Claves para entender la Biblia
Conferencia Ciclo: “Para entender la Biblia”
Versión: 13-12-11
Carlos Aracil Orts
1. Introducción
En la pasada conferencia de noviembre presentamos “Las grandes doctrinas de la Biblia”. Dijimos que la doctrina fundamental y más excelsa del cristianismo es la de que Dios se ha hecho hombre, tomando nuestra misma naturaleza, para entrar en este mundo rebelde para rescatarnos y redimirnos, obteniendo la victoria sobre el pecado, la muerte y el diablo. Es decir, Dios se rebaja y humilla hasta lo sumo al encarnarse para vencer el pecado y la muerte en nuestro propio terreno (Filipenses 2:5-8).
Filipenses 2:5-8: Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Con esta charla de diciembre finalizaremos este ciclo “Para entender la Biblia”, proporcionando las principales claves para ello. Como declara el apóstol Pedro, nuestra fe no está basada en mitos o fábulas sino en los testimonios verdaderos de Jesucristo y de los que convivieron con Él, y vieron personalmente todas las señales milagrosas que hizo.
«Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad» (2 Pedro 1: 16).
Entre las claves principales para entender la Biblia están el reconocimiento a priori o a posteriori del origen inspirado de la misma y la sinceridad y la humildad con que se aborde una cuidadosa lectura de la misma. La Biblia da a conocer la gran finalidad de Dios al crear el universo. El hombre no puede entender el universo, ni el sentido de la vida a menos que descubra lo que el Creador ha revelado a la humanidad.
Recibir, aceptar y obedecer la Palabra de Dios es aceptar a Cristo, “el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos,” (Colosenses 1:26; véase también, Romanos 16:25; Efesios 3:9.)
He preparado para vosotros doce claves, pero, como siempre ocurre, no hay suficiente tiempo para presentarlas todas. Máxime cuando me he propuesto que esta charla no dure más de cuarenta y cinco minutos, para daros ocasión a que me formuléis preguntas sobre lo que deseáis saber acerca de la Biblia, y que os trataré de responder según mi conocimiento actual de la Biblia y lo que Dios tenga a bien inspirarme.
Ruego vuestra atención y paciencia, pues voy a dejar que sea la Biblia la que hable, por lo que necesitaré leer muchos textos del NT. No creáis lo que yo os diga ni lo que os digan otras personas si no está basado y respaldado totalmente por la Biblia.
2. Clave primera: Antes de leer el AT es necesario haber leído y entendido lo fundamental del NT.
Pues de lo contrario, puede que nos pase lo mismo que a Gandhi, el cual se desmoralizó, y se cansó abandonando la lectura de la Biblia mucho antes de llegar a la mitad del AT, aunque posteriormente leyó los Evangelios como le habían aconsejado, y quedó admirado de la personalidad de Cristo. Por tanto, para entender la historia sagrada de la salvación, debemos empezar a leer por los Evangelios que es donde se muestra el desenlace, culmen o cumbre de la Revelación, cuando “el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, […] ha sido manifestado a sus santos,” (Colosenses 1:26).
La Biblia no es como una novela de misterio o de suspense que si no se lee desde el principio no sería posible entender el hilo de la trama, por el contrario se entiende mejor desde las claves que da el NT. La Revelación de Dios al mundo, que se encuentra en su Palabra, la Biblia, ha sido completada, ya no habrá más revelación, es decir, no habrá un tercero, cuarto testamento, etc. No ocurre, como estamos acostumbrados en nuestros días, que cuando una novela, película o serie tienen éxito, enseguida sus autores, viendo el suculento negocio, nos presentan varias continuaciones del mismo tema, en sucesivas entregas. Tenemos muchos casos, por ejemplo las novelas y películas de Harry Potter, que ya son imposibles de recordar, las también ya incontables novelas sobre el Caballo de Troya de Juan José Benitez, o las varias películas del director Santiago Segura sobre “Torrente”, por citar algunos casos que se hicieron muy populares. Pero, en el mundo solo hay una Biblia, aunque muchas traducciones distintas; y un solo Evangelio. No habrá más entregas, más revelación por parte de Dios. Por tanto, si alguien os presentase un evangelio diferente no le creáis. Esto es lo que les declara el apóstol Pablo a los Gálatas:
Gálatas 1:6-9: Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.
Como antes decía, normalmente no se trata de leer la Biblia empezando por el primer libro, el Génesis, y terminando en el último, el Apocalipsis; sino que se puede elegir leer pequeños fragmentos, un poco aquí un poco allá como indica el capítulo 28 del libro de Isaías:
Isaías 28:10,13: Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; […]. 13 La palabra, pues, de Yahvé les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá;
También podemos leer libros o epístolas completas, lo que es muy recomendable, porque nos ubica mejor en un contexto más amplio. Cuanto más amplio sea el contexto mejor y más fidedigno será el sentido profundo y la visión que obtendremos de la verdad que contiene. Al respecto, aprovecho para decir que una de las reglas más importantes de interpretación consiste en no sacar el sentido de un pasaje determinado fuera de su contexto, y tener en cuenta siempre que la Biblia debe interpretarse a sí misma, no tratando de extraer conclusiones interesadas o partidistas. Por eso, es sabio recurrir a comparar los diversos textos que tratan de un mismo tema, pues en la Biblia no puede haber contradicción, y si así nos parece, es por nuestra visión limitada o ideas preconcebidas y prejuicios. Para su lectura, pues, no necesariamente debemos seguir el orden en que aparecen los libros en las Biblias, pues ellos no se han coleccionado siguiendo, en muchos casos, criterios cronológicos, sino por otros criterios que ahora no vamos a entrar. Os recomiendo que vayáis anotando en una libreta o bloc las ideas que os parezcan fundamentales o que no entendáis bien, para luego acudir a leer los mismos versículos en distintas versiones de la Biblia. Para eso es importante, agenciarse varias traducciones distintas de la Biblia, como pueden ser las siguientes:
Biblias católicas:
Biblia de Jerusalén de 1998; Nacar-Colunga, etc.
Biblias evangélicas
Reina-Valera, 1960, Reina Valera contemporánea
La Palabra, El mensaje de Dios para mí, 2010
Nueva versión Internacional
Dios habla hoy, etc.
También es importante tener una concordancia que nos permite encontrar un texto partiendo de una palabra clave del mismo que nos acordemos, y también otra que nos clasifique los textos por temas. Un diccionario bíblico, y algún comentario bíblico; pero teniendo en cuenta, que todos los comentarios bíblicos que tengamos, antes de asumirlos como interpretación verdadera infalible, deberíamos comprobarlos siempre, por nosotros mismos, acudiendo a la fuente de la que dimanan, que es la Biblia.
