¿Es la Biblia Palabra de Dios?
Conferencia Ciclo: “Para entender la Biblia”
Versión: 11-10-2011
Carlos Aracil Orts
1. Introducción*
Durante los cinco primeros meses de este año, presentamos seis charlas en este mismo Ámbito cultural, pretendiendo dar un vistazo general a la historia del judaísmo y cristianismo, las dos religiones proféticas o reveladas, que tienen un mismo origen y una Biblia en común, la hebrea. Es, pues, consecuente, natural y lógico que ahora abordemos un ciclo “Para entender la Biblia”, ya que ambas religiones citadas nacen de ese maravilloso, asombroso y misterioso conjunto de libros llamado la Biblia. Aunque, el judaísmo solo acepta como revelación divina su Biblia, es decir, lo que llamamos Antiguo Testamento desde orientaciones cristianas. Sin embargo, para los cristianos, la Biblia no es solo el conjunto de libros que componen el canon de la Biblia hebrea (redactados durante un periodo de más de mil años antes de Cristo), sino también todos los libros y epístolas redactados por los evangelistas y apóstoles de Jesús, durante la segunda mitad del siglo I de la era cristiana, y que componen el Nuevo Testamento. De ahí que el término “biblia” proceda del diminutivo griego “biblos” que significa “libros”, que a su vez deriva de búblos, la planta de papiro cuyos tallos eran utilizados para fabricar una especie de papel que se utilizaba en la antigüedad. De ahí proviene también la palabra “biblioteca”. La Biblia, pues, es este conjunto de libros, que se fue componiendo a lo largo de varios siglos, por unos 40 autores en tres continentes diferentes (África, Asia y Europa), en países que distan cientos de kilómetros.
Clemente de Alejandría (c. 150 – c. 215) fue el primero en usar la palabra Biblia para designar el conjunto de Libros Sagrados (libros revelados), que integran las colecciones conocidas como AT y NT*1.
Con este ciclo titulado “Para entender la Biblia”, que se compone de tres conferencias, tenemos el propósito de tratar de hacer más accesible y cercana, si cabe, la Biblia, de manera que todo el que se lo proponga, pueda conocerla por sí mismo y entenderla. Pretendemos que se pierda el miedo a leerla hasta conseguir familiarizarse con ella, para lograr que sus hermosas enseñanzas y doctrinas sean guía y práctica del cotidiano vivir. Para ello, ahora, hablaremos de cómo fue inspirada “toda la Escritura”, cómo se formaron los cánones del Antiguo Testamento (la Biblia Hebrea) y del Nuevo Testamento, los libros que la componen, sus autores y fechas aproximadas en que fueron escritos, y finalmente citaremos algunas pruebas internas y externas de la inspiración divina de la Biblia.
En la próxima conferencia del martes 15 de noviembre presentaremos “Las grandes doctrinas de la Biblia”, y finalmente, el 13 de diciembre, “Las claves para entender la Biblia”. Pero, primero de todo, necesitamos saber por qué es tan importante conocer la Biblia, pues está en juego nuestra felicidad aquí en este mundo y nuestro destino en la eternidad.
2. Por qué es importante conocer la Biblia
Después de miles de años de existencia del Libro de los libros, llamado la Biblia, o las Sagradas Escrituras, siguen vigentes todas sus enseñanzas morales y promesas de vida en abundancia que contiene. Las palabras de Jesucristo, cabeza y fundamento de la iglesia cristiana, se han cumplido: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Evangelio según Mateo 24:35, Marcos 13:31, y Lucas 21:33). EL mensaje del amor de Dios revelado a la humanidad por Cristo, se resume de forma sencilla y a la vez inefable en el evangelio de San Juan capitulo 3 y versículo 16, en el que el mismo Jesucristo proclama: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. Pocos se atreverán a poner en duda, que esa declaración es hoy tan importante o incluso más necesaria que hace dos mil años cuando fue proclamada por Jesús, puesto que el mundo está atravesando por una profunda crisis, no ya solo económica sino de valores y de orientación. Este mensaje y otras muchas promesas de salvación que se registraron en la Sagradas Escrituras hace unos dos mil años, todavía siguen vigentes, y han hecho que millones de personas en todo el mundo hayan encontrado la paz y consuelo en sus vidas mediante la lectura y puesta en práctica de sus enseñanzas.
La Biblia da respuesta a los interrogantes esenciales y trascendentes que todo ser humano se hace en algún momento de su vida. Como por ejemplo: ¿Por qué existimos? ¿Cuál es el sentido y propósito de la vida? ¿Por qué tenemos que morir? ¿Qué ocurre después de la muerte? ¿Por qué existe la maldad, la enfermedad y el sufrimiento? Además, la Biblia es imprescindible para purificar, afianzar y acrecentar la fe que un día recibimos. Esto para los que ya son creyentes. Para los que no lo son, o dudan de cuál sea la verdad y dónde encontrarla, pueden, igualmente, acercarse a la Biblia para tratar de obtener esa fe. Pues el apóstol San Pablo afirma, en la carta que escribió a los Romanos, que la fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios (Romanos 10:17).
La Biblia ha cubierto y cubre las necesidades de cada generación, ofrece soluciones para las perplejidades de la vida, y también revela el origen y el futuro de nuestro mundo. Ha llevado paz a las conciencias turbadas, consuelo al acongojado, esperanza al desesperanzado, valor al desalentado y la seguridad del reencuentro de toda la iglesia en la resurrección de la segunda venida de Cristo.
La Biblia es importante porque explica el origen del hombre y el propósito de su existencia. La Biblia da la única respuesta satisfactoria para el propósito de la existencia del hombre y la naturaleza de su destino. Los científicos y filósofos han propuesto varias teorías en cuanto al origen y significado del hombre, pero ninguna otra explicación es tan satisfactoria como la verdad bíblica de que el hombre fue creado por Dios para vivir en servicio amoroso y fiel a su Dios y a su prójimo y para pasar la eternidad en compañerismo con su Creador. Aquellos que han hecho que ésta sea la verdad central de sus vidas tienen una existencia feliz y llena de significado.
Quizás los tres problemas más importantes que enfrenta el hombre actual son: su sentido de culpa y rechazo, que le provoca un sentimiento de alienación y soledad; su inhabilidad para llevarse bien con su prójimo; y sus frustraciones en la vida causadas por sus fracasos, lo cual conduce a la conclusión de que la vida no tiene significado. La Biblia contiene la única respuesta adecuada para cada uno de estos problemas*2.
Sin embargo, todavía hoy en día hay millones de personas que viven ajenas a la importancia trascendente que pueden tener las Sagradas Escrituras para sus vidas. Las causas o motivos por los que la gente no lee la Biblia son muy variados. Por ejemplo, hay muchas personas que disponen de escaso tiempo; otras, la desprecian porque no creen que este libro contenga la Palabra de Dios; y otro considerable número de personas dice que no la entiende, o simplemente no la ha leído, etc.
