¿Es razonable creer en la existencia de Dios?

Versión 30-08-2014

Carlos Aracil Orts

 1. Introducción

Estimado Albrecht, le agradezco que me haya contactado, y también su sinceridad. Pero siento que www.amistadencristo.com no le haya aportado nada positivo. Si ha leído mi artículo ¿Por qué existe el mal? Ya sabrá que no puedo compartir lo que usted afirma en su correo.

“¿Existe realmente lo que llamamos maldad? Si no existiera la bondad no podríamos determinar lo que es malo o es bueno. Por ejemplo, cómo podemos definir que algo es grande, a primera instancia no lo podríamos hacer, sólo lo logramos mediante una comparación, pero esto tampoco nos dirá que algo sea grande. Lo único que podríamos decir que, por ejemplo, A es más grande que B. Con el mal y el bien sucede exactamente lo mismo. Podemos decir que A es malo y que B es bueno pero no tenemos realmente un criterio para esto. Para mí, por ejemplo A puede ser algo malo, si soy diabético el azúcar es algo malo para mí.

La idea del taoísmo del Ying Yang es más acertada en lo que se relaciona con el bien o el mal. Nosotros acostumbrados a la cultura occidental, influenciada por el cristianismo, tenemos la tendencia de diferenciar las cosas. El bien o el mal, lo moral o lo inmoral, lo correcto o lo incorrecto.

Nada en si es lo uno o lo otro, por ejemplo el fuego no es malo ni bueno, puede ser las dos cosas al mismo tiempo, al igual que el agua o el viento, por ejemplo.
La separación del bien y del mal proviene principalmente de las tres grandes religiones monoteístas. Dios, lo bueno, el bien, Satanás lo malo, la maldad. Estos dos entes imaginarios tampoco son lo uno o lo otro, tanto el dios de la biblia y Satanás son ambas cosas. “Dios” no es netamente bueno ni “Satanás” es la maldad absoluta.

Es erróneo preguntarse si el mal como tal existe, todas las cosas tienen sus dos lados. No existe lo absolutamente malo o absolutamente bueno.” (Albrecht)

¿Qué más puedo añadir a lo que expresé en el mencionado artículo? ¿Puedo acaso tratar de convencerle para que piense de distinta forma? ¿Debo intentarlo, al menos?

Dios, que para usted no existe, nos ha creado con una conciencia que es capaz de discernir el bien del mal, y para ello se hace necesario partir de la base que tanto un concepto como el otro son claramente distinguibles sin necesidad de contrastarlos. ¿No sabe toda persona normal que los actos de matar y robar son malos de por sí sin más? ¿Fue necesario que los seres humanos se mataran unos a otros para que supieran que no deberían hacer semejante cosa porque es completamente mala en sí?

No conozco mucho de usted excepto lo que se deduce del escrito que tan amablemente me ha dirigido. Al parecer usted no es creyente. Es decir, es ateo o agnóstico.

Por tanto, si usted busca saber si Dios existe, y anhela encontrarle me tiene a su disposición en lo que modesta y humildemente esté en mi mano; de lo contrario poco diálogo podemos tener.

No obstante, me tomo la libertad de hablarle de las pruebas de la existencia de Dios que para mí son concluyentes, aunque muy probablemente para usted no signifiquen nada, pero aun a riesgo de perder mi tiempo y el suyo, le expongo a continuación los argumentos que conozco y que se me ocurren:

2. ¿Es razonable creer en la existencia de Dios? ¿Existen evidencias concluyentes o al menos determinantes que lo prueben?

Podría citar aquí las famosas cinco vías de Santo Tomás que intentan probar con argumentos racionales y filosóficos la existencia de Dios. Pero, dado que le considero culto e inteligente doy por supuesto que las conoce, y que, por lo tanto, nada nuevo le aportaría.

No obstante, viene a mi memoria uno de estas vías, que aunque no la recuerdo muy nítidamente, a mí me gusta mucho –no digo que sea la más concluyente–, pero me parece muy convincente; se trata del argumento del “ser contingente y del Ser necesario”; pero antes de seguir necesitamos aclarar el significado de los términos citados, para lo cual recurriré a un excelente erudito como es don José Antonio Sayés, doctor por la Gregoriana de Roma y profesor de Teología Fundamental en la Facultad de Burgos:

Un ser contingente es el que no tiene en sí mismo la razón de su existencia, es decir, que existe de hecho, pero no por derecho propio. Existe, pero podía no haber existido. Existe, porque ha recibido de otro la existencia.

Ser necesario es aquel que existe, porque tiene en sí mismo la razón de su existencia, aquel que existe sin haber recibido de otro la existencia, y, en consecuencia, existe siempre sin princi­pio ni fin, sin depender nunca de nada ni de nadie. El ser nece­sario no puede recibir de otro la existencia, pues, si la recibiera, ya no existiría necesariamente.

“Es evidente que el ser contingente, por definición, necesita de un ser necesario para existir; sin el apoyo, sin la nodriza de este ser necesario, no podría mantenerse en la existencia. Por el contrario, el ser necesario, como no depende de nadie y tiene en sí mismo la razón de su existencia, puede existir sin seres con­tingentes. Éstos deben su existencia al ser necesario, causa de ellos; el ser necesario, en cambio, no debe su existencia a nadie. Es claro también que un ser contingente no se puede explicar por otro contingente ni por una cadena de contingentes, pues toda la cadena quedaría en último término sin explicación; y la explicación última de un ser contingente, o de una cadena de contingentes, es el ser necesario. Evidentemente, de existir este ser necesario, sería Dios, creador de todos los contingentes.” José A. Sayés, SÍNTESIS FILOSÓFICA. Claves para una reforma. Págs.107-108; Primera edición: Marzo 2012 (1).