Para los que abordan por primera vez una lectura de la Biblia, recomiendo empezar por los Evangelios, siendo el del apóstol Juan el más profundo, pues nos presenta claramente la divinidad de Jesucristo.
3. Clave segunda: Entender que el Antiguo y Nuevo Testamento se focalizan y centran en Jesucristo.
El Antiguo Testamento (AT) contiene el relato de la creación y la historia del pueblo de Israel, elegido por Dios para que fuera depositario de su Palabra y para recibir a su Hijo, Jesucristo. Describe también la historia de la humanidad desde el principio del mundo, con Adán, Noé, Abrahán y los demás patriarcas, hasta llegar a Moisés, representante de Israel, con el que Dios hizo el llamado Pacto Antiguo o primer Pacto (Hebreos 9:15), basado en la ley del Sinaí, y llamado así para distinguirlo del Nuevo. El Nuevo Testamento (NT), es el cumplimiento de las promesas de salvación que Dios dio en el Antiguo. La encarnación, vida, muerte y resurrección de Jesucristo son estas buenas nuevas de salvación. Jesucristo proclama el Nuevo Pacto que se inaugura con su muerte y resurrección (Lucas 22:29; Hebreos 8:13; 9:15). Este pacto es definitivo y eterno y abarca a toda la humanidad, haciendo de los dos pueblos, judíos y gentiles uno solo (Hebreos 13:20; Efesios 2:11-22). En ese mismo sentido abunda Weldon, el escritor del libro “La Biblia y su interpretación”:
El Cristo redentor es el punto hacia el cual se estaba moviendo toda la historia del Antiguo Testamento. Los pasajes se refieren a Él porque Él es el cumplimiento del Antiguo Testamento. A veces se tiene que usar la tipología para la aplicación a Cristo. El Siervo Sufriente de Isaías 53 predijo el sufrimiento de Cristo. Las promesas de Dios a Abraham y a sus descendientes llegaron a ser las promesas de Dios a los creyentes en Cristo, el nuevo Israel*1.
El AT nos revela cómo Dios prepara a un pueblo para que en él nazca su Hijo, Jesús, conocido como el Cristo (Mesías en hebreo, que significa el ungido o enviado de Dios). El NT o Nuevo Pacto en Cristo es el único vigente en su totalidad, y con plenitud de aplicación para los cristianos. Pues así se desprende de la afirmación del libro de Hebreos 8:13: “al decir: Nuevo Pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer”. Aunque casi todo el AT se ha cumplido en Cristo, no por eso debemos rechazarlo o despreciarlo, porque es la única Biblia que tenía Jesús, y que utilizaba constantemente. Con ella probó que era el Mesías tan esperado y deseado por el pueblo judío. El AT es esencial para entender el NT, y está avalado por Jesús y sus discípulos que se regían por él. Jesús lo cita en innumerables ocasiones respaldando su veracidad y la de los eventos y personajes relatados en el mismo: Abel, Noé, el diluvio, Jonás en el vientre del gran pez, etc. (Mateo 4:4,10; 12:39-42; 23:35; 24:15, 37,38; etc.). Jesús mismo declaró “Escudriñad las Escrituras (AT), porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas, son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39: Lucas 24:44-49). El Antiguo Testamento es, pues, la única Biblia que tenían Jesucristo, sus discípulos, los habitantes de Israel en ese tiempo, y los cristianos durante buena parte del siglo I d.C. (Mateo 23:35). Esta Revelación, dada por Dios durante un periodo de unos mil años fue perfectamente preservada y salvaguardada por Israel, su pueblo elegido, que fue fidelísimo depositario de la misma. Por eso, Pablo declara en Romanos 3:1,2: “[a los judíos]…les ha sido confiada la Palabra de Dios”.
Cristo, refiriéndose al AT, la única Sagrada Escritura existente en su tiempo, afirma que ésta da testimonio de Él, como así lo muestran los siguientes textos:
Juan 5:39: Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;
Juan 5:46: Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 47 Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?
Lucas 24:44-47: Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. 45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; 46 y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; 47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
La Biblia hebrea o AT es tan Palabra de Dios como el NT porque ella identifica a Jesús como el Mesías prometido a Israel, descubre el origen del mundo, del pecado y de la muerte y nos muestra el Plan de Dios de salvación de la humanidad, mediante el Siervo sufriente profetizado en el capítulo 53**2 del libro del profeta Isaías. Sin duda todo el capítulo 53 se refiere a Cristo. Citaremos solo unos pocos versículos para probarlo.
El profeta Isaías, que vivió, aproximadamente, del 765-700 a. C., nos anticipa cómo se llevaría a cabo el Plan de Dios, de salvación y rescate de la humanidad perdida. Pero, lo original, inaudito, asombroso y paradójico es que este designio de Dios, se realizaría, más de 700 años después, por medio de un “siervo sufriente” y “hombre de dolores” (Is 53,3) “cordero llevado al matadero” (53,7). Jesús cumple las promesas de Dios al entregarse en lugar de los pecadores: “herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados;” (Isaías 53:5, 10).
En el AT, desde la época patriarcal, y especialmente en la Mosaica, los corderos y demás animales que se ofrecían en sacrificio a Yahvé simbolizaban a Cristo, el Mesías Redentor*3. Por eso registra el Evangelio del apóstol Juan, que Juan el Bautista se refiere a Jesucristo como “El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Multitud de profecías del AT describen al Cristo o Mesías, indicando, además del lugar y fecha en que nacería (Mateo 2:5; Miqueas 5:2), infinidad de detalles sobre su vida y muerte.
El cristianismo es, pues, la «religión de una persona y no de un libro»*4.
Por eso, no podríamos comprender el cristianismo sino vemos que nace de las promesas de Dios a su pueblo Israel. El evangelista Mateo resalta esa profunda relación, cuando en el inicio de su evangelio nos describe las raíces generacionales de los ancestros de Jesucristo, dice así: “Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:” (Mateo 1:1; Biblia de Jerusalén, 1998; Cf. Lucas 3:23, 32, 34, 38). La traducción de la Biblia, Reina-Valera, 1960, dice así: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.”. El evangelista Mateo, después de retrotraerse hasta Abraham, va nombrando los antecesores o ascendientes de Jesús hasta llegar al verso 16, donde se registra: “y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.” (Mateo 1:1,16).