En cualquier caso, a través de la Biblia encontraremos ayuda para comprender los grandes misterios del mundo en que vivimos, consuelo, y razón para nuestra existencia. Es obvio que si queremos obtener lo que la Biblia nos ofrece no basta con tener un volumen de la misma hermosamente encuadernado recogiendo polvo en nuestra biblioteca. Ni siquiera conformarse con lo que hemos oído, nos han contado o enseñado acerca de la misma. Es imprescindible, si creemos que ella es la Palabra de Dios, que personalmente nos impliquemos en estudiarla de forma diaria y sistemática y tratemos de entenderla y asimilarla como un alimento espiritual o pan del cielo que conduce a la vida eterna.
3. Composición de la Biblia
Cuando examinamos cualquier Biblia, lo primero que nos puede llamar la atención es que está compuesta de dos grandes partes o divisiones, que conocemos como Antiguo y Nuevo Testamento. Testamento equivale o significa “pacto” o “alianza”*3. El Antiguo Testamento (AT) contiene, junto con la historia del pueblo de Israel, los pactos que Dios ha hecho con la humanidad desde el principio del mundo, con Adán, Noé, Abrahán y los demás patriarcas, hasta llegar a Moisés, representante de Israel, con el que Dios hizo el llamado Pacto Antiguo o primer Pacto (Hebreos 9:15), basado en la ley del Sinaí, y llamado así para distinguirlo del Nuevo. El Nuevo Testamento (NT), es el cumplimiento de las promesas de salvación que Dios dio en el Antiguo. La encarnación, vida, muerte y resurrección de Jesucristo son estas buenas nuevas de salvación. Poco antes de su entrega en la cruz, Jesucristo proclama el Nuevo Pacto que se inaugura con su muerte y resurrección (Lucas 22:29; Hebreos 8:13; 9:15). Este pacto es definitivo y eterno y abarca a toda la humanidad, haciendo de los dos pueblos, judíos y gentiles uno solo (Hebreos 13:20; Efesios 2:11-22).
3.1. ¿Cómo se ha formado la Biblia?
Esta pregunta que muchos nos podemos hacer es muy importante, y también su respuesta, que solo puede ser verdadera y tendrá sentido si se hace desde la posición de creer que Dios se ha manifestado y revelado a la humanidad en muchas ocasiones y de muchas maneras. Por el contrario, si creemos que la Sagrada Escritura es una obra humana, sin intervención alguna de Dios, nada entenderíamos y todo la Biblia sería un sin sentido, un absurdo, una incongruencia, una gran mentira y engaño. Sin embargo, las Sagradas Escrituras hablan de sí mismas como una revelación divina. Así lo afirma con rotundidad el autor del libro de Hebreos (posiblemente San Pablo): “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, (2) en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo (Hebreos 1:1,2). Este y otros testimonios de la Escritura confirman que Dios ha hablado en tiempos del AT por medio de los profetas, y en el NT, nuestra era cristiana, por medio de su Hijo, Jesucristo, y sus apóstoles y discípulos. Esas “maneras” que Dios ha empleado para manifestarse han sido muy variadas, como por ejemplo, directamente como habló con Moisés (Éx. 20:1-17), Samuel (1ª S. 3:1-14) o el mismo apóstol Pablo (Hechos 20:23; 16:6). Por medio, de teofanías, es decir, Dios o algunos ángeles se aparecen en forma humana y se manifiestan a algunos hombres, como Abraham y Lot (Génesis 18:2,13; 19:1). A través de sueños (1 Reyes 3:5:9:2; Mt. 1:20;2:13;19-22), visiones (Is. 6:1-8; Hch. 10:3-6), milagros, mediante los profetas del Antiguo Testamento (2 S. 23:2; Zac. 1:1), o los apóstoles en el Nuevo Testamento, y la más grande revelación de todas, a través de la persona del Señor Jesucristo, Dios mismo hecho carne (Jn. 1:1-3; He. 1:1-3).
La revelación es la actividad por la cual Dios se hace conocer y declara su propósito al hombre. Es origen de la verdad recibida*4.
La Revelación definida por el escritor Samuel Pérez Millos dice así:
“Es la declaración que Dios, por Su propia amorosa voluntad, iniciativa y operación, comunicó a los escritores humanos de la Biblia, para que estos registraran en sus escritos verdades que estaban fuera del alcance del hombre, con el propósito de comunicar al ser humano lo que Dios es y desea, para gloria de Su nombre, bendición a los que creen y dejar sin excusa al incrédulo.”*5
Por otra parte, está la inspiración divina que el mismo citado escritor define así:
“Es la operación divina ejercida sobre los autores humanos, por la cual Dios les revela el mensaje a escribir, custodia su trabajo para que no haya errores, pero sin alterar su propio estilo personal en la confección del original, comunicando luego al trabajo hecho su aliento divino para que todo el escrito original sea absolutamente Palabra de Dios, viva y eficiente u operante”.*6
La inspiración tiene que ver con el método de recibir, interpretar y registrar la verdad revelada por Dios…. La inspiración es la actividad divina por la cual el Espíritu Santo guía las mentes de los hombres seleccionados y los transforma en órganos de Dios para la comunicación de la revelación. B. B. Warfield describió la inspiración como una influencia sobrenatural ejercida sobre los escritores sagrados por medio del Espíritu de Dios. En razón de esa influencia divina las Escrituras son autoritativas y confiables. La autoridad de la Escritura depende de su inspiración. El rechazo corriente de la autoridad de la Biblia es el resultado del escepticismo con respecto a su inspiración*7.
No hay que confundir la inspiración mediante la cual Dios se revela con la inspiración natural con la que son o fueron inspirados los autores y poetas en la literatura secular o los grandes inventores, artistas, filósofos y otros genios del mundo.
¿Cómo es inspirada “toda la Escritura”?
Aunque escrita por escritores humanos, la Biblia hace una afirmación clara y contundente acerca de su origen divino. El apóstol Pablo escribió: “Toda Escritura es inspirada por Dios” (2 Tim. 3:16). Es decir, todos los libros de la Biblia tienen un origen divino. El apóstol Pedro escribió que el Espíritu Santo fue el agente activo en la producción de las Escrituras:
“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad… Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Ped. 1:16-21).
Una cooperación divino-humana
“Debido a esta cooperación única entre Dios y los escritores humanos de la Biblia, tanto Jesús como los cristianos del Nuevo Testamento reconocieron que aunque los escritores de la Biblia emplearon sus propias palabras y expresiones, el producto final (la Biblia) tenía el sello de aprobación de Dios como siendo verdaderamente su Palabra.”*8
“La Biblia tiene, pues, una naturaleza dual, producto de lo humano y lo divino a la vez, y puede compararse con Jesucristo y su encarnación. Así como Jesús (la Palabra encarnada) es plenamente divino y plenamente humano, así también la Biblia (la Palabra escrita) es plenamente divina y plenamente humana. Así como Jesús tuvo autoridad para hablar, ordenar y dar vida a aquellos que lo aceptaron, así también la Biblia afirma lo mismo. Estas afirmaciones son evidentes, por la manera como los escritores del Nuevo Testamento citan a los del Antiguo Testamento.”*9
“Podemos resumir afirmando que la Escritura tiene una paternidad literaria doble: Dios es el Autor primordial a través de cuya iniciativa los escritores humanos hicieron su obra. Sería inexacto decir que la Biblia es un libro humano que contiene la Palabra de Dios, o asignar algunas partes de la Escritura a Dios y otras al hombre. La Escritura: es la Palabra de Dios dada a través de instrumentos humanos. Al igual que no podemos separar la naturaleza humana de Jesús de su naturaleza divina, así también no podemos dividir la Escritura, afirmando que algunas partes son humanas y otras divinas.”*10
3.1.1. Cómo se formó el canon de libros sagrados o inspirados
También es importante preguntarse cómo se han formado los cánones del AT y NT, cómo se ha podido distinguir entre un libro inspirado por Dios de otro que también es piadoso pero que no reúne esa cualidad, o cómo ha llegado hasta aquí toda la Revelación de Dios sin errores y sin omisiones o añadiduras que hayan desvirtuado la Revelación original.