Ahora voy a intentar enunciar esta tercera vía de Santo Tomás a mi manera: si nosotros, como seres contingentes e imperfectos que somos, existimos teniendo, por ese mismo hecho en sí, el más alto grado de perfección que implica la propia existencia de vida ¿por qué no iba a existir el Autor de la Vida (Hechos 3:15), que por definición es la infinita perfección? Si existe el ser contingente más imperfecto –y que podría no haber existido porque le debe la existencia a otro–, ¿cómo no va existir el Ser necesario que es la suma perfección, pues si le faltase la existencia no sería nada, pues sería aún menos que el ser contingente que al menos existe aunque no por sí mismo? Si la vida, en sí misma, es una cualidad de perfección, y la tienen los seres mortales, ¿cómo el Ser perfecto, infinito y eterno no va tener existencia y vida en sí mismo? ¿Será acaso más imperfecto que Sus criaturas a las que ha dado la vida? No soy filósofo, y no sé si he razonado correctamente este argumento sobre la existencia del Ser necesario, pero a mí me sirve.

Para los cristianos este Ser necesario es el único Dios existente que se ha revelado en la Creación (Ro. 1:20), en la conciencia de cada persona (Ro. 2:11-16) y en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento mediante los patriarcas y los profetas (Gén. 1-4; 6; 12:1-4; Éx. 3:13-16; Dt. 4:39;32.39; Is. 43:10-11; 44:6-8; 48:12-13,16; etc.), como en el Nuevo Testamento mediante Jesucristo y Sus apóstoles (Mt. 28:19; Juan 1:1-3; 8:58; 9:38; 10:18,30-33,38; 13:9; Ro. 9:5; Fil. 2:5-11; Col. 1:15-23; 2:9; 1ª Ti 3:16; 6:14-16; Heb. 1:8; Ap. 1:4, 7-8,17-18; 19:19; etc.). Veamos algunos textos de los citados:

Éxodo 3:13-16 (NBJ,1998): Contestó Moisés a Dios: «Si voy a los israelitas y les digo: «El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros»; y ellos me preguntan: «¿Cuál es su nombre?», ¿qué les responderé?» (14) Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el que soy.» Y añadió: «Así dirás a los israelitas: «Yo soy» me ha enviado a vosotros.» (15) Siguió Dios diciendo a Moisés: «Así dirás a los israelitas: Yahvé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Éste es mi nombre para siempre, por él seré recordado generación tras generación. (16) «Vete, reúne a los ancianos de Israel y diles: «Yahvé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: Yo os he visitado y me he dado cuenta de lo que os han hecho en Egipto.

Éxodo 6:3-6 (NBJ,1998): Me aparecí a Abrahán, a Isaac y a Jacob como El Sadday; pero mi nombre de Yahvé no se lo di a conocer. (4) Después establecí con ellos mi alianza, para darles la tierra de Canaán, la tierra donde peregrinaron y moraron como forasteros. (5) Y ahora, al escuchar el gemido de los israelitas, esclavizados por los egipcios, he recordado mi alianza. (6) Por eso, di a los israelitas: Yo soy Yahvé; Yo os sacaré de los duros trabajos de los egipcios, os libraré de su esclavitud y os redimiré con brazo tenso y juicios solemnes.

Notemos que el Dios que se revela a Moisés se identifica como «Yo soy el que soy” (Éxodo 3:14), es decir, el Único verdadero, Él que es por sí mismo, porque Él es desde la eternidad hasta la eternidad, “No hay otro” (Dt. 32:39;); «Yo soy el primero y el último, fuera de mí, no hay ningún dios” (Is. 44:6; etc.), pues Él es el único que tiene la existencia por sí mismo, es eterno, no tiene principio ni fin, es “el primero y el último” (Is.44:6; cf. Ap.1:17). Designación que asume igualmente Jesucristo (Ap.1:17), Él es el “Yo Soy” del AT, y es, también, “Rey de reyes y Señor de señores” (Ap. 19:16), Dios, el Hijo, consustancial y de la misma naturaleza y esencia que Dios, el Padre (Juan 1:1-3; 8:56-59).

Deuteronomio 32:39 (NBJ,1998): Ved ahora que yo soy yo, y que no hay otro Dios junto a mí. Yo hago morir y hago vivir, yo hiero y yo sano (y no hay quien libre de mi mano).

Deuteronomio 4:39 (NBJ,1998): Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que Yahvé es el Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; y no hay otro.

Isaías 43:10-13 (NBJ,1998): Vosotros sois mis testigos – oráculo de Yahvé – y mi siervo a quien elegí, para que me conozcáis y me creáis a mí mismo, y entendáis que yo soy: Antes de mí no fue formado otro dios, ni después de mí lo habrá. (11) Yo, yo soy Yahvé, y fuera de mí no hay salvador. (12) Yo lo anuncié y os he salvado; lo avisé yo, no un extraño entre vosotros. Vosotros sois testigos, oráculo de Yahvé (como soy Dios); (13) yo lo soy desde siempre, y no hay quien libre de mi mano. Yo lo tracé, y ¿quién lo revocará?

Isaías 44:6-8 (NBJ,1998): Así dice Yahvé el rey de Israel, y su redentor, Yahvé Sebaot: «Yo soy el primero y el último, fuera de mí, no hay ningún dios. (7) ¿Quién como yo? Que se levante y hable. Que lo anuncie y argumente contra mí; desde que fundé un pueblo eterno, cuanto sucede, que lo diga, y las cosas del futuro, que las revele. (8) No tembléis ni temáis; ¿no lo he dicho y anunciado desde hace tiempo? Vosotros sois testigos; ¿hay otro dios fuera de mí? ¡No hay otra Roca, yo no la conozco!»