¿Qué pretendieron los evangelistas al narrarnos con tanto detalle la genealogía de Jesucristo? Sin duda, hacernos ver que Jesucristo es el Mesías o el Cristo, es decir, el enviado y ungido de Dios que cumple la promesa de bendición que Dios hizo a Abraham y que afectaría a todas las naciones. La promesa que Dios hizo a Abraham, hacia el año 1900 a.C, de que “Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra…”, (Génesis 22:18; Hechos 3:25; Hebreos 6:13-14; 11:12) tiene su cumplimiento en Jesucristo, que es el “descendiente mesiánico”, el “hijo de David”. Esta descendencia o simiente de Abraham que cumpliría las promesas de Dios la cita el apóstol Pablo en la epístola que dirige a los Gálatas, identificándola como el propio Cristo (Gálatas 3:16; Cf Gálatas 3:8,9). En los siguientes textos comprobaremos como se relaciona el NT con el AT:
Gálatas 3:8,9: “La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció con antelación a Abrahán esta buena nueva: En ti serán bendecidas todas las naciones.” (9) Así pues, los que creen son bendecidos con Abrahán el creyente.”
Gálatas 3:16: “Pues bien, las promesas fueron hechas a Abrahán y a su descendencia. No dice: “y a los descendientes”, como si fueran muchos, sino solo, a tu descendencia, es decir, a Cristo.”
El inicio del cumplimiento de la promesa de bendición a todas las naciones es confirmado con el anuncio de un ángel del Señor dirigido a los pastores que pasaban la noche a la intemperie, en unos campos cercanos a un pesebre de la ciudad de Belén, donde nació Jesús: “En la ciudad de David os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esta será la señal para que lo reconozcáis: encontrareis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.” (Lucas 2:9,11; Versión “La Palabra”; 1ª edición, 2010).
4. Clave tercera: Creer que Dios ha hablado, en nuestra era cristiana, a través, o por medio de su Hijo, Jesucristo (Hebreos 1:1-3); y que anteriormente lo hizo por sus profetas. Creer, pues, que Dios ha hablado a través de la Biblia entera.
Es decir, reconocer la inspiración divina de la Biblia y su autoridad. Esto es lo que vimos en la primera conferencia de este ciclo titulada “¿Es la Biblia Palabra de Dios?” en la que presentamos las evidencias tanto internas como externas que mostraban que la Biblia era obra divina, que Dios había hablado y se revelaba por medio de la misma.
Por tanto, cuando la actitud es negativa, y se parte del escepticismo hacia la Biblia en general o a algunas de sus partes, el discernimiento se nubla por el prejuicio o la incredulidad. Sucede como dice en Hebreos 4: 2 u.p. “no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe”.
Por el contrario, cuando se estudian las Sagradas Escrituras con reverencia, considerándolas como la Palabra de Dios, la fe aumenta, porque “la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10: 17). Por eso, afirmamos que la lectura provechosa de la Biblia implica el reconocimiento a priori o a posteriori del origen inspirado de la misma. Pues, en efecto, hay quienes creen en el origen divino de la Biblia antes de leerla; mientras otros lo aceptan después de examinar y reconocer las evidencias de la inspiración divina.
La actitud reverente nace de la humildad, de la consciencia de nuestras limitaciones; por eso David decía: “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmo 51: 17). Y por la convicción de que la Sagrada Escritura proviene de Él.
Siendo la Biblia la carta legada por la Divinidad a la humanidad, el propósito de esos 66 libros inspirados debe armonizar con los grandes fines del Creador del universo y con sus planes respecto a los seres humanos.
La Biblia nos dice que Dios ha hablado con la humanidad desde el principio del mundo tratando de redimirla o rescatarla, estableciendo relaciones de pacto o alianzas con Adán, Noé, Abrahán, los demás patriarcas, Moisés y los profetas. Dios ha proporcionado su revelación y conocimiento de sí mismo de forma progresiva, adaptándose al estado cultural y desarrollo moral de los pueblos. Desde hace más de dos mil años nos habla por su Hijo, Jesucristo, el cual es su revelación máxima y más completa. “A través de su Hijo, Dios entró en la historia para comunicarse como una persona física con el hombre”*5. Así lo proclama el NT, en la carta a los Hebreos en el capítulo uno: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, (Hebreos 1:1-3). O como dice 2ª Corintios 5:19: “…Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo…”.
El apóstol Pablo, en la carta que le escribe a su fiel discípulo Timoteo, hace énfasis en lo vital e importante que es la Biblia para el ser humano:
2 Timoteo. 3:15, 16: “y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”
Nunca será demasiado insistir en este punto porque sin asumirlo poco entenderíamos y nada nos aprovechará la lectura y estudio de la Biblia. Vuelvo a leer el testimonio tan importante del apóstol Pedro:
2ª Pedro 1:16: “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas (ingeniosas, BJ,1998) sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.”
El apóstol Pedro nos previene de que pensemos que la Biblia sea, en primer lugar, un invento literario de sus autores sin participación alguna de Dios, y en segundo lugar, que no podamos confiar en ella por ser obra de seres humanos falibles e imperfectos. Sin embargo, Pedro puede testificar y relatar lo que vio, con toda autoridad, cuando estaba con Cristo. Aquí particularmente se está refiriendo a la Transfiguración que experimentó Jesús en el monte santo de Jerusalén. San Pedro relata lo que vio allí, como testigo presencial, su majestad, su gloria, y oyó la voz de Dios que venía del cielo, que, refiriéndose a Jesucristo, decía: “Este es mi Hijo muy amado en quien me complazco” (2ª Pedro 1:17 úp). Y completando el contexto, sigue diciendo:
2ª Pedro 1: 17,18: Porque recibió de Dios Padre honor y gloria, cuando la sublime Gloria le dirigió esta voz: “Este es mi Hijo muy amado en quien me complazco (18) Nosotros mismos escuchamos esta voz, venida del cielo, estando con Él en el monte santo. BJ. 1988. (Refs. Mt. 17:1-5; Mr. 9:2-7; Lc. 9:28-35).
2ª Pedro 1:19-21: (19) Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; (20) entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, (21) porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”
Pedro al declarar “que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”
“no niega la voluntad ni la personalidad humana al escribir las Escrituras; más bien recalca tres hechos importantes acerca del fenómeno de la inspiración: (1) la fuente última del mensaje no fueron los pensamientos e impulsos de los mensajeros humanos; (2) los escritores humanos fueron ayudados divinamente (“llevados”) por el Espíritu Santo para comunicar sus mensajes divinos; de manera que (3) el producto de este esfuerzo cooperativo entre lo humano y lo divino fue fidedigno (“más seguro”).
“Debido a esta cooperación única entre Dios y los escritores humanos de la Biblia, tanto Jesús como los cristianos del Nuevo Testamento reconocieron que aunque los escritores de la Biblia emplearon sus propias palabras y expresiones, el producto final (la Biblia) tenía el sello de aprobación de Dios como siendo verdaderamente su Palabra**7.
