divina no es innata en el ser humano, sino que es una obra de Dios en el ser humano, que se nos da gratuitamente, junto a los medios para obtenerla: se llega o se alcanza, pues, por “Su divino poder, mediante el conocimiento de Aquel que nos llamó [Dios, Padre e Hijo, por el medio del Espíritu Santo] por su gloria y excelencia…”.

Esto mismo es lo que afirmó Jesucristo en su oración sacerdotal al Padre: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

Participar en la naturaleza divina es esencialmente recibir o tener la vida eterna que solo Dios posee, y que, por tanto, es el único que la puede dar. Y esto se consigue “mediante el conocimiento de Aquel que nos llamó”. Este conocimiento no es solo intelectual sino que implica reconocer nuestra naturaleza pecaminosa, aceptar a Cristo como Redentor y Salvador y vivir coherentemente con esta fe, obedeciendo Su Palabra, y amando Dios de todo corazón y al prójimo como a nosotros mismos.

¿”Un Dios que está dentro de nosotros”?

Ya hemos visto que Dios solo vive en nosotros cuando estamos en Su Hijo, porque hemos sido engendrados por Dios, y nacidos de nuevo; solo entonces Él envía Su Espíritu a morar en nosotros, en nuestro cuerpo, el cual se convierte en templo del Espíritu Santo (véanse 1 Co. 3:16-17; 6:17-20; cf. 2 Co. 6:14-18).

1 Corintios 3:16-17: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (17) Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

1 Corintios 6:17-20: Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. (18) Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. (19) ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (20) Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

¿Podemos acceder a Dios mediante la meditación?

1) Ninguna meditación, que no sea realizada con la Palabra de Dios, mediante la intercesión del Espíritu Santo, sirve para conocer al único y verdadero Dios.

2) Las oraciones válidas para Dios son las que se piden “al Padre, en el nombre de Cristo”, y se ajustan a Su voluntad (Jn. 14:13-14; cf. Mt. 6:5-15).

Juan 14:13-14: Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. (14) Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

3) Tenemos consciencia de que somos uno [en el sentido que formamos el Cuerpo de Cristo] y de que Dios está en nosotros, cuando “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Ro. 8:16).

¿Cuál es el testimonio del Espíritu Santo?

Dejemos que sea la Santa Biblia la que responda: “El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. (11) Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. (12) El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Jn. 5:10-12).

1 Juan 5:18-21: Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca. (19) Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno. (20) Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. (21) Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.

1 Juan 3:14-15, 23-24: Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. (15) Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. […](23) Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.(F) (24) Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.

1 Juan 4:7-16,21: Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. (8) El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. (9) En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. (10) En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. (11) Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. (12) […] Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. (13) En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. (14) Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. (15) Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. (16) Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. […] (21) Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

Dios no está en lo más profundo del yo, sino en nuestra conciencia, mediante la cual somos guiados por Su Espíritu, puesto que somos Sus hijos (Ro. 8:14-17). Y solo entonces podremos dar “el fruto del Espíritu [que] es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, (23) mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. (24) Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. (25) Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. (26) No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros” (Gálatas 5:22-26).

Los cristianos creemos que a Dios solo se le puede conocer mediante Su Hijo, Jesucristo, porque Él dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Y, también dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:10).

¿En qué consisten la oración y meditación cristianas?

La oración cristiana consiste en hablar a Dios con fe, es decir, teniendo la certeza de que Él nos escucha, no dudando nada, y confiando plenamente que Dios nos concederá todo lo que pedimos, en el momento más adecuado para todos, según Su voluntad y propósito.

La meditación cristiana consiste en reflexionar en: “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).

¿Qué hay detrás del Reiki?

[…] El “Reiki” que se difunde hoy pretende ser “un sistema de curación por imposición de las manos. En realidad, es una práctica peligrosa, que abre la puerta a fuerzas ocultas, o sea demoníacas.

Hay que recalcar que las enseñanzas ocultas que están detrás del Reiki, tienen prácticas ocultas, ¡y viceversa! Un culto de tipo espiritista y pagano, cuyo origen es demoníaco. (60)

¿Quiénes son los que realmente controlan los llamados Registros Akáshicos?

Los “maestros, guías” o supuestos “espíritus” de seres queridos, que dicen estar al cargo de los citados Registros Akáshicos, son los mismos que están detrás del Reiki; y su misión es únicamente engañar, esclavizar y ocasionar el máximo sufrimiento a mucha gente que, de buena voluntad, –queriendo “evolucionar a mejor”, o curarse alguna enfermedad física o psíquica–, ha acudido a estas sesiones ya sean de Reiki o de lectura de sus Registros Akáshicos.