Isaías 48:12-17 (NBJ,1998) : Escúchame, Jacob, Israel, a quien llamé: Yo soy, yo soy el primero y también soy el último. (13) Sí, es mi mano la que fundamentó la tierra y mi diestra la que extendió los cielos. Yo los llamo y todos se presentan. (14) Reuníos todos y escuchad: ¿Quién de entre ellos anunció estas cosas? «Mi amigo cumplirá mi deseo contra Babilonia y la raza de los caldeos.» (15) Yo mismo le he hablado, le he llamado, le he hecho que venga y triunfe en sus empresas. (16) Acercaos a mí y escuchad esto: Desde el principio no he hablado en oculto, desde que sucedió estoy yo allí. Y ahora el Señor Yahvé me envía con su espíritu. (17) Así dice Yahvé, tu redentor, el Santo de Israel. Yo, Yahvé, tu Dios, te instruyo en lo que es provechoso y te marco el camino por donde debes ir.

Juan 1:1-4: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. (2) Este era en el principio con Dios. (3) Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. (4) En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Juan 8:56-59 (NBJ,1998): Vuestro padre Abrahán se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró.» (57) Entonces los judíos le dijeron: «¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abrahán?» (58) Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, Yo Soy.» (59) Entonces tomaron piedras para tirárselas; pero Jesús se ocultó y salió del Templo.

Sin embargo, como el lector de mi web no cree que Dios exista y mucho menos que se haya revelado en la Biblia, ¿de qué pueden servir la transcripción de tantos textos de la Sagrada Escritura? Y, por tanto, no puedo dejar de preguntarme ¿qué hay nuevo bajo el sol que este humilde servidor le pueda descubrir a él –y también a otros miles de agnósticos y ateos que piensan de la misma manera– para que se le encienda la luz de la fe en su mente, conciencia y corazón?

A mí me parece que la postura del ateo es más comprometida, aunque no mejor que la del agnóstico, que prefiere justificar su no creencia, y vivir al margen de la fe en Dios, basándose en su incapacidad de saber a ciencia cierta que Él exista. Pero esta es una postura acomodaticia que se elige para no involucrarse en la fe, y en la búsqueda de Dios, evitando así establecer una relación de amor con Él, y sentirse libre de hacer Su voluntad. Esto es un grave error, pues la verdadera felicidad no consiste en hacer todo lo que a uno le apetece sino solo aquello que sirve a la voluntad que Dios tiene, en general, para todo ser humano, y para cada uno en particular.

¿Acaso no sabe el lector, que si existe un reloj es porque antes ha habido un relojero que lo ha creado? ¿Que cualquier obra que encontramos en este mundo, ya sea literaria, de ingeniería, de arquitectura, etc., existe porque ha habido alguien –escritor, ingeniero, arquitecto, etc.– que la ha escrito, inventado, diseñado, formado, etc.?

¿Puede acaso el Universo mismo, y todo cuanto existe en él, lo visible e invisible, haberse formado por generación espontánea? ¿Puede salir de la nada algo? ¿Puede la materia y el espíritu crearse a sí mismos?

Suponiendo que el Universo entero fue creado por una gran explosión –lo que los científicos han convenido en llamar el “big bang”– que sucedió en un determinado punto del tiempo ¿qué fue lo que explosionó y con qué propósito?

¿Por qué explosionó? ¿Es la materia eterna y preexistente a todo? ¿Puede algo inerte tener propósito, proyecto, inteligencia, etc.? ¿Cómo una auto-explosión podría generar vida inteligente?

¿De dónde surge la vida? ¿Acaso surge de la materia? Y, entonces, ¿quién creó la materia capaz de generar esa vida? ¿Quién ordenó los átomos, protones, neutrones, etc., que forman la materia y las distintas cadenas de ADN que componen las células de los seres vivos, conteniendo información para los distintos tipos de vida mineral, vegetal y animal?

¿Qué o quién proyectó el ADN conteniendo las leyes de los distintos tipos de vida? ¿Fue todo producto de una azarosa evolución? ¿Tiene inteligencia la evolución? ¿Cómo la evolución pudo, partiendo de la nada –o, si se quiere de la micro o nano materia, o de la simple expresión de la vida, que como no soy científico, ignoro exactamente si estriba en una proteína, aminoácido, bacteria, animal unicelular, etc.–, ir transformándose de lo simple a lo complejo, hasta llegar, al ser humano, cumbre de la creación, o de la “evolución” para el que quiera ejercer fe en la misma?

¿Cómo la evolución pudo prediseñar cada tipo de vida y cada especie existente? ¿Cómo fue capaz la evolución de formar los órganos tan complejos de los seres vivos? ¿Lo hizo a tientas, formando una parte de los mismos hace millones de años, y a lo largo de esos millones hasta que ya quedó todo perfectamente evolucionado, fue completando y perfeccionando poco a poco dichos órganos vitales para la vida? Si así fue ¿cómo pudieron realizar ciertos órganos su función durante millones de años de evolución hasta que la “sabia” evolución logró completarlos? ¿Cómo lograron sobrevivir las especies si sus órganos estaban a medio formar hasta que la misma “evolución” pudiera completarlos y perfeccionarlos? Mientras eso se produjo ¿estarían, por ejemplo, ciegos todos los animales, y humanos? Si la experiencia y la ley de la Entropía –que afirma que todo tiende a empeorar– demuestran que nada va de peor a mejor ¿cómo es posible creer que la evolución sea tan poderosa e inteligente para que todo se perfeccione constantemente?