“Además de identificar a Dios como el origen de las palabras de los escritores del Antiguo Testamento y de las palabras de Jesús, los escritores del Nuevo Testamento también testificaron que sus propias palabras tenían autoridad porque su mensaje también era de origen divino (Luc. 10:16; Gal. 1:8, 9). Por eso Pedro instó a sus lectores a recordar las palabras “que antes han sido dichas por los santos profetas” (2 Ped. 3:2). Pablo sumó su voz, [incidiendo igualmente en lo mismo] cuando habló de las cosas que “…Dios nos la reveló a nosotros por el Espíritu […](13) lo cual también hablamos no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1 Corintios 2:10, 13).
“Sin embargo, la dirección del Espíritu en los escritores inspirados, al expresar en sus propias palabras los pensamientos y las ideas dados por Dios, no debe confundirse con la inspiración mecánica (de dictado), una teoría equivocada que afirma que el Espíritu Santo dictó cada palabra de la Escritura.
“El apóstol Pablo resumió la cooperación única entre Dios y los escritores humanos de la Biblia en su carta a los cristianos de Tesalónica”**8:
“Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como la palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cuál actúa en vosotros los creyentes” (1 Tes. 2:13).
“En otras palabras, el hecho de que las Escrituras son inspiradas, presupone que la Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios.
Una cooperación divino-humana
“La naturaleza dual de la Biblia como el producto de ambos, lo humano y lo divino, puede compararse con Jesucristo y su encarnación. Así como Jesús (la Palabra encarnada) es plenamente divino y plenamente humano, así también la Biblia (la Palabra escrita) es plenamente divina y plenamente humana. Así como Jesús tuvo autoridad para hablar, ordenar y dar vida a aquellos que lo aceptaron, así también la Biblia afirma lo mismo. Estas afirmaciones son evidentes, por la manera como los escritores del Nuevo Testamento citan a los del Antiguo Testamento”**9.
“Podemos concluir que la Escritura tiene una paternidad literaria doble: Dios es el Autor primordial a través de cuya iniciativa los escritores humanos hicieron su obra. Sería inexacto decir que la Biblia es un libro humano que contiene la Palabra de Dios, o asignar algunas partes de la Escritura a Dios y otras al hombre. La Escritura es la Palabra de Dios dada a través de instrumentos humanos. Al igual que no podemos separar la naturaleza humana de Jesús de su naturaleza divina, así también no podemos dividir la Escritura, afirmando que algunas partes son humanas y otras divinas”**10.
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mateo 24: 35
Presuposiciones que surgen de las afirmaciones de la Biblia
a. Origen
- La Biblia es la Palabra de Dios y es el medio principal y autorizado por el cual, Él se revela a los seres humanos.
- El Espíritu Santo inspiró a los escritores de la Biblia con pensamientos, con ideas y con información objetiva; a su vez ellos expresaron esto en sus propias palabras. Por lo tanto, las Escrituras son una unión indivisible de elementos divinos y humanos, ninguno de los cuales debe ser enfatizado a expensas del otro (2 Ped. 1:21).
- Toda la Escritura es inspirada por Dios y llegó a través de la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, no llegó en una cadena continua de revelaciones ininterrumpidas. Mientras el Espíritu Santo comunicaba la verdad al escritor de la Biblia, cada uno escribió [según] fue impelido por el Espíritu Santo, recalcando el aspecto de la verdad que fue guiado a enfatizar. Por esta razón, el estudiante de la Biblia adquirirá una comprensión madura de cualquier tema al reconocer que la Biblia es su propio y mejor intérprete, y que, cuando se la estudia en su totalidad describe una verdad consistente y armoniosa (2Tim. 3:16; Heb. 1:1, 2).
- Aunque fue dada a los que vivieron en el contexto del antiguo Cercano Oriente y el Mediterráneo, la Biblia trasciende su trasfondo cultural para servir como la Palabra de Dios para todos los contextos culturales, raciales y situacionales, en todas las edades.
b. Autoridad
- Los 66 libros del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento son la revelación clara e infalible de la voluntad de Dios y de su salvación. La Biblia es la palabra de Dios, y ella sola es la norma por la cual toda enseñanza y experiencia debe ser probada (2 Tim. 3:15-17; Sal. 119:105; Prov. 30:5, 6; Isa. 8:20; Juan 17:17; 2 Tes. 3:14; Heb. 4:12).
- La Escritura es un registro auténtico y fidedigno de la historia y de los actos de Dios en la historia. Proporciona la interpretación teológica normativa de esos actos. Los actos sobrenaturales revelados en la Escritura son históricamente ciertos. Por ejemplo, los once primeros capítulos del Génesis constituyen un informe objetivo de eventos históricos.
- La Biblia no es igual a los otros libros. Es una mezcla indivisible de lo divino y lo humano. El registro que hace de muchos detalles de la historia secular es esencial para su propósito total de transmitir la historia de la salvación. […]. Únicamente un método que reconozca plenamente la naturaleza indivisible de la Escritura puede evitar una tergiversación de su mensaje.
- La razón humana está sujeta a la Biblia, no es igual a ella ni está por encima de ella. Las presuposiciones en cuanto a las Escrituras deben estar en armonía con las afirmaciones de las Escrituras y sujetas a ser corregidas por la Escritura (1 Cor. 2:1-6). Dios se propone que la razón humana sea usada en toda su extensión, pero dentro del contexto y bajo al autoridad de su Palabra antes que independientemente de ella.
- Cuando se entiende correctamente la revelación de Dios en toda la naturaleza, está en armonía con la Palabra Escrita y debe ser interpretada a la luz de la Escritura**11.”
Muchos, hoy día, al apartarse de la Biblia se dejan llevar por filosofías y religiones orientales que niegan la existencia del pecado del hombre, que creen en un Dios energía, totalmente impersonal, incluso, que existe formando parte de todo, como en el panteísmo, y en seres humanos que al morir se reencarnan en otros seres vivientes, o incluso en animales.
Puedo afirmar, por mi propia experiencia, que todos los que aún tienen dudas, pero buscan sinceramente encontrar la verdad, la encontrarán y reconocerán por sí mismo, que la Biblia es la revelación de Dios para la salvación del hombre. Pero es necesario advertir, que para conseguir esto es necesario estudiar con perseverancia la Palabra de Dios. En mi opinión, ante ella, solo caben dos posturas, Dios ha hablado a la humanidad mediante la Biblia, y seremos juzgados por sus principios morales, o por el contrario no lo ha hecho, y, toda ella es un inmenso fraude y un gran engaño, con lo cual sería indiferente su estudio o lectura. Pero, no son admisibles medias tintas, o decir, creer que lo que nos gusta está inspirado y lo demás no lo está
5. Clave cuarta: Creer que Jesucristo es el Hijo de Dios, hombre y Dios verdadero a la vez, y que la gravedad del pecado de los seres humanos fue tal, que fue necesario que entregara su vida para vencer al pecado, la muerte y al diablo.
