¿Somos salvos por el bautismo (1 Pedro 3:21)?

Versión 04-07-2017

Carlos Aracil Orts

1. Introducción.*

Estimado hermano Eduardo, me alegro de tener noticias de ti y de que me hagas la siguiente consulta:

“Por favor, hermano, cuento con usted para que me aclare 1 Pedro 3:21; hay mucha discrepancia acerca de este tema” (Eduardo).

En lo que sigue, analizaremos el texto citado que transcribo, a continuación, junto con el versículo anterior, para poder entenderlo mejor; pero tengamos siempre presente que cualquier texto de la Biblia no debe entenderse de forma aislada, sino a la luz de toda ella y especialmente de los textos bíblicos que se refieren al tema en cuestión.

1 Pedro 3:20-21 (R-V, 1960): los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua. (21) El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo.

En el versículo 20, el apóstol Pedro se refiere a que Dios mandó a Noé preparar un arca –una enorme embarcación–, a fin de que él y su familia –y especies “de todo lo que vive” (Gn. 6:19)– fueran salvados de morir sepultados “por agua”, la del Diluvio, que Dios envió para ejecutar su juicio sobre los corrompidos antediluvianos que vivían en tiempos de Noé.

Pero la dificultad sobreviene cuando, en el versículo 21, Pedro afirma que “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva”. Si el texto lo cortamos ahí, y no tenemos en cuenta otros pasajes del resto de la Palabra de Dios, parecería dar a entender que los cristianos obtenemos por medio del bautismo la salvación del pecado y la vida eterna; lo cual significaría salvación por obras y además, sería atribuir al bautismo un poder mágico que solo corresponde a Dios; porque “…La salvación pertenece a nuestro Dios…” (Ap. 7:10).

Por tanto, afirmar que el bautismo nos salva estaría en flagrante contradicción con el resto de la Sagrada Escritura; porque, por un lado, en la misma se afirma que “por gracia sois salvos…no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2:8-9); y, por otro, que Jesucristo es el único que puede salvarnos de nuestros pecados y de la segunda muerte (Mt. 1:21; 1 Co. 15:20-23; etc.).

En el cuerpo de este estudio bíblico, trataremos de entender y explicar el sentido del texto de la primera Epístola de Pedro (3:21), atendiendo a un amplio contexto que contemple el sentir general de la Biblia en relación al tema que nos ocupa; y para ello, en primer lugar, debemos comprender bien el significado y propósito del bautismo, y en segundo lugar haremos la exégesis del texto en cuestión.

2. Significado y propósito del bautismo cristiano

Como dije arriba, antes de entrar en el análisis y exégesis del texto de 1 Pedro 3:21, es necesario saber además de qué es el bautismo, cuáles son su significado y propósito.

¿Cómo es el Bautismo cristiano?

Empezaremos por definirlo y describir en qué consiste. El bautismo cristiano consiste en la inmersión en agua del creyente, y no simplemente la aspersión de agua sobre su cabeza. Existen tres razones o argumentos para creer que es así, porque:

A) La palabra “bautismo”, etimológicamente, significa “inmersión”.

B) Así parece desprenderse de aquellos textos bíblicos en que se describen bautismos (como, por ejemplo, Mt.3:16; Hch. 8:38-39; etc.: descender y subir del agua sugiere la idea de inmersión en el agua y luego ascender o emerger de la misma, y no la de ablución o rociamiento de agua).

C) Simboliza mejor su significado que se describe en Romanos 6:2-8 y en Colosenses 2:12.

Colosenses 2:12: sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.

Por todo ello, creemos que el rociamiento o ablución de agua, que practican los católicos y algunos evangélicos, no se ajusta a la Palabra de Dios. Al respecto, he publicado otros artículos, con la temática del bautismo cristiano, en esta web que explican con detenimiento los argumentos en pro y en contra de cada una de las dos opciones, y cuyos enlaces indicaré al final de este estudio.

¿Qué es el bautismo cristiano y quién lo estableció?

El bautismo cristiano es un rito y mandamiento establecido por Dios en Su Palabra y mediante Jesucristo (Mt. 28:19; Mr. 16:15-16; Hch. 2:38-39):

Mateo 28:19: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo

Marcos 16:15-16: Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. (16) El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

Hechos 2:38: Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

¿Cuál es el propósito del bautismo?