¿Y qué diremos del cerebro humano, formado por millones de neuronas, y su complejo sistema nervioso de miles de ramificaciones que se distribuyen por todo el cuerpo? ¿Cómo la evolución partiendo de la materia puede llegar a formar el espíritu y al alma, es decir, a la vida?

Por poner un ejemplo ¿cómo la evolución pudo diseñar los órganos visuales de los animales y del ser humano, si esto lo hizo poco a poco durante millones de años? Si esto fue así ¡Es admirable el poder y la sabiduría de la evolución! ¡Sigamos y adoremos al dios “evolución, porque él seguro que nos salvará de la extinción y de la muerte!

Estoy seguro que existen innumerables libros enteros que explican todo este proceso mucho mejor que este modesto escritor, por tanto, para qué seguir, pues serían interminables los ejemplos verdaderamente sorprendentes y maravillosos que encontramos en la rica biodiversidad de este planeta.

No obstante, no me resisto a añadir un solo ejemplo más, que es el de las abejas –me acuerdo de ellas porque me gusta mucho la miel que fabrican al juntar el néctar de las variadas flores de las que se alimentan; nos hemos preguntado alguna vez ¿quién puso en su ADN o sus genes, la información para que supieran hacer un producto tan bien elaborado y dulce que ningún ser humano ha sido capaz de superar? ¿Quién les enseñó a formar esos panales llenos de rica miel que están compuestos de infinidad de celdillas que tienen una forma hexagonal perfecta, que según leí,– ahora no recuerdo dónde–, conforman un volumen perfecto para almacenar la máxima cantidad de miel en el mínimo espacio posible?

¿No demuestra la Santa Biblia la sabiduría divina que contiene, cuando declara que “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.” (Salmos 19:1)? ¿O bien, cuando afirma que “las cosas invisibles de él [Dios], su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20)?

En los citados y siguientes textos hay una fuerte admonición para los que “habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. (22) Profesando ser sabios, se hicieron necios…. (24) Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, (25) ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén”. (Romanos 1:21-22,24-25). Pero mejor veamos el contexto en que se ubican estos importantes pasajes, que nos confirman que no tienen excusa los que no creen en Dios, pues toda la Creación habla de Él:

Romanos 1:18-25: Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; (19) porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. (20) Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. (21) Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. (22) Profesando ser sabios, se hicieron necios, (23) y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. (24) Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, (25) ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Por favor, seamos razonables y conscientes de que tenemos un Dios que es amor (1ª Juan 3:8,16) y misericordia ((Nahúm 1:3; Salmo 103:8; cf. Santiago 5:11), pero también es justicia (Dt. 10:18; Sal. 9:8; 11:5-7 Nahúm 1:3,7; etc.); y por ello no puede dejar impune a los que practican maldad, ni a los que viven en su egoísmo viviendo solo para sí mismos, olvidándose de Dios, o no queriendo reconocer que existe; y también es seguro que juzgará a los vivos y a los muertos, cuando aparezca en gloria en Su segunda Venida, para dar Su recompensa a cada uno según sus obras. (Mt. 25:31-46; Ap. 20:11-15).

Nahum 1:3: Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies. Nahum 1:7 Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían.

Salmos 103:8: Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia.

Salmos 11:5-7: Jehová prueba al justo; Pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece. (6) Sobre los malos hará llover calamidades; Fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos. (7) Porque Jehová es justo, y ama la justicia; El hombre recto mirará su rostro.

“Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11:3).

3. Mi respuesta a nuevos comentarios y objeciones del lector en relación con lo que antecede.

Mi estimado lector ha tenido la gentileza de compartirme su opinión respecto a los argumentos anteriores que le aporté en respuesta a su primer correo del día treinta del mes de julio. Lo cual le agradezco. Pero, además, me resultó muy gratificante y esperanzador que nada más recibió lo que antecede bajo el mismo título de este artículo –“¿Es razonable creer en la existencia de Dios?”–, él me comunicó que le había causado una primera impresión muy positiva. Lo cual me hizo abrigar esperanzas de que quizá Dios le hubiera abierto los ojos del entendimiento dándole la gracia para que creyese en Él.

“Muchas gracias Don Carlos,  por darse el trabajo de responder en forma tan exhaustiva. Su artículo me parece extraordinariamente interesante. Lo voy a leer en profundidad y responder en forma fraccionada, digamos de a poco” (Albrecht).

El lector se declara ateo, “no gracias a Dios”, sino gracias a la Biblia. Veamos las interesantes razones de su ateísmo.

“Hay varias razones por las cuales llegué a ser ateo y una de las principales fue justamente la Biblia. Los relatos del Génesis, las fantásticas historias del cruce del Mar Rojo, el cuento del diluvio, lo de Sodoma y Gomorra, la incompatibilidad entre el buen Dios del que me hablaron cuando niño, que se contraviene totalmente con ese dios descrito en la Biblia. Que es el problema de la teodicea.

Y los problemas con los cuales uno se enfrenta al leer los evangelios. Donde uno se encuentra con un carácter, Jesús, psicológicamente incoherente. Más coherente son los personajes cómo Hércules Poirot de Agatha Christie o Sherlok Holmes.

El asunto es que los cristianos se crearon un  dios que no es el dios descrito en la Biblia”.

(Albrecht)

Este servidor que le escribe – al principio de este escrito– le dijo: si usted busca saber si Dios existe, y anhela encontrarle me tiene a su disposición en lo que modesta y humildemente esté en mi mano; de lo contrario poco dialogo podemos tener.