“El misterio que había estado oculto desde los siglos y edades” ahora ha sido desvelado o manifestado. Por tanto, ya no es un misterio y no tenemos excusa. No obstante, tenemos que reconocer que nos cuesta creer que Jesús es el Cristo (versión griega de la palabra hebrea Mesías, que significa “ungido”); mucho más todavía que sea Hijo de Dios y enviado por Él, el Dios-Hombre, hecho carne mediante la virgen María. Los siguientes textos demuestran que Jesús fue enviado por Dios Padre.
Juan 9:35-38: Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? 36 Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? 37 Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. 38 Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró.
Juan 10: 14-18: Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, 15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. 17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. 18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
Juan 16: 27,28: pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios. 28 Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre.
Juan 17: 3-5: Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. 4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. 5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.
Juan 10: 30: Yo y el Padre uno somos.
Juan 10: 36-38: ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy? 37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. 38 Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
Juan 14: 6: Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Juan 11: 25: Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
¿Quién es Jesús de Nazaret?
Jesús de Nazaret, conocido también como Jesucristo, el hombre más importante de la historia de la humanidad, nació en Palestina, hacia el año 4 ó 5 antes de nuestra era, durante el reinado de Herodes el Grande, rey de los judíos*6 (37-4 a.C.) (Mateo 2:1, ss), que fue vasallo y tributario del emperador romano César Augusto (30 a.C a 14 d.C.). La vida pública de Jesús transcurrió bajo el reinado de su sucesor, Tiberio (14-37 d.C.), y fue ajusticiado, en una cruz, por el procurador imperial Poncio Pilato, alrededor del año 30 de nuestra era.
Como hemos podido comprobar, el Cristo de los cristianos es una persona muy concreta, humana e histórica: el Cristo de los cristianos no es otro que Jesús de Nazaret, un judío o israelita, que nació en Belén de Judea, de una mujer virgen, llamada María que vivía en Nazaret (Galilea) (Lc 2:4). Es por esto por lo que el cristianismo se basa esencialmente en la historia, y la fe cristiana es esencialmente una fe histórica.
¿Qué dicen las Sagradas Escrituras de Jesús?
Los evangelios de Mateo y Lucas, nos relatan que su singular nacimiento y primeros años de vida ocurrieron de la siguiente manera:
Lucas 1:26-35: “…el ángel Gabriel fue enviado por Dios a Nazaret, un pueblo de Galilea, (27) a visitar a una joven virgen llamada María, que estaba prometida en matrimonio a José, un varón descendiente del rey David. (28) El ángel entró en el lugar donde estaba María y le dijo: ¡Alégrate, favorecida de Dios. El Señor está contigo! (29) María se quedó perpleja al oír estas palabras, preguntándose qué significaba aquel saludo. 30 Pero el ángel le dijo: No tengas miedo, María, pues Dios te ha concedido su gracia. 31 Vas a quedar embarazada, y darás a luz un hijo, al cual pondrás por nombre JESÚS. 32 Un hijo que será grande, será Hijo del Altísimo. Dios, el Señor le entregará el trono de su antepasado David, 33 reinará eternamente sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin. 34 María replicó al ángel: Yo no tengo relaciones conyugales con nadie; ¿cómo, pues, podrá sucederme esto? 35 El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Dios Altísimo te envolverá. Por eso, el niño que ha de nacer será santo, será Hijo de Dios. (Versión “La Palabra”; 1ª edición, 2010)
El relato de Lucas se complementa perfectamente con el del evangelista Mateo:
Estaba José pensando en dejar a María secretamente, cuando “…un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” (Mateo 1:20,21).
Lo poco que sabemos de su niñez se encuentra en el Evangelio según San Lucas. El cual, nos dice que cuando el niño cumplió los ocho días le llevaron a circuncindar, “…y le pusieron por nombre Jesús, el nombre que el ángel le puso antes de ser concebido.” (Lucas 2:21; Versión “La Palabra”), y unos 33 días más tarde sus padres le llevaron al Templo de Jerusalén para presentarle al Señor, y “…ofrecer conforme lo que se dice en la ley del Señor: un par de tórtolas, o dos palominos.” (Lc. 2: 24); Y […] “Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. (Lucas 2:39)
Lucas sigue contándonos que “… el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.” (Lucas 2:40; Cf. Lc 2:23-33), como se evidencia en el siguiente episodio que relata más adelante:
“Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua; 42 y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta. 43 Al regresar ellos, acabada la fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supiesen José y su madre. 44 Y pensando que estaba entre la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y los conocidos; 45 pero como no le hallaron, volvieron a Jerusalén buscándole. 46 Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. 47 Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. 48 Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. 49 Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? 50 Mas ellos no entendieron las palabras que les habló. 51 Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. (52) Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.” (Lucas 2:41-52).
Luego, la Sagrada Escritura da un salto hasta que comienza su ministerio público, después de ser bautizado por Juan el Bautista. Lucas ubica con gran precisión y muchos detalles, el momento histórico en que este evento tiene lugar:
“En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, 2 y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. 3 Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, 4 como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías (…) 21 Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, 22 y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. (Lucas 3:1-3;21,22).
Sin embargo, lo singular del cristianismo es que Jesús, no sólo es humano sino también divino. Él es el Hijo de Dios, de la misma sustancia que el Padre (Hebreos 1:3; Juan 1:1-5; Fil 2:6-8; Col. 1:15-19). Es Dios Hijo que se ha hecho hombre escondiendo su divinidad en su humanidad. El Dios único del judaísmo se muestra o se revela en el NT como tres personas perfectamente diferenciadas: Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo. Sin embargo es una única esencia, un único ser.
Por esto, el cristianismo, ha sido y es un «escándalo para los judíos», como también, unos 700 años más tarde, lo fue y lo sigue siendo para los musulmanes, que no pueden admitir que el Dios único se haya manifestado en la Santa Biblia como tres personas distintas, que Dios pueda tener un hijo, o que un hombre tenga la audacia sacrílega de pretender ser «hijo de Dios».
No obstante, las generaciones de nuestro siglo XXI quizá se habrán preguntado más de una vez, ¿Qué tiene que ver Jesús, un judío que nació hace dos mil años con mi vida? ¿En qué me puede afectar? ¿Qué puede hacer Jesús por mí vida? ¿De qué sirvió que viniese a este planeta y sufriese una muerte tan cruel en una cruz romana?
¿Qué dijo Jesús de sí mismo?
Juan 11:25: Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y en otra ocasión:
Juan 14:6: Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
¿Qué dijeron de Jesús algunos que hablaron con Él?