Es necesario, pues, en primer lugar, definir que entendemos por canon y en segundo lugar, algunos criterios posibles que se siguieron para formarlo.
¿Qué es el canon?
La palabra canon*11 en el idioma griego significa una vara recta, regla o medida, es decir una norma o regla. Así pues, cuando hablamos del canon del AT o del NT, nos estamos refiriendo, a toda la serie de libros que, por cumplir unos requisitos o normas, se han reconocido como inspirados por Dios, con autoridad divina, y por eso han sido incluidos en el canon sagrado.
3.2. Antiguo Testamento
Como ya dijimos, lo que en el mundo cristiano conocemos como Antiguo Testamento no es otra cosa que la Biblia hebrea. El pueblo judío, al no reconocer, a Jesucristo como el Mesías tan ansiado y esperado durante siglos por ellos, tampoco reconoció como Palabra de Dios el Nuevo Testamento. Sin embargo, para los cristianos, la Biblia hebrea o AT es tan Palabra de Dios como el NT porque ella identifica a Jesús como el Mesías prometido a Israel, descubre el origen del mundo, del pecado y de la muerte y nos muestra el Plan de Dios de salvación de la humanidad, mediante el Siervo sufriente profetizado en el capítulo 53 de Isaías, pero que primeramente se simbolizó, “desde la época patriarcal, [y especialmente en la Mosaica] por medio de los sacrificios expiatorios de corderos, que representaban al Mesías Redentor”*12. Multitud de profecías del AT describen al Cristo o Mesías, indicando, además del lugar y fecha en que nacería (Mateo 2:5; Miqueas 5:2), infinidad de detalles sobre su vida y muerte. Por tanto, el AT es esencial para entender el NT. Además está avalado por Jesús y sus discípulos que se regían por él. Jesús lo cita en innumerables ocasiones respaldando su veracidad y la de los eventos y personajes relatados en el mismo: Abel, Noé, el diluvio, Jonás en el vientre del gran pez, etc. (Mateo 4:4,10; 12:39-42; 23:35; 24:15, 37,38; etc.). Jesús mismo declaró que las Escrituras, es decir, el AT, “son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39), y el evangelista Lucas registró también lo que Jesús dijo a sus discípulos, después de su resurrección: “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos (Lucas 24:44). La ley de Moisés, los profetas, y los Salmos, o sea, las tres secciones que formaban. El Antiguo Testamento es, pues, la única Biblia que tenían Jesucristo, sus discípulos, los habitantes de Israel en ese tiempo, y los cristianos durante buena parte del siglo I d.C. (Mateo 23:35). Esta Revelación, dada por Dios durante un periodo de unos mil años fue perfectamente preservada y salvaguardada por Israel, su pueblo elegido, que fue fidelísimo depositario de la misma. Por eso, Pablo declara en Ro. 3:1,2: “[a los judíos]…les ha sido confiada la Palabra de Dios”.
El canon de la Biblia hebrea, lo que los cristianos conocemos como AT, se fue formando gradualmente, a lo largo de unos mil años (1450 a.C a 400 a.C). En cambio, el canon del NT quedó completado al final del siglo I d.C (45 d.C a 100 d.C), a la muerte del último apóstol que fue Juan, aunque la iglesia tardó aún unos trescientos años para reconocerlo oficialmente (Año 397 d.C)*13. Las autoridades eclesiásticas, ya sea del AT o del NT se limitaron a constatar y a reconocer que determinados libros son inspirados por Dios porque cumplen con las características de ser revelado e inspirado por Dios. Lo que también implica que,
Lo ha precedido el dictamen tácito de los creyentes que forman la comunidad que ha venido usando cierto libro y que le atribuye un carácter sagrado especial. Las autoridades, por ello, puede decirse que no imponen la canonicidad: simplemente la reconocen y le ponen su sello de confirmación oficial*14.
La autoridad divina de la mayoría de los libros del Antiguo Testamento era reconocida por la gente mucho antes de que algún cuerpo oficial hiciera una decisión en relación con la extensión del canon.*15
Algunos criterios para determinar el canon del AT, podrían ser*16:
¿Hay evidencias que Dios ha intervenido revelando su voluntad?
¿Fue escrito por un profeta o portavoz de Dios?
¿Es genuino, y se puede saber el tiempo y lugar así como su autor?
Su doctrina, ¿es apoyada por los otros libros que cumplen los otros requisitos?
¿Jesús y los apóstoles lo citaron en el NT?
El canon del AT es iniciado por Moisés*17, hacia el 1450 a.C. (Ex. 17:14). En el tiempo de David el oficio de registrar fue establecido y los registros detallados fueron guardados por todos los reyes de Israel. Originalmente fue escrito en hebreo, exceptuando unas pocas secciones en arameo, utilizando rollos de pergamino, lienzo o papiro.
La colección final de escritos, o sea, el canon del Antiguo Testamento fue completado durante el tiempo de Esdras, Nehemías (Esd. 7:6; 8:1-8) y Malaquías hacia el 425 a.C. Uno de los argumentos que apoya esta afirmación es el hecho de que en el siglo III a.C. se inició la traducción de la Biblia hebrea al griego, lo cual sin duda es un signo evidente de que, para entonces, ya se conocían perfectamente los libros sagrados que la componían.
Con la expansión del imperio griego por medio de Alejandro el Grande, alrededor del 325 a. de J.C., el griego llegó a ser el idioma establecido para muchas de las naciones conquistadas. Alrededor del 280 a. de J.C. se comenzó a traducir el Antiguo Testamento al griego. En la Palestina del tiempo de Jesús se usaba ampliamente el griego, y se leía frecuentemente la traducción griega del Antiguo Testamento (La Septuaginta), o era citada por los judíos de mente más liberal. Es interesante que muchas de las citas del Antiguo Testamento que se encuentran en el Nuevo Testamento son de la Septuaginta en lugar del Antiguo Testamento hebreo. En el tiempo de Jesús el idioma sagrado fue el hebreo, el hablado el arameo, el oficial el latín, y el universal el griego*18.
La traducción de la Biblia hebrea al griego más antigua es conocida como la Septuaginta, o versión de los Setenta (LXX). La traducción fue iniciada, en Alejandría, bajo el patrocinio de Tolomeo Filadelfo, rey de Egipto (285-246 a. de J.C.), hacia el año 280 a.C., y terminada, probablemente hacia finales del siglo I a.C. A esta versión griega se le añadieron siete libros que no estaban en el canon hebreo, llamados apócrifos o deuterocanónicos, de los que hablaremos luego, con más detalle.