Su respuesta descorazonadora fue: “No busco a ningún dios”. No obstante, me parece muy bien y loable que no busque a un dios con minúscula, a cualquier dios que sea una creación humana. Sin embargo, otra cosa muy distinta es que no tenga en el fondo de su corazón una sed insaciable del Dios con mayúscula; me refiero al Eterno, al Creador del Universo, de quien Jesucristo, Su Hijo, “es la imagen del Dios invisible […] “Porque en él [Cristo] fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. (17) Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; (18) y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia” (Colosenses 2:15-18). “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9).

Todos, aunque no seamos conscientes, sentimos una gran ansia de Dios en nuestros corazones, porque sin Él, nada tiene sentido, y no hay posibilidad de ser feliz. Y como el gran apóstol Pablo dijo, “Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos” (1 Corintios 15:32). Es decir, si Jesucristo es un farsante, y no resucitó, tampoco sería Hijo de Dios, de la misma naturaleza y consustancial con Dios, el Padre. En ese caso –siendo evidente que la vida en este mundo es efímera, un lapso de tiempo más bien corto, en el que se sufre más que se goza, y que acaba irremediablemente en la muerte–, los seres humanos vivirían encerrados en una hermética prisión de máxima seguridad, de la que nadie escaparía jamás, excepto para ir a la tumba; este es el mundo de los ateos, sin esperanza, sin sentido, y sin Dios.

¿Qué sentido tendría la vida de todo ser humano? ¿Para qué entregaron sus vidas todos los mártires que en el mundo han sido? ¿Por qué morir y sufrir persecución a causa del amor a Cristo y a nuestros semejantes?

¿Qué valor tiene la defensa de la justicia? ¿Cómo se podría vencer con el bien el mal (Romanos 12:21), si este es relativo y depende de las culturas y civilizaciones? ¿Quién escribió en nuestras conciencias la ley moral, y el discernimiento entre el bien y el mal?

A este respecto, el lector también escribió:

“La creencia en un  dios sea cual fuese, no viene en la conciencia de cada persona, si fuese así todos los seres humanos creerían en el dios de la Biblia, pero esto no es así. El hombre no nace creyente en ninguna divinidad, esto le es implantado en la conciencia por sus padres” (Albrecht). 

Entonces, en su opinión, ¿la conciencia es solo fruto de la educación que nos transmitieron nuestros padres y demás docentes? Pero si la conciencia fuese solamente una serie de reglas y normas que nos han sido transmitidas a través de nuestros ancestros, padres, educadores, sociedad, etc., ¿quién formó la conciencia –dándole a ciertas neuronas de nuestro cerebro funciones específicas que atañen a la moral y a las buenas normas de convivencia y de relación entre las personas, y además, la de ser un canal para que Dios se comunique con nosotros, aprobando o reprendiendo nuestros actos?

¿Es la evolución inteligente y creadora para escribir en los genes o ADN de la Primera Pareja el discernimiento entre el bien y el mal?

Suponiendo que el origen del ser humano sea fruto de una evolución ciega y azarosa, ¿sería posible que la complejidad de la vida procediera por azar y necesidad? ¿Es capaz el dios “evolución” de tener algún tipo de moralidad, o de crear desde la nada con sabiduría infinita, y de diseñar todos los componentes y organismos de la vida, de manera que encajen perfectamente entre sí?

La cantidad de este tipo de preguntas podría ser inagotable. Creo que basta con esta breve muestra para darnos cuenta de lo incoherente que es vivir sin Dios y sin fe en este mundo donde imperan las tinieblas y la confusión: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. (20) Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. (21) Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Juan 3:19-21).

Estas palabras de Jesús van directamente al corazón del problema humano, porque, ciertamente, este prefiere permanecer en tinieblas antes que reconocer que Dios existe, que le ama y desea su felicidad, porque los seres humanos somos orgullosos y egoístas, y no queremos reconocerlo. Se trata de una reacción “natural” porque los humanos nacemos siendo enemigos de Dios (Ro. 5:10), y por eso no podemos creer, y menos confiar en Él. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, (5) aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), (6) y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:4-9).

Por eso, “por su gran amor con que nos amó”, Dios no cesa de buscar y llamar a Sus hijos de los cuatro puntos cardinales de la Tierra y los va trayendo al redil”, y juntará “a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mateo 24:31).

Los pobres de espíritu, los que lloran, los mansos, los que tiene hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de limpio corazón, los pacificadores, los que padecen persecución por causa de la justicia, los que son vituperados y perseguidos por causa de seguir a Cristo, todos ellos verán a Dios. (Mateo 5:3-12). Dios conoce a Sus hijos, nadie ni nada le pasa desapercibido de ellos; Él siempre está a la puerta de nuestro corazón llamándonos, (Apocalipsis 3:20), y diciendo “Ven” (Apocalipsis 22:17).

Juan 10:14-18: Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, (15) así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. (16) También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. (17) Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. (18) Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

Juan 10:25-29,37,38,42: Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; (26) pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. (27) Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, (28) y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. (29) Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. (30) Yo y el Padre uno somos. […] (37) Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. (38) Mas si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre. […] (42) Y muchos creyeron en él allí.

Querido lector, solo una cosa es necesario creer: que Dios te ama, y aunque tú no quieras buscarle, Él no se cansa de buscarte y de llamarte:

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). La Esposa, es decir, la Iglesia –todos los cristianos– te dice: “Ven”, déjate amar por Dios y por todos Sus hijos. El mismo hecho de que el lector me haya contactado puede ser una prueba de que en el fondo de su corazón necesita creer en Dios, y de que Él le busca y le ama eternamente.