Juan 4:40-42: Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. 41 Y creyeron muchos más por la palabra de él, 42 y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.
¿Qué testificó el apóstol Pedro?
Hechos 4:12: Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
¿Qué declaró el apóstol Pablo?
1ª Corintios 3: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
Hebreos 12:2:“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
6. Clave quinta: Reconocer, en primer lugar, que el pecado es una realidad que afecta a todos, y, en segundo lugar, que su solución está en Cristo, “El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
Si no reconocemos nuestra enfermedad difícilmente el médico divino, Cristo, podrá curarnos. Es preciso, primero comprender que el ser humano ante el pecado está perdido, y que no puede vencerlo por sí solo, y que por tanto necesita un salvador, que supla y expíe sus deficiencias, le purifique y le regenere, transformándole en una nueva criatura (2ª Corintios 5:17:“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.). En los siguientes textos, la Biblia nos muestra nuestra naturaleza pecaminosa, cuya única solución está en Cristo:
Romanos 3:9: ¿Qué, pues? Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. 10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno;
Romanos 3:23,24: por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
Romanos 512: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
1ª Corintios 15:21-23: Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. 22 Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. 23 Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.
El Nuevo Testamento o Biblia cristiana, como ya dijimos, es el cumplimiento de las promesas que Dios dio a su pueblo Israel en el AT, que se materializan con la encarnación de Cristo, su vida, muerte y resurrección. Él cumple toda la ley de Dios, y todo lo que en el AT era sombra y figura ahora es realidad, pone los fundamentos para su Iglesia, y envía el Espíritu Santo para el crecimiento y santificación de la misma. Jesucristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29); como dice el apóstol Pedro: “un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,” (1ª Pedro 1:18-20).
¿A qué vino Jesús el Cristo a la Tierra?
A) A buscar y salvar la humanidad que se había perdido
Lucas 19:10: “10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
B) Para que tengamos vida eterna y seamos salvos por su muerte.
Juan 3:16,17: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
C) A predicar el reino de Dios, el arrepentimiento de nuestros pecados y a que creamos en el Evangelio.
Marcos 1:14,15: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, 15 diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.”
D) A servir y dar su vida en rescate por muchos.
Marcos 10:45: Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
E) A perdonar los pecados de los seres humanos que se arrepienten
Hechos 2:38: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
F) A destruir a la muerte y el poder del diablo
Hebreos 2:14-18: Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15 y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. 16 Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. 17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. 18 Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.
7. Clave sexta: Creer que la Palabra de Dios es el medio que el Espíritu Santo usa para salvar y santificar a las personas.
Como ya hemos dicho la fe en Jesucristo como Hijo de Dios es la virtud esencial de la que dependerá que obtengamos el amor y las demás imprescindibles virtudes de santificación. Como declara el autor de la carta a los Hebreos: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11:6).
Quizá os preguntéis ¿adónde acudo para obtener la fe? ¿Cómo puedo llegar a creer si no tengo fe?
El apóstol Pablo nos dice en Romanos 10:17 que “…la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”. Por otro lado, también afirma que “…por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; (9) no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 1:8,9). “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” (Hebreos 12:2).
El medio de gracia esencial que Dios usa para convertir a los pecadores es su Palabra, la Santa Biblia, específicamente, para los cristianos, el Nuevo Testamento. Por eso es fundamental conocerlo, creerlo y obedecerlo para progresar en el camino cristiano. De esta manera, mediante el alimento diario de su Palabra, nos identificaremos con Cristo día a día, siguiendo el ejemplo de Cristo que nos muestra el apóstol Pablo en:
Filipenses 2:3-8: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. 5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz..”
San Pedro la llama “Palabra de Dios”, y le atribuye el poder de transformarnos, haciéndonos renacer, como declara en el capítulo uno de su primera epístola: “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1 Pedro 1:23). El apóstol Santiago incide en su poder transformador, denominándola, la Palabra, a secas, o la Palabra de verdad:
Santiago 1:21-25: “21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. 22 Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. 23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. 24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. 25 Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.”
Santiago 1:18: “Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”
San Pablo, en los siguientes textos, se refiere a la Biblia como las Sagradas o Santas Escrituras, o “la Palabra de Cristo”.
Romanos 1:1,2: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, 2 que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,”
2 Timoteo. 3:15, 16: “y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. 16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”
Colosenses 3:16: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.”
8. Clave séptima: Nunca formular una doctrina o creencia basándose en un solo versículo sin tener en cuenta el contexto inmediato, el del libro y el de la Biblia entera, pues ella debe ser su único intérprete. Debe de haber armonía y no-contradicción en todos los libros de la Biblia.
Una regla fundamental para entender la Biblia correctamente y evitar extraer doctrinas o creencias erróneas, consiste en tener en cuenta no solo el contexto inmediato sino también el contexto del libro en que se encuentra el versículo analizado y los otros libros de la Biblia que se refieran al mismo tema. En la interpretación que hagamos del texto no pueden caber contradicciones con el resto de los otros textos sino que debe estar en armonía.
Un ejemplo de interpretación errónea y parcial es el que le ha dado la jerarquía católica a los supuestos sucesores del apóstol san Pedro, al que han llegado a considerar el primer Papa y fundamento de la iglesia, para justificar la implantación del papado, con toda su preeminencia y poder sobre todos sus creyentes, hasta el punto de considerarlo el representante de Dios o Vicario de Dios en la Tierra, capaz de atar y desatar todo así en la tierra como en el cielo. Esta falsa doctrina nace y se apoya en la famosa frase de Jesús,”… Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.”, que se registra en el Evangelio de San Mateo (16:18). De aquí deducen que Jesús se refirió a Pedro como la piedra sobre la que se edificará su iglesia. Sin embargo, esto se debe discernir a la luz de lo que el mismo San Pedro afirma, y, también, de los textos de San Pablo, que dejan absolutamente claro que la iglesia se fundamenta sobre los apóstoles y profetas, no solamente sobre Pedro, y todos ellos, a su vez se apoyan en la principal piedra del ángulo, la piedra angular que es Jesucristo mismo:
Efesios 2:20: Edificados sobre el fundamento (cimiento BJ,1998) de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo (Piedra angular, BJ,1998) Jesucristo mismo, “
El mismo apóstol Pedro en su primera epístola, señala a Cristo como la piedra que fundamenta la iglesia:
1ª Pedro 2:4-8: Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, 5 vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. 6 Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado. 7 Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo; 8 y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.
Cristo es la piedra o roca sobre el que se asienta la iglesia, como también lo afirma el apóstol Pablo:
1ª Corintios 10: 4: “y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.