No obstante, para algunos que les pueda quedar alguna duda les digo que estos maestros o guías espirituales son espíritus de demonios “gobernadores de las tinieblas de este siglo,… huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12), que, obvia y lógicamente, nunca van a identificarse como tales, sino que se hacen pasar por ángeles buenos; y también dicen ser los espíritus de los que murieron. Al respecto, véase en la bibliografía, al final del presente artículo, varios estudios que enseñan qué es el espiritismo, y prueban bíblicamente que los demonios se hacen pasar por los espíritus de los seres humanos muertos (58).

La Palabra de Dios desenmascara a estos falsos benefactores, que se presentan como seres espirituales llenos de luz y de amor a la humanidad, cuando realmente son tenebrosos, agentes maléficos, “gobernadores de las tinieblas de este siglo, … huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Ef. 6:12), encabezados por “el príncipe de la potestad del aire” (Ef. 2:2), que es el diablo, el “padre de mentira” y “homicida desde el principio” (Jn. 8:44): “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Co. 11:15).

Dios por medio de Su Palabra no has revelado la Verdad, en Su Hijo Jesucristo, por medio de Su Santo Espíritu, ahora, pues, nadie debería dejarse engañar. Es, por tanto, nuestra responsabilidad no creer ni practicar nada que no esté de acuerdo con la Sagrada Escritura, a fin de no caer en las garras de “el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; [que] fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (Ap. 12:9).

1 Pedro 5:8-11: Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; (9) al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. (10) Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. (11) A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Apocalipsis 12:9-12: Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. (10) Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. (11) Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. (12) Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.

Quedo a disposición del lector para lo que pueda servirle.

Afectuosamente en Cristo

Carlos Aracil Orts

https://amistadencristo.com

Si deseas hacer algún comentario a este estudio, puedes dirigirlo a la siguiente dirección de correo electrónico: carlosortsgmail.com


Referencias bibliográficas

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

Abreviaturas frecuentemente empleadas:

AT = Antiguo Testamento

NT = Nuevo Testamento

AP = Antiguo Pacto

NP = Nuevo Pacto

Las abreviaturas de los libros de la Biblia corresponden con las empleadas en la versión de la Biblia de Reina-Valera, 1960 (RV, 1960)

pp, pc, pú referidas a un versículo bíblico representan «parte primera, central o última del mismo».

Abreviaturas empleadas para diversas traducciones de la Biblia:

BLA95, BL95: Biblia Latinoamericana, 1995

BNP: La Biblia de Nuestro Pueblo

BTX: Biblia Textual

JER 2001: Biblia de Jerusalén, 3ª Edición 2001

Jünemann: Sagrada Biblia-Versión de la LXX al español por Guillermo Jüneman

NBJ: Nueva Biblia de Jerusalén, 1998.

N-C: Sagrada Biblia- Nacar Colunga-1994

NVI 1999: Nueva Versión Internacional 1999

PER: Biblia del Peregrino – Luis Alonso Schökel, 1993

SB-MN: La Santa Biblia-Martín Nieto

Bibliografía citada

(1) Frigerio, Alejandro, 2016. UCA/CONICET y FLACSO – Argentina. Epilogo: La ¿»nueva»? espiritualidad: ontología, epistemología y sociología de un concepto controvertido. https://core.ac.uk/download/pdf/248194853.pdf, p. 209

(2) Ibíd.

(3) Ibíd, ps. 210-211. A continuación la nota existente en el primer párrafo [iii]

[iii] Para el caso de Brasil, Argentina y México, Semán y Viotti afirman que «En la nueva era de la Nueva Era, convivimos con la acumulación de los efectos de una evolución histórica que ha llevado a instalar esta religiosidad en un espacio amplio, ya fuera del control de las redes e instituciones que los impulsaron (…) la Nueva Era se vinculó a los motivos del mercado, el consumo y el placer y por otro se ligó a la cultura masiva y con ello aumentó sus posibilidades de aproximación al imaginario cristiano» (2015, p. 88).

(4) Ibíd, p. 211. 

(5) Ibíd, p. 214.

(6) Ibíd, p. 215.

(7) Ibíd, p. 217.

(8) Melloni, Javier. Vídeo Javier Melloni Sj – El Silencio [Tiempo Magis] – YouTube

(9) Zertú, Ness, 2020-06. ¡Descubre lo que significa despertar espiritualmente! – YouTube

(10) Ibíd.

(11) Ibíd.

(12) Ibíd.

(13) Ibíd.

(14) Bonnet, L. y Schroeder, A., Comentario del Nuevo Testamento, Tomo IV, Pág. 278; Editorial Evangélica Bautista (Buenos Aires), 1952

(15) Ibíd.

(16) Zertú, Ness, 2020-06. ¡Descubre lo que significa despertar espiritualmente! – YouTube

(17) Ibíd.

(18) Melloni, Javier. Vídeo Javier Melloni Sj – El Silencio [Tiempo Magis] – YouTube

(19) Ibíd.