Romanos 5:8: Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

1 Juan 4:7-11: Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. (8) El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. (9) En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. (10) En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. (11) Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.

Apocalipsis 3:20-21: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. (21) Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.

En el epígrafe anterior me refería a que era más razonable creer en la existencia de Dios que en lo contrario, y mencionaba, una de las cinco vías de Santo Tomás que, en mi opinión, mostraba muy evidentemente esta premisa; se trataba del argumento del “ser contingente y del Ser necesario”; porque demuestra que necesariamente tuvo que haber un primer Ser que creara todas las cosas, “Porque en él [Cristo] fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. (17) Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;” (Colosenses 2:15-18).

El lector se quita de delante todos los argumentos sobre la existencia de Dios de un plumazo, diciendo: “Las cinco vías de Tomás, ya hace tiempo que fueron refutadas, por diversos filósofos, teólogos, etc.”; y se queda tan tranquilo. No pongo en duda que habrá habido filósofos y hasta teólogos capaces de refutar lo irrefutable; aunque a mí, personalmente, lo que me interesa es cómo mi apreciado lector argumenta para desestimar la posibilidad de la existencia de un Dios eterno, el que es por Sí Mismo, increado, y Creador de todas las cosas.

Sin embargo, la realidad es muy tozuda, Dios no puede ser borrado de ninguna forma. Él se ha revelado en el Universo, en la naturaleza, en las cosas creadas, en nuestras conciencias cuando aprueba o reprende lo que hacemos, y en las Sagradas Escrituras: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, (2) en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; (3) el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:1-3)

Por lo tanto, estimado lector, usted es libre de reconocer la existencia de Dios o de rechazarla ignorando todas las evidencias, aferrándose a la lógica de otros hombres; pero usted será juzgado de acuerdo a su conciencia y a sus obras, “en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio” (Romanos 2:16); usted, puede desoír el llamado de Dios al arrepentimiento, y las Buenas Nuevas de Salvación, hechas realidad en la vida, muerte y resurrección de Cristo; pero mientras usted no borre la ley escrita en su corazón, su conciencia le dará testimonio, acusándole o defendiéndole sus razonamientos (Romanos 2:15).

Romanos 2:15-16: mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, (16) en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.

Por lo tanto, amigo lector, usted no puede responsabilizar a las Sagradas Escrituras de su fe atea “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa (Romanos 1:20). Si este humilde escritor fuera ateo, y leyera los textos que presento a continuación, sentiría miedo, o quizá arrepentimiento, o también podría endurecer mi conciencia, y seguir razonando que no hay suficientes evidencias de la existencia de Dios para que yo pueda creer. Pero ello no me exime de mi responsabilidad de obrar bien, en conciencia, de acuerdo a la ley del amor y del conocimiento que de ella tengo y de las demás cosas que la integran, y de ser juzgado por mis transgresiones a la misma. Recomiendo que reflexionemos en los siguientes textos:

Romanos 1:18-32: Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; (19) porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. (20) Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. (21) Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. (22) Profesando ser sabios, se hicieron necios, (23) y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. (24) Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, (25) ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. (26) Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, (27) y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. (28) Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; (29) estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; (30) murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, (31) necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; (32) quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

¿No es justa la ira de Dios para “los que practican tales cosas [y] son dignos de muerte, [porque] no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (Romanos 1:32)? (permítaseme la licencia de haber añadido a este texto las conjunciones [“y”, “porque”], a fin de adecuarlo al sentido de la cuestión planteada).

¿Con estos textos de la Palabra de Dios no queda perfectamente diferenciado y descrito el bien y el mal? ¿Se puede seguir pensando fehacientemente que el bien y el mal son conceptos relativos? ¿Se puede alegar con coherencia intelectual que por el hecho de que algunas culturas no consideren inmorales ciertas conductas y formas depravadas del ser humano, van por ello a dejar de serlo intrínseca y realmente?

Los que viven “sin esperanza y sin Dios en el mundo”, y ajenos a los pactos de la promesa que se obtiene mediante nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Efesios 2:12), difícilmente, por no decir imposible, pueden evitar caer en hacer “las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, (20) idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, (21) envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas” (Gálatas 5:19-21); acerca de las cuales somos amonestados, “que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:21pú).

Las listas de conductas, de formas de ser, y de hechos inmorales, que Dios condena podrían ser interminables. Y a todo esto nos puede llevar cuando la conciencia se endurece y se cauteriza, al vivir ignorando que Dios existe, y que demanda que nos amemos unos a otros y a Él antes que a todas las cosas.

Amigo lector, es usted “duro de pelar”, porque aunque entiende muy bien el argumento de que si nos remontamos hacia atrás en el tiempo, generación tras generación, y, en su fe evolucionista, llegamos al primer par de simios –o a varios pares de ellos– que se convirtieron en “homo sapiens”, por obra y gracia de la evolución, y como tiene que ir retrocediendo –no importa los miles de millones de años–, hasta llegar al principio de todo este proceso, no puede evitar darse cuenta que no tiene más remedio que enfrentarse al Ser necesario; y no creo que una persona muy inteligente, como sin duda es usted, pueda imaginar que todo, o parte del Universo ha salido de la nada.

Como su inteligencia no le permite negar que ha de existir por necesidad un primer Ser, antes de todas las cosas, por supuesto, previo a que existiera la materia, que haya creado todo, y que Él Mismo sea increado, entonces no le queda otra opción que salirse por la tangente, y decir, que ese Ser necesario, en el caso de existir –cosa que usted no se ha atrevido a negar– no tiene por qué ser sobrenatural, ni perfecto:

“Yo soy un ser contingente, y para esto debe existir un ser necesario, respectivamente, seres necesarios, para entrar en la existencia y estos seres necesarios fueron mis padres, y así sucesivamente. Esto no demuestra la existencia de un ser sobrenatural” (Albrecht).