Su propósito es establecer un signo visible de salvación y de testimonio a cada creyente y al mundo en general, para testificar que –a partir de un determinado momento de la vida del creyente– éste experimenta la muerte al pecado y la resurrección a una nueva vida en Cristo (Ro. 6:2-8; Col. 2:11-14; 1 Co. 6:11; 2 Co. 5:17); lo que implica e incluye el perdón de todos los pecados y se representa el nuevo nacimiento con la recepción del Espíritu Santo (Hch. 2:38-39); y además, en ese acto, en esa celebración pública, el creyente tiene ocasión de dar testimonio al mundo de su fe en Cristo y del poder de Dios y de Su Gracia salvadora. Por tanto, se testifica no solo nuestra fe en Cristo sino también que hemos sido lavados de todos los pecados, y declarados justos ante de Dios, no por nuestros méritos sino por la apropiación de la justicia que obtuvo Cristo, con su vida, muerte y resurrección que experimentó por nosotros.

También el creyente al bautizarse hace visible que ha sido adoptado como hijo de Dios, y ya pertenece a Su familia y al Cuerpo de Cristo (1ª Corintios 12:13; Efesios 4:5,6). Como hemos dicho antes, sirve para testimoniar o hacer público su conversión, su fe y el nuevo nacimiento que Cristo y Su Palabra han operado en él (Juan 3:5) y que ha recibido el perdón de todos los pecados y la justificación ante Dios (Hechos 2:38; Romanos 3:24-26; Efesios 5:26). Por otro lado, es también una señal de consagración al servicio de Dios como sacerdote del Nuevo Pacto (Éxodo 19:6; 1 Pedro 2:9,10; Apocalipsis 1:6; 5:10), y de identificación con Cristo en su vida, muerte y resurrección (Romanos 6:3-8). Es, además, una prueba de obediencia a Dios y su Palabra, puesto que es mandamiento del Señor (Mateo 28:19; Marcos 16:15,16; Hechos 2:38).

¿Cuál es su significado?

Así como, cuando el creyente, al ser bautizado, es sepultado en el agua, se simboliza su muerte al pecado, así también al salir o emerger del agua se representa la resurrección a una vida nueva que todo creyente recibe, por la resurrección de Jesucristo (Ro. 6:2-8; Col. 2:11-14).

Romanos 6:3-11: ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? (4) Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. (5) Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; (6) sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. (7) Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. (8) Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; (9) sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. (10) Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. (11) Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Colosenses 2:11-14: En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; (12) sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. (13) Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, (14) anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,

Por tanto, el bautismo no tiene ningún poder salvador en sí mismo, sino que solamente es la manifestación externa y visible de que en el creyente ha existido, previamente, una conversión auténtica, ha nacido de nuevo por la Palabra y por el Espíritu Santo (Juan 3:5: 1 Co. 6:11; 2 Co. 5:1; Tito 3:5-7; Stgo. 1:18; 1 P. 1:23-25); siendo ya templo del Espíritu Santo (1 Co. 3:16-17; 6:19), lo que supone ser sellado por el Espíritu Santo (Ef. 1:13-14).

1 Corintios 6:11: Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.

2 Corintios 5:17: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Efesios 1:13-14: En él [Cristo] también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, (14) que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

3. Qué nos quiere decir el texto de 1 Pedro 3:21

En el contexto de este capítulo tres, el apóstol Pedro, autor de esta epístola, nos exhorta a seguir el ejemplo de Cristo, a que seamos “todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; (9) no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición” (1 Pedro 3:8-9). Y, entre otros consejos más, también nos estimula a que nos conduzcamos siempre “en buena conciencia” (1 P. 3:16), es decir, coherentemente o en consonancia con el compromiso que adquirimos cuando decidimos seguir a Cristo, lo que se materializó en el momento de nuestro bautismo. Esto lo señalamos porque Pedro, poco más adelante, en el texto en cuestión (3:21), se refiere a que el bautismo se relaciona con nuestra salvación, y tiene que ver con “la aspiración de una buena conciencia hacia Dios”.