El NT cita más de 600 veces “la Escritura” para referirse a la Biblia hebrea, lo que en términos cristianos conocemos como Antiguo Testamento. Las citas de Jesucristo prueban que el AT estaba ya completado en su tiempo. Jesús y sus apóstoles se referían a las Sagradas Escrituras de su tiempo, como “la ley y los profetas” (Mateo 5:17: Lucas 16:16), o también “la ley de Moisés, los profetas y los salmos” (Lucas 24:44). Es decir, toda la Escritura del tiempo de Jesús se componía de tres secciones bien definidas: la Ley (Torah), los Profetas *19 y los salmos. Lo que los judíos llaman, también, “Escritos” o Hagiógrafos*20 (santos escritos) (Mateo 5:17: Lucas 16:16; 24:44).
Treinta y nueve libros componen el AT, la Biblia hebrea (la de Jesucristo y los judíos de Palestina). Los cuales han conformado y completado el canon*21 de libros inspirados por Dios, reconocido y establecido por los judíos. Fueron escritos en hebreo, con excepción de algunas secciones de Esdras y la mitad de Daniel que fueron escritas en arameo, por más de treinta autores divinamente inspirados por el Espíritu Santo, durante un periodo de unos mil años, que abarcaron, aproximadamente, desde el año mil cuatrocientos cincuenta a.C hasta el año cuatrocientos a.C. Empezando por Moisés, primer redactor, hacia el año 1450 a.C., hasta Malaquías y Nehemías, hacia el 400 a.C. Hubo, pues un periodo entre los dos Testamentos de unos cuatro siglos en los que no existió más revelación de parte de Dios al pueblo judío. Con ellos quedó cerrado el canon del Antiguo Testamento, porque en ese periodo de tiempo de cuatrocientos años a.C. no hubo nueva revelación de parte de Dios.
Estos libros inspirados que conforman el canon del AT, no se presentan ordenados cronológicamente en la Biblia, sino clasificados por su contenido en cinco grandes grupos o secciones temáticas:
Antiguo Testamento (clasificado por grupos)
Pentateuco oLey (Torah: 5) |
Libros Históricos (12) |
Sapienciales- Poéticos (5) |
Profetas mayores(5) |
Profetas menores (12) |
1. Génesis |
6. Josué |
18. Job (1485) |
23. Isaías :(745-685) |
28. Oseas (755-27) |
2. Éxodo |
7. Jueces |
19. Salmos: |
24. Jeremías (626-580) |
29. Joel:620 |
3. Levítico |
8. Rut:1079-1050 |
20. Proverbios |
25. Lamentaciones |
30. Amós:767-753 |
4. Números |
9. 1ª Samuel |
21. Eclesiastés |
26. Ezequiel (593-571) |
31 Abdías:586? |
5. Deuteronomio |
10. 2ª Samuel |
22. Cantares |
27. Daniel (625-535) |
32. Jonás:790? |
(Moisés:1525-1405) |
11. 1ª Reyes:626 |
David:1011-971 |
33. Miqueas:740-0 |
|
12. 2ª Reyes |
Salomn:971-931 |
34. Nahum:640? |
||
13. 1ª Crónicas |
35. Habacuc:630? |
|||
14. 2ª Crónicas |
457-444 a. C. |
36. Sofonías:630? |
||
15. Esdras:457- |
444 a. C. |
37. Hageo:620 |
||
16. Nehemías: |
444-400 a. C. |
38. Zacarías:520 |
||
17. Ester |
485-465 a. C. |
39. Malaquías |
También cabe agrupar formando cuatro grandes grupos o secciones temáticas: históricos, poéticos, sapienciales y proféticos.
Después de la destrucción de Jerusalén (70 d. C.), el Sanedrín se movió a Tiberias y luego a Jamnia, un pequeño poblado 21 Km. al sur de Jope donde, en 90 d. C., un grupo de eruditos y líderes judíos fijaron definitivamente el canon del Antiguo Testamento. Los siete libros apócrifos incluidos en la versión griega de la Septuaginta, que habían sido escritos durante los últimos tres siglos antes de Cristo, fueron rechazados del canon judío de la Escritura. Este canon lo componen 22 libros, según el testimonio de Flavio Josefo, el historiador judío del siglo I de nuestra era, recogido en su libro Respuesta a Apión (libro I,8), o 24 libros según otras fuentes judías.
Esta lista de 22 ó 24 libros del Antiguo Testamento, universalmente aceptada por los judíos, equivale exactamente a la de 39 libros aceptados por la iglesia cristiana de los primeros siglos y por las iglesias evangélicas de la actualidad. Esta diferencia numérica tan abultada, se debe a que los judíos agrupaban en un solo rollo los siguientes libros: Jueces y Rut, los dos de Samuel, los dos de Reyes, Jeremías y Lamentaciones*22, los doce profetas, Esdras y Nehemías, y los dos de Crónicas. El número de 24 libros, probablemente procede de separar Jueces y Rut, y Jeremías y Lamentaciones.
Como ya dijimos antes, durante el periodo helenístico posterior a la invasión de Palestina por Alejandro el Magno en el año 332 a.C, en Israel, se escribieron, en el idioma griego, siete libros entre históricos-religiosos y apócrifos, que nunca fueron reconocidos como sagrados por los judíos”*23.
Los siete libros apócrifos incluidos en el AT de la Biblia Católica
Estos libros que incluyen las Biblias católicas, que no son considerados inspirados ni por los judíos ni por los cristianos primitivos, ni por el mundo evangélico o Protestante, se redactaron la mayoría en el idioma griego popular conocido como koiné en el periodo helenístico del 285 a.C al 185 a.C. Son los siguientes: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico (Jesús Sirach, año 185 a.C.), Baruc, Macabeos I y II, y además, se han intercalado 66 versículos entre los 23 y 24 del capítulo 3 del libro de Daniel, correspondientes al cántico de los tres hebreos. Se han añadido los capítulos 13 y 14 enteros al libro de Daniel, que refieren las historias de Susana, y de Bel y el Dragón, respectivamente. Se han insertado varios versículos a siete capítulos del libro de Ester (Capítulo 1:1a-1r; Capítulo 3: 13a-13f; Capítulo 4:8a, 17a-17z; Capítulo 5: 1a-1f, 2a; Capítulo 8:12a-12v; Capítulo 9:19a; Capítulo 10:3a-3l).
La Biblia de Jerusalén, versión 1998, los distingue y los separa añadiendo a la numeración del versículo una letra del abecedario, y con tipo de letra cursiva, excepto para los capítulos 13 y 14 de Daniel, que, simplemente, se añaden al final de dicho libro, sin resaltarlos de forma especial.