Este servidor de usted se atrevió, en cambio, a pensar que ese Ser Necesario, además de sobrenatural, tenía que poseer en sí mismo infinita perfección, ya que Él es el infinito y eterno, Ser increado, El que es por Sí Mismo; pues ¿cómo imaginar la mínima posibilidad de imperfección en el Ser que ha sido capaz de crear el Universo, y cuando toda la naturaleza aún muestra su perfección original, a pesar de la acción contaminadora y destructora del hombre?

Sin embargo, mi amigo lector puede haber refutado este argumento de que el Ser necesario tenga que tener la suma o infinita perfección con lo siguiente:

“Dice “que por definición es la infinita perfección”. ¿Quién definió esto y en que argumento se basa  esta afirmación? ¿Qué fundamento tiene? Todo lo viviente le debe su existencia a otro, pero ese otro no necesariamente debe haber sido superior o mejor. Y de hecho los primeros seres vivientes fueron unicelulares, los procariontes. Seres increíblemente primitivos comparados con  los actuales mamíferos. Una explicación mediante creador no es suficiente, ya que no explica nada, sólo corre el problema un puesto hacia atrás” (Albrecht).

Aunque reconozco que quizá no existan, desde el punto de vista meramente racional, en el mundo entero, suficientes argumentos que prueben absolutamente que Dios es infinitamente perfecto, tampoco existe nadie en el mundo que pueda, probar, de la misma manera, lo contrario. Por lo que nadie debe avergonzarse de describir al Ser necesario como infinitamente perfecto por definición, basándose en que la imperfección es una característica de los seres contingentes, y, por tanto, no compatible con el Creador del Universo, puesto que entonces le descalificaría como Ser necesario, al ser falible e imperfecto como sus criaturas.

¿Cómo es que todo eso no es para usted suficiente evidencia de que existe un Ser sobrenatural? ¿Acaso podrá un ser contingente, que no tiene vida por sí mismo sino que se la debe a otro, haber creado todo el Universo, y todos los millones de seres que existen, no solo en este mundo, sino en muchos de los innumerables planetas habitados que muy posiblemente existen? ¿No ha de existir por necesidad ese Ser sobrenatural, eterno y Todopoderoso? ¿Cómo explicamos, entonces, de dónde viene el inmenso Universo y todo lo que en él hay? ¿Todo procede de la nada? ¿Se ha creado a sí mismo? ¿Acaso cabe la opción de que el Ser que es por Sí Mismo no sea un Ser sobrenatural o todopoderoso?

Amigo lector, todos los razonamientos más lógicos que los más grandes sabios, que en el mundo han sido, sean capaces de aportar para evidenciar la existencia de Dios, de nada servirán si usted no toma la decisión de buscar a Dios y de creer en Él, pues “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Al final de todas las evidencias, solo queda su libre albedrío, pues nada, ni el más grande milagro que se realice ante sus ojos podrá hacerle cambiar de su convicción o fe atea (Lucas 16:31).

¿Me puede decir algo que le haría tener fe, no solo en la existencia de un dios energía, etéreo, deísta, que creó el mundo y que lo abandonó a su suerte, sino en un Dios personal, que es Amor, y que nos ha amado a tal extremo que se hizo Hombre, para poder entregar Su vida por cada ser humano?

4. A modo de conclusión

Sobre el relativismo del bien y del mal que preconiza mi lector

“El bien o el mal, lo moral o lo inmoral, lo correcto o lo incorrecto. Nada en si es lo uno o lo otro, por ejemplo el fuego no es malo ni bueno, puede ser las dos cosas al mismo tiempo, al igual que el agua o el viento, por ejemplo. La separación del bien y del mal proviene principalmente de las tres grandes religiones monoteístas. Dios, lo bueno, el bien, Satanás lo malo, la maldad. Estos dos entes imaginarios tampoco son lo uno o lo otro, tanto el dios de la Biblia y Satanás son ambas cosas. “Dios” no es netamente bueno ni “Satanás” es la maldad absoluta. Es erróneo preguntarse si el mal como tal existe, todas las cosas tienen sus dos lados. No existe lo absolutamente malo o absolutamente bueno” (Albrecht).

No me gustaría ahora enzarzarme en una larga disquisición filosófica sobre lo relativo o absoluto que es el bien y el mal. Una razón es que no lo considero práctico para alcanzar más luz; y otra porque, sincera y humildemente reconozco que me resulta muy difícil seguirle en estos razonamientos, pues me parecen muy filosóficos. Por lo tanto, voy a dejar a parte los conceptos y argumentos filosóficos, puesto que si nos enredamos en ellos podría causar que “los árboles nos impidieran ver el bosque”.

Sin embargo, si el bien y el mal fuesen conceptos relativos que dependiesen de cada civilización, nación, cultura, sociedad, tribu, individuo, situación, etc., y no hubiese algo universalmente aceptado como bueno y malo ¿sería posible la convivencia? ¿No sería un hombre un lobo para otro hombre, si no existiesen y se practicasen actos altruistas en que imperen o predominen la justicia, la solidaridad y el amor entre los individuos?

No se trata de “buscarle los tres pies al gato”; ya sabemos que el fuego, cuando quema a las personas y las propiedades, es malo porque destruye; pero hay fuego purificador que quema la basura, y mata todos los virus, bacterias, etc., y entonces es bueno. Además hemos aprendido desde pequeños a tener cuidado con el fuego, pues es peligroso, etc., etc.