La fe cristiana tiene su fundamento en Jesucristo; así consta en 1ª Corintios 3:11, en donde el gran apóstol San Pablo declara sin lugar a dudas: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.”. Además, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, el escritor San Lucas narra que el apóstol San Pedro, después de ser apresado en Jerusalén, fue interrogado por los dirigentes de Israel, los ancianos, escribas, el sumo sacerdote Anás, Caifás y todos los de su familia (Hechos 4:6), que le preguntaron con qué autoridad, o en qué nombre enseñaba al pueblo y le anunciaba la resurrección de Jesús (Hechos 4:2,7). A lo que Pedro respondió con valentía y rotundidad: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. (12) Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Hechos 4:11,12). La doctrina de la Iglesia cristiana primitiva se fundamentaba en las palabras, la enseñanza, las obras y la vida del hombre-Dios, Jesucristo cuya historia se nos narra en cuatro libros que tienen por autores a Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y en las epístolas de sus apóstoles, que las desarrollaron y las explicaron.
Por tanto, la afirmación de Cristo, “… Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,” (Mateo 16:18), se está refiriendo a la confesión de fe que acababa de hacer el apóstol Pedro: “Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. (Mateo 16:16). Es decir, Cristo, le dice a Pedro que su iglesia será edificada sobre la fe en el mismo, como el Mesías, Hijo de Dios. Este es el fundamento, o cimiento sobre el que se apoya todo el edificio de la iglesia, tanto los apóstoles como los simples creyentes.
9. Clave octava: La sinceridad como condición esencial para la búsqueda de la verdad
Se define la sinceridad como la sencillez, veracidad y modo de ser o de expresarse libre de fingimiento. Es un estado íntegro del espíritu. La sinceridad no es sinónimo de perfección alcanzada. Una persona puede ser sincera y estar equivocada por falta de información. Pero todo el mundo admite que desde el punto de vista de la moral es preferible una persona sincera, aunque equivocada, que un erudito hipócrita con conocimientos verdaderos.
La Biblia destaca la importancia de la sinceridad y la recomienda. Saulo de Tarso, que de perseguidor de los cristianos pasó a ser perseguido por testificar de Cristo, fue transformado, por la conversión, en el apóstol San Pablo, y experimentó la satisfacción que revelan estas palabras: “Porque nuestra gloria es ésta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo…” (2 Corintios 1: 12). No puede haber una búsqueda más importante de la verdad, que mediante la sinceridad.
10. Clave novena: Orar siempre antes de iniciar su lectura, para pedir al Autor de la Biblia que nos dé la humildad y el entendimiento, que ilumine la mente y la haga receptiva a sus mensajes.
La Biblia debe ser estudiada con espíritu de oración, en busca de la voluntad de Dios. Jesús destacó claramente la importancia de la oración al expresar: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá” (S. Marcos 11: 24).
La misma Biblia enseña: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada” (Santiago 1: 5, 6)
11. Clave décima: La lectura de la Biblia debe ser cotidiana.
A fin de que aumente su interés por conocer su contenido, despierte el apetito por los asuntos espirituales y pueda resultar de alimento espiritual como es el alimento físico o material del que no solemos prescindir ni un día. El profeta Jeremías declaró: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón” (Jeremías 15: 16). Jesús enseñó enfáticamente lo que ya había sido expresado por Moisés: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (S. Mateo 4: 4; Deuteronomio 8: 3).
En el Nuevo Testamento se elogia la actitud de los cristianos de Berea porque “recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17: 11).
El deseo de obtener diariamente el alimento espiritual mediante la lectura de su Palabra requiere un profundo examen de conciencia. Por esta razón, el apóstol San Pedro presentó esta recomendación: “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 S. Pedro 2: 1, 2). La lectura cotidiana de las Sagradas Escrituras debe satisfacer la necesidad del alma al recibir ese alimento espiritual que consiste en la suma de las preciosas enseñanzas divinas que producirá un crecimiento proporcional a lo que se asimila.
12. Clave undécima: Mediante la meditación el lector de la Biblia puede profundizar su contenido descubriendo verdades que no conocía.
El Salmista consideraba bienaventurado al que se apartaba de los malos caminos para obedecer a Dios, y destacó una característica esencial de la vida religiosa, al decir: “Y en su ley medita de día y de noche” (Salmo 1: 2). Además, exclamó: “!Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. . . Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación” (Salmo 119: 97, 99).
13. Clave duodécima: Mediante la disposición a obedecer las verdades descubiertas y a ser guiados por Dios.
Todo aquel que acepta las Sagradas Escrituras como la Palabra de Dios debe estar dispuesto a obedecer las verdades a medida que las va descubriendo. En caso contrario, en lugar de avanzar en el conocimiento de la verdad, irá perdiendo lo que no pone en práctica. Así lo enseñó Jesús mediante la parábola de los talentos, según la cual, aquel que no cultivó sus dones por considerarlos pocos, no sólo los enterró, sino que los perdió para siempre. El Maestro llevó esa parábola a su culminación, al decir: “Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado” (S. Mateo 25: 29).
El que descubre una verdad moral en las páginas bíblicas y no la pone en práctica, sólo ha logrado un progreso ilusorio, que en realidad implica una caída en la desobediencia. No basta oír acerca de una verdad descubierta, es necesario adoptarla en forma integral. Por esta razón, Santiago escribió: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1: 22).
“Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos; endereza delante de mí tu camino” (Salmo 5: 8).
“Jehová es mi pastor; nada me faltará. … Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre” (Salmo 23: 1, 3).
“Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud” (Salmo 27: 11).
“Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria” (Salmo 73: 24).
“Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad” (Salmo 119: 35).
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmo 139: 23, 24).
En el Nuevo Testamento se expresa enfáticamente la necesidad de ser guiados por la Divinidad para descubrir, las verdades y vivir en armonía con ellas. Cuando Jesús prometió el Espíritu Santo a sus seguidores, declaró: “El os guiará a toda la verdad” (5. Juan 16: 13). El conocimiento de la verdad es graduado por el Espíritu Santo a medida que las verdades conocidas son asimiladas por la obediencia práctica y no por un mero asentimiento intelectual y teórico.
14. Métodos de estudio de la Biblia
Se sugieren los siguientes planes de estudio:
Análisis del mensaje libro por libro de forma consecutiva, o siguiendo el orden cronológico.
Los libros de la Biblia no han sido ordenados cronológicamente, sino clasificados en secciones temáticas: históricos, poéticos, sapienciales y proféticos. Por consiguiente, conviene destacar la fecha cuándo fue escrito cada libro bíblico para evitar confusiones de orden cronológico e histórico.