(20) ¿Es peligroso meditar? Los peligros de la meditación. https://psicofelicidad.com/es-peligroso-meditar-los-peligros-de-la-meditacion/

(21) Melloni, Javier. Vídeo Javier Melloni Sj – El Silencio [Tiempo Magis] – YouTube

(22) Conner, Walter Thomas (1877-1952), Doctrina Cristiana, p. 181. Editorial Mundo Hispano, 2003

(23) Ibíd., p. 182. Nota (f14): Mary Baker Eddy. Science and Health, págs. 107, 111, 112, 113, 115, edición de 1913.

(24) Biografía de Mary Baker Eddy, www.biografiasyvidas.com. 


(25) Conner, Walter Thomas (1877-1952), Doctrina Cristiana, p. 183. Editorial Mundo Hispano, 2003

(26) Ibíd., p. 184

(27) ¿Qué es la meditación cristiana? | GotQuestions.org/Espanol

(28) Introducción a la oración contemplativa – Contemplativos en el Mundo

(29) Ibid., p.2. Nota: F. K. Nemeck-M. T. Coombs, Corazón que escucha, Madrid 1992 (ed. de Espiritualidad), 28; cf. F. K. Nemeck-M. T. Coombs, Nuestra trayectoria espiritual. Umbrales y etapas críticas de la génesis de la espiritualidad adulta, Madrid 1988 (ed. de Espiritualidad), 143-144. Tomás Merton, Dirección y contemplación, Madrid 1986 (ed. Sociedad de Educación Atenas), 112: «Así, pues, si alguien preguntara: ¿quién puede desear este don y pedirlo?, la contestación, evidentemente, sería: todo el mundo».

(30) Ibíd., p. 2

(31) Ibíd., p. 2

(32) Ibíd., p. 2

(33) Ibíd., p. 4

(34) Ibíd., p. 13

(35) Ibíd., p. 14

(36) Ibíd., p. 18

(37) Ibíd., p. 20

(38) Los peligros de la meditación « Juan Peláez Gómez (wordpress.com)

(39) Meditación – Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana (wccm.es)

(40) Ibíd.

(41) Los peligros de la meditación « Juan Peláez Gómez (wordpress.com)

(42) Ibíd.

(43) Ibíd.

(44) Ibíd.

(45) Traducción al español de Luis Santamaría del Río, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), del original inglés (http://www.usccb.org/dpp/Evaluation_Guidelines_finaltext_2009-03.pdf), autorizada por la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos (USCCB), depositaria del copyright, que ha permitido también su difusión.

(46) Santamaría del Río, Luis: Qué es el reiki, y criterios para su valoración. Fuente: En Acción Digital.

(47) Ibíd.

(48) Ibíd.

(49) Ibíd.

(50) Ibíd.

(51) El lado oculto del reiki y sus peligros (infocatolica.com)

(52) Ibíd.

(53) Registros akáshicos – Wikipedia, la enciclopedia libre

(54) Lo que debes saber antes de una lectura de Registros Akáshicos – Santosavila.com

(55) Ibíd.

(56) Lectura de Registros Akáshicos | Instituto Valenciano de Terapias Naturales

(57) ¿Estamos destinados a repetir la historia de nuestros ancestros? Entra aquí y averígualo – VIX

(58) Aracil Orts, Carlos, <https://amistadencristo.com>. Conferencia del 20-11-12: El espiritismo y sus fenómenos paranormales a la luz de la Biblia; ¿Cómo vencer en la guerra espiritual?; ¿Habló el espíritu de Samuel a Saúl a través de la pitonisa de Endor?; ¿Pudo comunicarse el rey Saúl con el profeta Samuel ya fallecido?

(59) Bonnet, L. y Schroeder, A., Comentario del Nuevo Testamento, Tomo IV, Pág. 278; Editorial Evangélica Bautista (Buenos Aires), 1952

(60) El lado oculto del reiki y sus peligros (infocatolica.com)

© Carlos Aracil Orts. Derechos reservados. No obstante, se concede permiso de reproducir cualquier contenido de este sitio Web, con las siguientes condiciones: (1) Que no sea usado con objetivos comerciales. No se permite la venta de este material. (2) En todo caso, se debe incluir claramente la dirección de este sitio web: www.amistadencristo.com, y el nombre del autor o autores que figuren en cada estudio o artículo publicado en esta web. (3) Se ha de dar reconocimiento también a otros autores y a sus respectivas fuentes originales del material que se haya usado en la composición y redacción del contenido de esta web, manteniendo las referencias textuales con derechos de autor (copyright).

Carlos Aracil Orts

www.amistadencristo.com

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable: Carlos Aracil Orts.
  • Finalidad:  Moderar los comentarios.
  • Legitimación:  Por consentimiento del interesado.
  • Destinatarios y encargados de tratamiento:  No se ceden o comunican datos a terceros para prestar este servicio. El Titular ha contratado los servicios de alojamiento web a H+D hospedaje mas dominios que actúa como encargado de tratamiento.
  • Derechos: Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional: Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.