¿Y qué hemos aclarado con ello? Necesitamos, sin duda aprender a manejar los elementos de la naturaleza para que nos sean útiles y no causa de destrucción; y esto lo tenemos que aplicar a todo, aunque nos podemos encontrar muchas veces con nuestras limitaciones humanas, nuestra ignorancia, o nuestra maldad, que nos pueden llevar a hacer un mal uso de los elementos que tenemos a nuestro alcance. Pero creo que estoy cayendo en una digresión que poca va a ayudar a esclarecer el tema que nos ocupa.

Necesitamos ir a la raíz de mal para extirparlo allí donde se encuentre. Pero para eso tenemos que tener claro en qué consiste el mal, y cuál es la manera de eliminarlo de nuestra vida, pues poco podemos hacer para cambiar la de los demás, aparte de que no sea lícito entrometernos en las vidas ajenas, salvo, por medio de nuestro testimonio personal y ejemplo, de palabra y de obra. El mal está en el corazón de todos los seres humanos. Y el principal mal, el más grave, es que mucha gente no cree que Dios existe; y otra gran cantidad de personas que dicen creer en Él, no actúan, consecuentemente con esa creencia, obrando y realizando todas las cosas como ante Su presencia. Pues realmente es así, nada de lo que hacemos, ni nadie puede ocultarse a Dios, es más, ni el más insignificante pensamiento de cada persona le pasa desapercibido.

Todo el desorden, desequilibrio ecológico, ambiental, climático, contaminación en general de toda la naturaleza, etc., en este maravilloso planeta Tierra han sido causados por el egoísmo y maldad de los seres humanos. La desertización de muchas zonas, y la inmensa pobreza existente en ellas, y en otras partes no desérticas, son fruto del egoísmo y maldad de los humanos; y todo, porque sus habitantes decidieron hace miles de años rebelarse contra Dios, y actuar de espaldas a Él, tomando decisiones sin consultarle.

Desde entonces no han cesado las guerras, primeramente entre tribus, luego entre ciudades, naciones, hasta llegar a las dos terribles guerras mundiales, con millones de muertos e indescriptible sufrimiento de muchos. Mientras, gran número de población fallece por hambre y falta de recursos de todo tipo, porque las naciones y Estados ricos, e incluso los pobres, –en lugar de invertir para el desarrollo y la paz– invierten cantidades billonarias de dinero en fabricación de armas, cada vez con mayor alcance y más capacidad de destrucción. Y todo este tremendo escenario, sigue siendo aliñado por innumerables conflictos de todo tipo, esparcidos por casi todo el planeta, pero que en la actualidad son provocados, en gran parte, por las ideologías islamistas fanáticas.

¿No es todo lo descrito arriba absolutamente malo? ¿No son absolutamente malos también los intereses egoístas, que pueden beneficiar a unos pocos en detrimento de muchos, las malvadas pasiones, que están en la raíz de todas las guerras, y en todo atentado contra la vida humana o la propiedad privada o pública (Santiago 4:1-2)?

¿No es absolutamente bueno el amar a Dios y al prójimo como a uno mismo? Si el amor es la base de la convivencia y de toda buena relación ¿qué tiene de malo?

¿Por qué los humanos no buscamos ser idóneos para participar en el Reino que Jesús vino a establecer no solo en la Tierra, sino también en el corazón de cada creyente?

Por lo tanto, si no nos convertimos en “pobres de espíritu”, lloramos con los que lloran, practicamos la mansedumbre y la humildad, sentimos hambre y sed de justicia, nos hacemos misericordiosos, nos limpiamos de toda impureza y maldad de nuestro corazón, nos armamos con la paz de Jesús (Juan 14:27) –no la que el mundo da–, padecemos persecución por causa de la justicia, somos vituperados y perseguidos por causa de seguir a Cristo, no veremos a Dios. (Mateo 5:3-12).

Juan 14:27: La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

Sin embargo, si no mora en el corazón del hombre el Espíritu de Cristo, ningún ser humano será capaz de amar de forma altruista, ni será manso, ni humilde, etc., es decir, no podrá dar los frutos del Espíritu Santo:

Gálatas 5:22-26: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, (23) mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. (24) Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. (25) Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. (26) No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.

Por el contrario –y ahora vuelvo a traer a colación un párrafo que escribí arriba, porque complementa el contraste entre el bien y el mal–, los que viven “sin esperanza y sin Dios en el mundo”, y ajenos a los pactos de la promesa que se obtiene mediante nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Efesios 2:12), difícilmente, por no decir imposible, pueden evitar caer en hacer “las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, (20) idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, (21) envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas” (Gálatas 5:19-21); acerca de las cuales somos amonestados, “que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:21pú).

Quedo a su entera disposición en lo que pueda servirle.

Afectuosamente en Cristo

Carlos Aracil Orts

www.amistadencristo.com


Referencias de la Bibliografía consultada

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

Bibliografía

(1) José Antonio Sayés. SÍNTESIS FILOSÓFICA. Claves para una reforma. Primera edición: Marzo 2012. Composición: EDICEP. C. Editorial cultural y espiritual popular S.L.. Almirante Cadarso, 11 46005 –VALENCIA (España). Tfno.: (34) 96 395 20 45 – 96 395 72 93 – Fax 96 395 22 97. www.edicep.comedicep@edicep.com. IMPRIME; Publidisa.

Los textos bíblicos citados son de la Biblia Reina-Valera, 1960, salvo que se indique otra cosa.

Abreviaturas

AT = Antiguo Testamento

NT = Nuevo Testamento

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