Los libros Apócrifos fueron tan populares entre la gente de habla griega o latina que se agregaron al canon del Antiguo Testamento. Jerónimo favoreció el canon adoptado por los judíos palestinos y distinguió entre los libros contenidos en él y los Apócrifos. A pesar de ello, tradujo al latín los libros Apócrifos y los agregó al canon hebreo. Los libros fueron utilizados durante la edad media por la iglesia latina, y frecuentemente no se hacía ninguna distinción entre el canon y los libros Apócrifos agregados. En el Concilio de Trento, en 1546, la Iglesia Católica declaró oficialmente el estado canónico de los libros apócrifos y los llamó “deutero-canónicos”. Todos los libros de la Versión Latina (Vulgata) de Jerónimo fueron declarados canónicos*24.
3.3. El Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento o Biblia cristiana, como antes dijimos, es el cumplimiento de las promesas que Dios dio a su pueblo Israel en el AT, que se materializan con la encarnación de Cristo, su vida, muerte y resurrección. Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29), cumple toda la ley de Dios, y todo lo que en el AT era sombra y figura ahora es realidad, pone los fundamentos para su Iglesia, y envía el Espíritu Santo para el crecimiento y santificación de la misma.
Se compone de los cuatro Evangelios que tienen por autores a Mateo, Marcos, Lucas y Juan, el libro de los Hechos de los Apóstoles, libro de historia de la primitiva iglesia cristiana, redactado por Lucas, veintiuna epístolas y un libro profético, la Revelación de Jesucristo, también conocido como el Apocalipsis, lo que da un total de veintisiete obras. Solo el gran apóstol Pablo escribió, si contamos como suya la carta a los Hebreos, catorce epístolas: a los Romanos, dos a los Corintios, a los Gálatas, a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses, dos a los Tesalonicenses, dos a Timoteo, a Tito, a Filemón, y a los Hebreos. A continuación vienen, la epístola universal de Santiago, las dos cartas universales de San Pedro (1ª y 2ª de Pedro), las tres cartas universales del apóstol Juan (1ª, 2ª y 3ª de Juan), la epístola universal de Judas apóstol, y por último, el libro de Apocalipsis de Juan. Por lo general, las epístolas se redactaron antes que los evangelios. La primera fue la de Santiago*25 entre los años 35 a 50 d.C. San Pablo escribió las dos cartas a los Tesalonicenses, alrededor de los años 51 y 52; las dos a los Corintios y a los Romanos, hacia el año 57 y 58, y el resto entre los años 62 a 66, pues él fue decapitado en Roma, por orden de Nerón, en el año 67*26. Los Evangelios se cree que quedaron escritos antes del año 70, en torno a los 60, aunque algunos eruditos consideran que el Evangelio de Juan fue posterior, al igual que sus tres cartas y el Apocalipsis, hacia el año 96.
Aprobación del canon. En el año 350 d. de J.C. el “kanon de la Iglesia” era aplicado a la Biblia por Atanasio, refiriéndose a los libros que la iglesia reconocía oficialmente como el modelo de fe y conducta. Al reconocer algunos libros como conteniendo autoridad e inspiración divina, la iglesia reconoció su guía [autorizada] en asuntos de fe y práctica*27.
La canonización es el reconocimiento humano, bajo el liderazgo del Espíritu Santo, de una colección de libros definida que contienen la autoridad divina.*28
Los criterios para determinar el canon del NT, serían algo más sencillos pues bastaría con averiguar lo siguiente:
- Si el libro en cuestión fue escrito por un apóstol o alguien conectado íntimamente con los apóstoles, como pueden ser los discípulos que vivieron en tiempo de Jesús.
- Si el libro ha sido citado, usado y aceptado como inspirado por la iglesia de los apóstoles.
- Si se conforma a la sana doctrina (la doctrina de los Apóstoles, Hechos 2:42).
- Que la Iglesia primitiva del primer siglo lo hubiera reconocido como Palabra de Dios.
- Que hubiese sido escrito, en el siglo I d.C, mientras aún viviese algún apóstol.
4. Evidencias internas y externas de la inspiración de la Biblia
4.1. Evidencias internas
La Biblia se prueba a sí misma ser inspirada por Dios.
La Biblia, las Sagradas o Santas Escrituras, declara ser la “Palabra de Dios”, y haber sido escrita por hombres inspirados por Dios, no por voluntad humana, sino cumpliendo su voluntad. Así lo afirma el apóstol San Pedro:
“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad […] Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Ped. 1:16, 19-21).
San Pablo, en los siguientes textos, se refiere a la Biblia como las Sagradas o Santas Escrituras, o “la Palabra de Cristo”.
Romanos 1:1,2: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, 2 que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,”
2 Timoteo. 3:15, 16: “y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”
Colosenses 3:16: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.”
Véase, además, Colosenses 1:25úp-27; Romanos 16:25; Efesios 3:3,4,9; 5:32; 6:19; Colosenses 2:2; 4:3; 1ª Timoteo 3:16.
Aunque hay muchos argumentos y de varios tipos para probar la inspiración divina de la Biblia, personalmente los que más me gustan son los que se basan en la misma Biblia, porque hacen necesario que la fe y la razón actúen conjuntamente. La Biblia ha probado ser una fuente confiable. Es bueno no creer todo lo que leemos o todo lo que nos cuentan, si antes no comprobamos que la fuente es digna de confianza, y aun así, todo debe pasar por el filtro de la razón, debiendo someter los hechos relatados a un análisis riguroso y atendiendo, en lo posible, a criterios científicos, siempre que esto no nos impida creer que los hechos milagrosos de origen sobrenatural o divino, sin duda, han existido, y todavía existen, porque nada hay imposible para Dios (Lucas 1:37). Sin embargo, después de haber procedido a analizar todas las pruebas tangibles y racionales, como, por ejemplo, las que se han obtenido mediante la Arqueología, y de hacer la criba o filtro por nuestro entendimiento, debemos realizar un acto de humildad y mandar a nuestra razón que crea aquello que Dios ha revelado, pues son secretos y misterios que la razón no puede alcanzar, como es la personalidad de Cristo, su encarnación, muerte y resurrección.
Cristo es la Palabra de Dios encarnada (Juan 1:1), la máxima revelación de Dios, “…el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder,…” (Hebreos 1:2pi). Recibir, aceptar y obedecer la Palabra de Dios es aceptar a Cristo, “el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos,” (Colosenses 1:26; véase también, Romanos 16:25; Efesios 3:9.)
El Testimonio de Jesucristo
Como ya hemos dado varios testimonios de los apóstoles, ahora, no deseando ser demasiado exhaustivo, solo citaremos que Jesucristo, el protagonista de la historia de la salvación del mundo, respalda y confirma la inspiración divina del AT, la Biblia hebrea, las únicas Sagradas Escrituras que había en su tiempo. Sus importantes testimonios se registran en las siguientes citas bíblicas:
Transcribiendo las palabras de Jesús, Mateo y Lucas hablan de la Biblia, simplemente, como las Escrituras:
Mateo 21:42: “Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, Ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?”
Lucas 24:25-27, 44, 45: “Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? 27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. (44) Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. 45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras.”
Juan 5:39,40: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.”
Juan 17:17: Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Jesús confirmó la veracidad del AT, con multitud de citas, como por ejemplo, la muerte de Abel (Lc. 11:51), el relato del Arca de Noé y el Diluvio (Mat. 24:37), la destrucción de Sodoma (Lc. 17:29-32), la historia de Jonás y el gran pez (Lc. 11:30; etc.