El medio físico que utilizó Dios para salvar a los antediluvianos Noé y sus familiares fue un arca –una enorme embarcación–, que, si no hubiera sido conducida y sostenida a través del agua por el poder de Dios, habría naufragado. Es decir, el arca que evitó que fueran sepultadas las citadas personas por las aguas del Diluvio es figura de Jesucristo, que salva a su pueblo de perecer por su pecado, y las aguas del Diluvio simbolizan las aguas del bautismo con las que los creyentes son sepultados, representando que han muerto al pecado y resucitan a una nueva vida, así como Jesucristo fue muerto y sepultado por nuestros pecados y resucitó para obtener la vida eterna para todos los que creen en Él.

El apóstol Pedro nos dice que “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva” (1 P. 3:21 pp). En el párrafo anterior hemos visto todo lo que se refiere el pronombre “esto”. El Apóstol hace una correspondencia, similitud o analogía entre el modo en que, unas pocas personas, fueron salvadas “por agua” –o “del agua” (SB-MN) o “a través del agua” (Jer., 2001), del juicio divino que fue el Diluvio–, con la forma simbólica en que el bautismo salva a los cristianos de la muerte que merecen por sus pecados.

Antes de seguir con la explicación, leamos primero la parte final del versículo 20 en varias versiones:

(R-V,1960): “…fueron salvadas por agua”.

(SB-MN): “…Se salvaron del agua”.

(Jer 2001): “…fueron salvados a través del agua”.

(LBLA): “…fueron salvadas por medio del agua”

La idea que subyace en todas estas versiones citadas es que Noé y su familia (en total ocho personas) fueron salvados de morir sepultadas en las aguas del Diluvio, o sea, fueron salvados “a través del agua”, o “por medio del agua”, “del agua”; es decir, el agua del Diluvio fue el elemento ejecutor del juicio de Dios sobre los antediluvianos; en ella murieron los pecadores; pero también el arca emergió del agua. El arca –símbolo de Jesucristo– fue el medio que salvó a esas ocho personas, porque fue sostenida a flote y conducida a “buen puerto” por la Providencia Divina; pero el agua no salvó a nadie, sino que las ocho personas se salvaron por el poder de Dios que hizo que el arca flotara sobre el agua (1 P. 3:21 úp).

Retomando la frase cuestionada de Pedro: “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva” (1 P. 3:21 pp); Emerger de las aguas del Diluvio por medio del arca es análogo a emerger de las aguas del bautismo, por la resurrección de Jesucristo. El bautismo es inmersión –para muerte al pecado– y emersión –para vida nueva, resucitada por Cristo–. De la misma manera que el agua del diluvio no salvó a nadie así también el bautismo en agua tampoco salva sino es por la resurrección de Jesucristo.

4. Conclusión

El apóstol Pedro se refiere, en este texto (1 Pedro 3:21), a que el agua del Diluvio es figura o representación del agua del Bautismo, símbolo y señal de la salvación, la cual es solo fruto de la resurrección de Jesucristo. Pero el bautismo por sí mismo, es decir, la inmersión en el agua no tiene ninguna propiedad mágica para limpiar o borrar los pecados y regenerar al pecador; lo máximo que puede hacer el agua del bautismo es limpiar la suciedad del cuerpo, pero no puede limpiar la conciencia del pecador; esto mismo es lo que está explicando Pedro, y que si el bautismo nos salva es solo por medio de la resurrección de Jesucristo (1 Co. 15:13-23);

1 Corintios 15:13-23: Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. (14) Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. (15) Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. (16) Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; (17) y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. (18) Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. (19) si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. (20) Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. (21) Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. (22) Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. (23) Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.

Reiteramos que el agua del bautismo no tiene ningún poder mágico para salvar ni para limpiar los pecados; porque solo Cristo salva, porque es “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29,36).

El bautismo, simplemente, es una señal de que hemos muerto al pecado, de que “nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él [Cristo], para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”…“Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:6,4).

Si el bautismo por sí mismo salvara, la salvación sería por obras, y cualquiera que voluntariamente se bautizara podía ser salvo. Pero Dios dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; (9) no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).