En el texto bíblico se han usado diversos géneros literarios por lo cual es de gran importancia que el lector sepa distinguir si el significado de un pasaje es literal o figurado.**12
El lector que sigue el sistema consecutivo generalmente no se da cuenta de que la sección de los 17 libros proféticos ha sido dividida en dos categorías atendiendo mayormente al tamaño de los mismos, sin considerar la antigüedad de su redacción. Los más extensos forman los libros de los profetas mayores, y los pequeños integran la colección de los doce profetas menores. Según la realidad histórica los “profetas mayores” no fueron los primeros en escribir. Si se pusieron en primer término sus libros en la sección profética se debió únicamente a la mayor extensión de sus escritos que aparecían en rollos independientes, mientras que los doce libros de los “profetas menores” fueron copiados en un solo rollo**13.
La lectura en orden cronológico de las Escrituras puede realizarse de dos maneras diferentes, según el interés del lector. Si su intención es conocer la evolución literaria e institucional del antiguo pueblo de Israel seguirá estrictamente el orden cronológico de los libros bíblicos según las fechas de origen o la aparición de los mismos. Pero si el lector se propone interpretar los hechos históricos, seguirá como hilo conductor todas las informaciones que pueda obtener en la Biblia acerca de la secuencia de los acontecimientos.
En síntesis, el sistema cronológico de la lectura bíblica puede realizarse según dos procedimientos, de acuerdo con los propósitos del lector:
(1º) El procedimiento cronológico-literario que sigue de un libro a otro según el orden de antigüedad.
(2º) El procedimiento cronológico-histórico que sigue el curso real de los acontecimientos referidos.
Ambos procedimientos resultan plenamente satisfactorios para estudiar la Biblia.
Según el sistema cronológico-literario de lectura basta seguir una lista de los libros bíblicos ordenada según la antigüedad de los mismos. Para leer las Sagradas Escrituras según el sistema cronológico-histórico es necesario seguir la secuencia de los acontecimientos, buscando las informaciones colaterales de diversos libros bíblicos que se ocupan del mismo suceso histórico**14.
2) Método de versículo por versículo.
3) Estudio que busca una solución a un problema específico de la vida, satisfacción bíblica para una necesidad particular o una ‘respuesta bíblica a una cuestión específica.
4) Estudio por temas (fe, amor, segunda venida y otros).
5) Estudio de palabras.
6) Estudio biográfico.**15
15. Conclusión
La Biblia no contiene error en aquello que afirma. Pero la Biblia no afirma todo lo que contiene. Por ejemplo las afirmaciones de los amigos de Job son desmentidas por Dios más tarde. Debe ser entendida como un todo y cada texto en su contexto.
Así como nuestra vida física es sostenida por el alimento, nuestra vida espiritual es sostenida por la Palabra de Dios.
Por tanto, se requiere que tomemos los pasos siguientes en armonía con ello:
(1) Tratar de captar el significado sencillo y más evidente del pasaje bíblico que se está estudiando.
(2) Procurar descubrir los grandes temas fundamentales de la Escritura tal como se encuentran en los textos individuales, los pasajes y los libros. Dos temas básicos, relacionados entre sí, corren a través de toda la Escritura:
(a) La persona y la obra de Jesucristo; y (b) la perspectiva del gran conflicto, incluyendo la autoridad de la Palabra de Dios, la caída del hombre, el primer y el segundo advenimiento de Cristo, la vindicación de Dios y de su ley, y la restauración del plan divino para el universo. Estos temas deben ser extraídos de la totalidad de la Escritura y no impuestos sobre ella.**16
(3) Hacer un compromiso para estudiar la Biblia cuidadosamente;
(4) Orar por la iluminación del Espíritu Santo para tener una comprensión correcta de su Palabra;
(5) Elegir un versículo (o una porción pequeña) a la vez;
(6) Concentrar el pensamiento (es decir, reflexionar ó meditar con oración) en el mensaje de Dios;
(7) Encontrar lo que el pasaje significa para usted en su situación concreta;
(8) Habiendo descubierto “qué dice el Señor”, ponerlo en práctica *17.
Carlos Aracil Orts
Referencias bibliográficas
*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.
Abreviaturas frecuentemente empleadas:
AT = Antiguo Testamento
NT = Nuevo Testamento
AP = Antiguo Pacto
NP = Nuevo Pacto
Las abreviaturas de los libros de la Biblia corresponden con las empleadas en la versión de la Biblia de Reina-Valera, 1960 (RV, 1960)
Bibliografía citada
1. La Biblia y su interpretación. Pág…. Weldon E. Viertel. Editorial Mundo Hispano. 2003
2. Isaías 53:5-12: Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Yahvé cargó en él el pecado de todos nosotros. 7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. 8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. 9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. 10 Con todo eso, Yahvé quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Yahvé será en su mano prosperada. 11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. 12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.
3 Guía para estudiar la Biblia, Pág. 47. Dr. Daniel Hammerly Dupuy
4 B. Chenu – F. Coudreau, La fe de los católicos, Sígueme, Salamanca, 1986, pág. 73
5 La Biblia y su interpretación por. weldon e. vierte l editorial mundo hispano 2003
6 “Recibiendo la Palabra”. Pág. 57. Samuel Koranteng-Pipim. Asociación Casa Editora Sudamericana-Argentina
7 “Recibiendo la Palabra”. Pág. 58. Samuel Koranteng-Pipim. Asociación Casa Editora Sudamericana-Argentina
8 “Recibiendo la Palabra”. Pág. 59. Samuel Koranteng-Pipim. Asociación Casa Editora Sudamericana-Argentina
9 “Recibiendo la Palabra”. Pág. 60. Samuel Koranteng-Pipim. Asociación Casa Editora Sudamericana-Argentina
10 “Recibiendo la Palabra”. Pág. 402 y 403. Samuel Koranteng-Pipim. Asociación Casa Editora Sudamericana-Argentina
11El reino de Herodes el Grande llegó a comprender las provincias de Judea, Idumea (al sur), Samaría (centro), Galilea, Perea (Norte) y otras regiones de la zona del Haurán (BJ, 1998, comentario a Mt. 2:1).
12 Guia para estudiar la Biblia. Pág. 88. Dr. Hammerly Dupuy
13 Guia para estudiar la Biblia. Pág. 92. Dr. Hammerly Dupuy
14 Guia para estudiar la Biblia. Pág. 94. Dr. Hammerly Dupuy
15 “Recibiendo la Palabra”. Pág. 404 y 405. Samuel Koranteng-Pipim. Asociación Casa Editora Sudamericana-Argentina
16 “Recibiendo la Palabra”. Pág. 405. Samuel Koranteng-Pipim. Asociación Casa Editora Sudamericana-Argentina
17 Recibiendo la Palabra”. Pág. 312. Samuel Koranteng-Pipim. Asociación Casa Editora Sudamericana-Argentina