Las Escrituras, que poseían en la época de Jesús, son lo que se llama el Antiguo Testamento, conocido y denominado por el mismo Jesús como “la ley de Moisés, los profetas y los Salmos”. El Nuevo Testamento no se terminó hasta finales del siglo I d.C.
Cristo se refiere aquí a las Escrituras del Antiguo Testamento, la Biblia de sus días. Sin embargo su declaración es igualmente cierta en cuanto al Nuevo Testamento. Se aplica con igual propiedad el término “Escrituras” también a todo el Nuevo Testamento.
La Biblia tiene el poder de transformar la vida de las personas que aceptan sus enseñanzas.
San Pedro la llama “Palabra de Dios”, y le atribuye el poder de transformarnos, haciéndonos renacer, como declara en el capítulo uno de su primera epístola: “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1 Pedro 1:23).
El apóstol Santiago incide en su poder transformador, denominándola, la Palabra de verdad (Santiago 1:18) […] la cual puede salvar vuestras almas (Santiago 1:21-25).
Santiago 1:21-25: “21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. 22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.”
Santiago 1:18: “Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”
El escritor, Dr. Daniel Hammerly Dupuy, en su libro “Guía para estudiar la Biblia”, de Edición Argentina, destaca las siguientes pruebas internas:
(1) el testimonio de sus escritores, quienes declaran insistentemente que transmiten las revelaciones de la Divinidad; (2) la armonía o unidad de la Biblia, a pesar de que fue escrita en el curso de casi dieciséis siglos, por unos cuarenta autores; (3) los milagros realizados en presencia de muchos testigos; (4) las profecías cumplidas con precisión y puntualidad*29.
“La Biblia contiene, en sí misma, pruebas de su origen divino. Ningún otro libro puede contestar las preguntas de la mente o satisfacer los anhelos del corazón como lo hace la Biblia. Se adapta a todas las edades y condiciones de la vida, y está llena del conocimiento que ilumina la mente y santifica el alma.
En la Biblia tenemos una revelación del Dios viviente. Si se la recibe con fe, tiene poder para transformar la vida. Durante toda su historia una mano divina la ha cuidado y preservado para el mundo.” (Citado del libro: “Las hermosas enseñanzas de la Biblia” página 13, párrafo 2 y 3).
4.2. Evidencias externas
- Como libro histórico que es, la veracidad de sus personajes y eventos históricos, que ha sido frecuentemente comprobada por los descubrimientos arqueológicos. Los cuales no vamos a enumerar por no ser objeto de esta charla y porque sobrepasaría con mucho el tiempo disponible.
- Otra cosa que prueba su veracidad es la fidelidad e imparcialidad con que se describen los sucesos dramáticos, en los que se describen los personajes y sus acciones, con sus grandes bajezas morales, con toda su crudeza, como la vida misma, sin ningún tipo de disimulo o enmascaramiento.
- El cumplimiento fiel de sus predicciones y profecías.
- Ha sido un libro prohibido, que se ha tratado de destruir a lo largo de la historia en diversas ocasiones. Se ha perseguido a sus seguidores, y se le ha ocultado al pueblo su mensaje. A pesar de que todo estaba en contra de ella, ha sobrevivido.
- La originalidad de las Sagradas Escrituras es incomparable.
- La excelencia del sistema moral fundado en el Decálogo y posteriormente en la ley de amor de Cristo;
- La solución de los problemas básicos de la filosofía;
- Su valor científico que se caracteriza, en primer término, por no haber participado de los errores comunes de los pueblos en la época precientifica y, en segundo término, porque contiene sorprendentes anticipaciones de lo que sería descubierto mediante el desarrollo de las diversas ramas de la ciencia moderna*30.
4.3. Evidencias bibliográficas
Los materiales primarios para escritura eran el papiro y los pergaminos; [aunque desde antes del 3500 a.C. se conocía algún tipo de escritura que usaba] otros materiales como tablillas de arcilla, piedra, hueso, madera, metales varios (como el cobre) y tiestos. Los escritos más antiguos del Nuevo Testamento fueron transmitidos probablemente en rollos de papiro. Al principio del segundo siglo se comenzó a usar el códice, o libro con hojas. Las hojas de papiro eran dobladas por la mitad y cosidas de modo que se podía tener una colección de material combinado en un volumen, mayor que lo que podía ser posible en un rollo. También era más fácil encontrar una cita particular en un códice que en un rollo que debía ser desenrollado. Más tarde se utilizó el pergamino (material de escritura hecho de pieles de animales) para reproducir las copias de la Escritura*31.
Hasta que se inventó la imprenta en 1450 d.C., la Biblia, al igual que los libros seculares, se ha transmitido mediante multitud de copias manuscritas realizadas durante cientos de años. Aunque los manuscritos originales no han sobrevivido, podemos deducir sin lugar a dudas que se trata del libro mejor preservado y documentado, por los miles de manuscritos de la Biblia, de distintas épocas que se han conservado hasta hoy*32. Así se evidencia si se compara con cualquier tipo de literatura clásica antigua (Platón, Aristóteles, Julio Cesar, etc.) de la que existen pocos manuscritos y son de fecha muy posterior con respecto a cuando se redactaron los originales. En cambio, los manuscritos de la Biblia tienen más antigüedad, especialmente los del NT, cuyos ejemplares más antiguos son de siglo II.
De ninguna obra de la historia secular de la antigüedad se conservan manuscritos tan cercanos al tiempo en se produjeron los eventos históricos que relatan, como ocurre con los Evangelios; ni tampoco nos han llegado tanta cantidad de copias antiguas como de los libros del NT.
La transmisión del AT, nos llega principalmente por tres fuentes distintas*33. Por un lado, la Biblia hebrea, conservada y traducida por los masoretas (escribas judíos), que se encargaron, entre otras cosas de fijar las vocales al texto hebreo, desde los años 500 a 1000 d.C aproximadamente. Por otro, la traducción más antigua de la Biblia hebrea al griego, iniciada en el siglo III a.C, por orden de Tolomeo Filadelfo, rey de Egipto. La cual se tradujo en Alejandría, por unos setenta sabios judíos, por lo que se conoce como la Septuaginta o Biblia de los Setenta o Alejandrina. En tercer lugar, los Rollos o Pergaminos del Mar Muerto, descubiertos en Israel en los años 1947 al 1950, por unos pastores en las cuevas del Qumrán.
En 1947 hubo un descubrimiento crucial en la historia de la arqueología bíblica, cuando unos beduinos penetran casualmente en una de las cuevas de Qumrán, donde encuentran grandes vasijas que contienen en su interior rollos de la Biblia hebrea, cubiertos de betún y cuidadosamente envueltos en tela: son los manuscritos hebreos de todos los libros del Antiguo Testamento, a excepción del libro de Ester, Judit, 1 y 2 Macabeos, Baruc y Sabiduría, y que pueden darse entre el 150 a.C. y el 70 d.C. aproximadamente. Entre los textos descubiertos más importantes está el rollo de Isaías, escrito dos siglos antes de Cristo, que es prácticamente idéntico al texto que nosotros poseíamos: en mil años se puede decir que apenas se ha cambiado una coma. También Habacuc y Salmos estaban completos. Se han encontrado fragmentos de casi todos los libros del Antiguo Testamento. Este descubrimiento fue doble, no solo porque se encontraron los manuscritos más antiguos del AT, sino porque además al cotejarlos con la versiones modernas de la Biblia pudo apreciarse que todo el trabajo exegético, lingüístico y de comparación de manuscritos había valido la pena: los textos modernos de la Biblia eran los mismos que los que se habían encontrado en Qumrán. Este es uno de los buenos motivos para confiar en el cuidado y celo que la Tradición pone en preservar los textos y la doctrina originales*34.