La Palabra de Dios nos confirma reiteradamente que nadie puede ser salvo si no ha nacido de nuevo (Jn. 3:3,5-6); y, como vimos en lo que antecede, los únicos medios de salvación son: el poder del Evangelio (Ro. 1:16,17; cf. Stgo. 1:18; 1 P. 1:23-25) y la obra del Espíritu Santo (Tito 3:3-7).

Tito 3:4-7: Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, (5) nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, (6) el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, (7) para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.

1 Pedro 1:23: siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

Esto mismo es lo que confirmó Jesús cuando le dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5; cf. Ef. 5:26).

Juan 3:5: Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Efesios 5:25-27: Maridos, amad a vuestras mujeres,(E) así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, (26) para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, (27) a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

El “agua” simboliza la Palabra de Dios. El agua no limpia sino la suciedad física, pero la Palabra nos purifica porque nos hace nacer de nuevo: “El [Dios], de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas” (Santiago 1:18; cf. 1 P. 1:23-25).

Análogamente, el agua también es símbolo del Espíritu Santo (Jn. 4:14; 7:37-39; Ap. 22:17). El cual es el único que verdaderamente tiene el poder o la capacidad de regenerarnos y transformarnos en nuevas criaturas en Cristo, y, por tanto, de salvarnos.

Juan 4:10-14: Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. (11) La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? (12) ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? (13) Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; (14) mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.

Juan 7:37-39: En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. (38) El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. (39) Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.

Apocalipsis 22:17: Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.

Los creyentes no se bautizan para ser salvos sino porque ya son salvos, ya han sido regenerados por el Espíritu Santo por medio de la Palabra de Dios. Es decir, Dios “nos escogió en él [Cristo] antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, (5) en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, (6) para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, (7) en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, […] (13) En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, (14) que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. (Efesios 1:4-7,13-14).

Nótese que el énfasis está en oír el Evangelio y creer en él, y luego el creyente es sellado con el Espíritu Santo. Este sellamiento puede ocurrir incluso antes del bautismo en agua, como en el caso de Cornelio y su casa, que relata el libro de los Hechos de los Apóstoles (10:45-48).

Hechos 10:45-48: Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. (46) Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. (47) Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? (48) Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.

Otro ejemplo de salvación sin previo bautismo fue el del buen malhechor que murió crucificado al lado de Jesús: «y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. (40) Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? (41) Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. (42) Y dijo a Jesús: acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. (43) Entonces Jesús le dijo: de cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. « (Lucas 23:39-43).

La salvación es una obra de Dios en los creyentes, “los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Jn. 1:13)

Juan 1:11-13: A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. (12) Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; (13) los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

La salvación no es por medio del bautismo en agua sino que “…la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Jn. 1:7).

1 Juan 1:7-9: pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. (8) Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. (9) Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

El bautismo no salva sino que solo salva el Espíritu Santo por medio de la Palabra (Ro. 1:16-17; Stgo. 1:18), que nos regenera, es decir, nos da el nuevo nacimiento.

Romanos 1:16-17: Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. (17) Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.(B)

Santiago 1:18: El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.

“Los que recibieron Su Palabra fueron bautizados” (Hch. 2:41); cumpliendo así el mandamiento de Dios, y testificando de las grandes cosas que Dios había hecho en sus vidas.

Hechos 2:38-41: Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (39) Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. (40) Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. (41) Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.

Lista de artículos publicados en esta web relacionados con el tema del Bautismo cristiano:

¿Puede un cristiano ser salvo sin estar bautizado?

¿El Bautismo en agua salva?

¿Qué es el Bautismo del Espíritu Santo?

¿El Bautismo libera del pecado original?

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Respuesta al hermano Ruperto acerca del Bautismo

Esperando haber podido serte útil, quedo a tu disposición.

Afectuosamente en Cristo

Carlos Aracil Orts

www.amistadencristo.com


Referencias bibliográficas

* Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

Abreviaturas:

AT = Antiguo Testamento

NT = Nuevo Testamento

R-V, 1960: Reina-Valera, 1960

SB-MN: La Santa Biblia-Martín Nieto

JER 2001: Biblia de Jerusalén, 3ª Edición 2001

LBLA: La Biblia de las Américas

Las abreviaturas de los libros de la Biblia se corresponden con las establecidas en las biblias Reina-Valera, 1960.

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