Aunque el manuscrito más temprano del Texto Masorético está fechado en el 895, su acuerdo con el rollo del libro de Isaías de Qumrán es asombroso. Los descubrimientos de Qumrán han dado la certeza de que el Antiguo Testamento ha sido bien preservado. La Biblia y su interpretación. Pág. 81, por. weldon e. vierte l Editorial Mundo Hispano 2003
Manuscritos más famosos del Antiguo Testamento que se conservan
El texto más antiguo que existe del Nuevo Testamento es el papiro Ryland (de los años 120 a 130) que contiene unos pocos fragmentos del evangelio de San Juan.
Del Antiguo y Nuevo Testamento los códices más importantes, todos en pergamino, son: el Vaticano (identificado con la letra «B», es del siglo IV, hoy está en el Vaticano), Sinaítico («S», Siglo IV, hoy en el Museo Británico; también se le designa con la primera letra del alfabeto hebreo, «Aleph»), Alejandrino («A», Siglo V, Museo Británico), de Efrén («C», Siglo V, Biblioteca de París) y de Beza («D», Siglo V, Universidad de Cambridge).
El códice más importante es el Alejandrino («A»). Contiene el Canon de Eusebio (una guía de pasajes paralelos de los evangelios)
El texto más completo de la Biblia Hebrea es el Códice de Leningrado (Codex Leningradensis). Contiene el texto masorético de finales del siglo X d.C.. Se encuentra en la Biblioteca Nacional Rusa, en San Petersburgo*35.
“Respecto al NT disponemos de documentos muy importantes por su cercanía a los originales. Un manuscrito importante es el Papiro Chester Beatty. Contiene la mayoría de los escritos del N. T., y está fechado alrededor de 250 d.C.
El Papiro Bodmer contiene la mayor parte de Juan, y está fechado alrededor de 200 d.C. Otro es el Papiro Rylands, que se encontró en Egipto y que contiene un fragmento de Juan, con fecha 130 d.C. De este fragmento podemos concluir que Juan fue completado mucho antes de 130 d.C. porque no solo tendría que haberse escrito el Evangelio sino que tuvo que ser copiado a mano y llegar a Egipto desde Grecia. Dado que la enorme mayoría de los eruditos concuerdan en que Juan fue el último Evangelio escrito, podemos confirmar su fecha en el primer siglo, junto con los otros tres, con mayor seguridad.
Una pieza de evidencia final proviene de los Rollos del Mar Muerto, Cueva 7. José Callahan descubrió un fragmento del Evangelio de Marcos y fechó su escritura en 50 d.C. También descubrió fragmentos de Hechos y otras epístolas, que fechó como escritas apenas después de 50 d.C.”*36
5. Conclusión
“A lo largo de la Biblia hay un mensaje central: Cristo es el Salvador de la raza humana. La historia de la Biblia comienza en el Edén, el mundo perfecto creado por Dios, y termina en el Edén, el mundo perfecto de Dios restaurado”*37.
La revelación de Dios dada durante más de 1500 años ha sido gradual y progresiva, adaptándose a las necesidades de orientación de los seres humanos. El plan de la revelación no implicaba un dictado literal de las palabras, sino una inspiración de los pensamientos divinos. Cada escritor divinamente inspirado recurrió a su propio lenguaje*38, con su propio estilo personal.
El criterio que se siguió para formar el canon del NT fue elegir los libros y epístolas redactados por los apóstoles o por discípulos cercanos a estos. Aunque durante los primeros siglos proliferaron los libros apócrifos, los libros inspirados fueron siempre distinguidos por la primitiva iglesia, que no estableció oficialmente el canon hasta el año 400 d.C.
Dios siendo el autor también fue el preservador de su Palabra para que no se pervirtiera.
El mismo Espíritu Santo que inspiró la Biblia la ha preservado a través de los siglos. Los descubrimientos arqueológicos e históricos recientes han confirmado su exactitud y confiabilidad. La Palabra de Dios es una guía segura y confiable.*39
Puedo afirmar, por mi propia experiencia, que todos los que aún tienen dudas, pero buscan sinceramente encontrar la verdad, la encontrarán y reconocerán por sí mismos, que la Biblia es la revelación de Dios para la salvación del hombre. Pero es necesario advertir, que para conseguir esto es necesario estudiar con perseverancia la Palabra de Dios. En mi opinión, ante ella, solo caben dos posturas, Dios ha hablado a la humanidad mediante la Biblia, y seremos juzgados por sus principios morales, o por el contrario no lo ha hecho, y, toda ella es un inmenso fraude y un gran engaño, con lo cual sería indiferente su estudio o lectura. Pero, no son admisibles medias tintas, o decir, creer que lo que nos gusta está inspirado y lo demás no lo está.
Carlos Aracil Orts
Referencias bibliográficas citadas
*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.
1 Guía para estudiar la Biblia, Pág. 123. Dr. Daniel Hammerly Dupuy
2 La Biblia y su interpretación.pdf. por Weldon E. Viertel. Casa Bautista de Publicaciones.
3 Un pacto es un trato o acuerdo solemne celebrado por dos partes, donde ambos se comprometen a hacer cosas en beneficio de la otra parte. Un contrato matrimonial, un contrato laboral, etc. Sin embargo, un testamento o [la última] voluntad es una clase especifica de pacto en que se requiere que haya la muerte del testador, a fin de que las promesas se vean cumplidas. El evangelio es llamado con mucha razón “el Nuevo Testamento’’ porque Cristo tuvo que morir antes de que tal pacto tuviera vigencia (Hebreos 9:16,17). Del libro “Cómo entender la Biblia”. Pág. 92 y 93. Robert Palmer.
4 La Biblia y su interpretación.pdf. por Weldon E. Viertel. Casa Bautista de Publicaciones
5 Samuel, Pérez Millos, Síntesis de doctrina bíblica, 6 de junio del 2008
http://www.siguiendosuspisadas.com.ar/sintesis1.htm
6 Ibid.
7 La Biblia y su interpretación.pdf. por Weldon E. Viertel. Casa Bautista de Publicaciones
8 “Recibiendo la Palabra” de Samuel Koranteng-Pipim. Pág. 57. Asociación Casa Editora Sudamericana, Buenos Aires, Argentina.
9 Ibid. Pág. 59.
10 Ibid. Pág.60
11La palabra “canon” viene del griego, que lo tomó del idioma semítico. La raíz de la palabra significa “caña”. Las cañas o varas eran utilizadas como medidas, de modo que canon llegó a tener el significado de una regla o un modelo. En el uso del cristianismo primitivo llegó a significar “regla de fe”, “escritos normativos” o “la autoritativa Palabra de Dios”. El canon puede ser definido como “un cuerpo definido de literatura sagrada que ha sido reconocida oficialmente como inspirada divinamente y autoritativa en asuntos de fe y práctica”. La Biblia y su interpretación. Pág. 73, 74, por. weldon e. vierte l Editorial Mundo Hispano.
12Guía para estudiar la Biblia, Pág. 47. Dr. Daniel Hammerly Dupuy
13 En el año 350 d. de J.C. el “kanon de la Iglesia” era aplicado a la Biblia por Atanasio de Alejandría (298-373), refiriéndose a los libros que la iglesia reconocía oficialmente como el modelo de fe y conducta.
La Biblia y su interpretación.pdf. por Weldon E. Viertel. Casa Bautista de Publicaciones
14 Biblioteca Electrónica www.recursosadventistas.org
15 La Biblia y su interpretación.pdf. por Weldon E. Viertel. Casa Bautista de Publicaciones
16Formación del canon de las Escrituras: http://www.slideshare.net/keomiguel/03-la-formacin-del-canon-de-las-escritruras.
17Se puede calcular cuándo nació Moisés por los siguientes datos que da la misma Biblia: a) según Éxodo 7:7, Moisés tenía 80 años cuando comenzó el éxodo de Egipto. b) Esto ocurrió 480 años antes del año 4 del reinado de Salomón (1ª Reyes 6:1:971-931 a.C.). Nació alrededor del año 1525 a.C. y murió hacia el 1405 a (viviendo 120 años según Deuteronomio 34:7). Guía para estudiar la Biblia, Pág. 29. Dr. Daniel Hammerly Dupuy.
18La Biblia y su interpretación.pdf. por Weldon E. Viertel. Casa Bautista de Publicaciones. Pág. 21.
19 La segunda división del canon estaba subdividida en dos partes. Los Profetas Anteriores consistían en Josué, Jueces, Samuel y Reyes. Los Profetas Posteriores eran Isaías, Jeremías, Ezequiel y los Doce. La Biblia y su interpretación. Pág. 79, por. weldon e. vierte l Editorial Mundo Hispano.
20Los Escritos del Antiguo Testamento hebreo pueden ser divididos en los Libros Poéticos, que son Salmos, Proverbios y Job; los Cinco Rollos (Megilot), que son el Cantar de los Cantares, Rut, Lamentaciones, Ester y Eclesiastés; y los Libros de Historia, o sea Daniel, Esdras-Nehemías y Crónicas. La Biblia y su interpretación. Pág. 79, por. weldon e. vierte l Editorial Mundo Hispano.
21 La palabra “canon” viene del griego, que lo tomó del idioma semítico. La raíz de la palabra significa “caña”. Las cañas o varas eran utilizadas como medidas, de modo que canon llegó a tener el significado de una regla o un modelo. En el uso del cristianismo primitivo llegó a significar “regla de fe”, “escritos normativos” o “la autoritativa Palabra de Dios”. El canon puede ser definido como “un cuerpo definido de literatura sagrada que ha sido reconocida oficialmente como inspirada divinamente y autoritativa en asuntos de fe y práctica”. La Biblia y su interpretación. Pág. 73, 74, por. weldon e. vierte l Editorial Mundo Hispano.
22Quizás Josefo llegó al número “22” combinando Lamentaciones con Jeremías y Rut con Jueces. La Biblia y su interpretación. Pág. 85, por. weldon e. vierte l Editorial Mundo Hispano.
23Guía para estudiar la Biblia, Págs. 45 y 46, Dr. Daniel Hammerly Dupuy
24La Biblia y su interpretación.pdf. por Weldon E. Viertel. Casa Bautista de Publicaciones
25La epístola de Santiago se atribuye a Santiago, el hermano del Señor (Gálatas 1:19), no debe ser confundido con el apóstol Santiago el Menor, hijo de Alfeo, ni con el apóstol Santiago el Mayor, el hermano de Juan, decapitado por orden del rey Herodes Agripa en el año 44 (Hechos 12:2,17). Guía para estudiar la Biblia, Pág. 52, Dr. Daniel Hammerly Dupuy
26Guía para estudiar la Biblia, Págs. 53- 55, Dr. Daniel Hammerly Dupuy
27La Biblia y su interpretación. Pág. 73, por. weldon e. vierte l Editorial Mundo Hispano 2003
28La Biblia y su interpretación. Pág. 81, por. weldon e. vierte l Editorial Mundo Hispano 2003
29Dr. Daniel Hammerly Dupuy, en su libro “Guía para estudiar la Biblia”, de Edición Argentina
30Guía para estudiar la Biblia, Pág. 23, Dr. Daniel Hammerly Dupuy
31La Biblia y su interpretación. Pág. 81, por. weldon e. vierte l Editorial Mundo Hispano 2003
32 Existen más de 4,000 manuscritos griegos del NT, 8.000 de la Vulgata Latina (la traducción al latín de la Biblia, año 450) y al menos 1.000 de otras versiones. Además, existen 1.700 fragmentos del AT hebreo y 350 copias de la Septuaginta (la traducción al griego del AT hebreo, año 160 a.c.) http://www.slideshare.net/keomiguel/03-la-formacin-del-canon-de-las-escritruras.
33Hay cuatro importantes fuentes de estudio para delinear la transmisión del Antiguo Testamento: el texto hebreo, el texto griego, los textos de Qumrán y otras traducciones. Antes del descubrimiento de Qumrán en 1948, el texto hebreo conocido como más antiguo era un manuscrito de los Profetas (Códice Cairo), fechado en 895. Aunque esta copia tiene más de 1000 años, está fechada muchas generaciones después de los escritos originales de los profetas. Los descubrimientos del mar Muerto son importantes porque traen fragmentos sobrevivientes de la biblioteca de la comunidad judía fechada entre el 130 a. de J.C. y el 70 d. de J.C. Un rollo de Isaías del segundo siglo a. de J.C. ha capacitado a los eruditos a ir unos mil años más cerca de los escritos originales (autógrafos). Dado que todos los libros del Antiguo Testamento (excepto Ester) están representados en los Rollos del mar Muerto, su descubrimiento ha contribuido grandemente al estudio de la transmisión del Antiguo Testamento. La Biblia y su interpretación. Pág. 81, por. weldon e. vierte l Editorial Mundo Hispano 2003.
34http://www.encuentra.com/articulos.php?id_sec=10&id_art=222&id_ejemplar=0
35Los Originales de la Biblia: http://www.buscadoresdelreino.com/originales.htm
36www.ministeriosprobe.org/docs/evangelios.htm
37http://www.estaescrito.org/estudiosbiblicos/Enbusquedadecertidumbre/01 Cómo entender la Biblia.pdf. Pág.2
38Guía para estudiar la Biblia, Págs. 27, Dr. Daniel Hammerly Dupuy
39http://www.estaescrito.org/estudiosbiblicos/Enbusquedadecertidumbre/01 Cómo entender la Biblia.pdf.. Pág.4