¿Por qué no hablamos de la Amistad?

Versión 10-05-2010

Carlos Aracil Orts

1. Introducción

El presente artículo surge gracias a nuestro profesor del Taller de Comunicación y Habilidades Sociales, que propuso a los asistentes a este curso un ejercicio, consistente primero, en elegir una porción de alguna de las obras que él mismo amablemente había aportado previamente a la clase, y en segundo término, redactar comentarios y reflexiones sobre la misma que se nos ocurrieran, lo cual deberíamos realizar en casa, para en la próxima reunión comunicarlo a los demás compañeros.

De todos los libritos que quedaban por elegir encima de la mesa de nuestro profesor, a mí me llamó la atención, uno titulado “KHALIL GIBRAN, EL PROFETA”1, y dio la “casualidad” que abrí el librito por la página 41 de esta edición. Me alegró mucho ver que se trataba de un capítulo que se refería a la amistad. Al ser éste un tema muy interesante y que me encanta, no dudé en escogerlo para hacer este trabajo. A continuación transcribo la porción elegida por mí de esta obra.

“Un hombre joven pidió: Háblanos de la Amistad.

Y él dijo:

Vuestro amigo es la respuesta a vuestras necesidades. Él es el campo que sembráis con amor y cosecháis con agradecimiento.

Y él vuestra mesa y vuestro hogar.

Porque vosotros os precipitáis hacia él con vuestra hambre y lo buscáis sedientos de paz.

Cuando vuestro amigo os hable con sinceridad, no temáis vuestro propio “no”, ni detengáis el “sí”.

Y cuando él permanezca en silencio, que vuestro corazón no cese de oír su corazón;

Porque cuando hay amistad, todos los pensamientos, to­dos los deseos, todas las esperanzas nacen y se comparten en espontánea alegría.

Cuando os separéis de un amigo, no sufráis;

Porque lo qué más amáis en él se volverá nítido en su ausencia, como la montaña es más clara desde el llano para el montañés.

Y no permitáis más propósito en la amistad que la con­solidación del espíritu.

Porque el amor que no busca más que la dilucidación de su propio misterio, no es amor sino una red que lanzada sólo recoge lo inútil.

Que lo mejor de vosotros sea para vuestro amigo.

Si él ha de conocer el menguante de vuestra marea, que también conozca su creciente.

Porque ¿qué amigo es el que buscáis para matar las horas?

Buscadlo siempre para vivir las horas.

Porque él existe para colmar vuestra necesidad, no vuestro vacío.

Y permitid que haya risa y placeres compartidos en la dulzura de la amistad. Porque en el rocío de las pequeñas cosas el corazón en­cuentra su alborada y se refresca.” (1)

En este modesto ensayo sobre la amistad nos haremos las siguientes preguntas:

¿En qué consiste la amistad? ¿Por qué deseamos tener amistad con unos determinados tipos de personas antes que con otras que no configuran dichos perfiles personales?

¿Cuáles son las cualidades y defectos que influyen decisivamente para que ciertas personas consigan tener muchos amigos sinceros, y otras, sin embargo, tengan muy pocos o quizá ningún sincero e íntimo amigo?

¿Qué le pediríamos como mínimo a una persona para hacerla nuestra amiga?

¿Podemos intentar cambiar a las personas con las que nos relacionamos, para así sentirnos más cómodos y evitar que surjan choques y fuertes discrepancias que pueden estar basadas en gustos, ideas, creencias, etc., diferentes?

2. La amistad es una necesidad del ser humano.

Primero de todo, vamos a averiguar la definición que proporciona el diccionario de la palabra “amistad”:

Amistad2. (De lat. amicĭtas, -ātis , por amicitĭa, amistad).

  1. Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato. (2)

En mi opinión, el ser humano es sociable por naturaleza. Es decir, necesita de los demás, no sólo para su subsistencia física sino también para formarse como persona en todos sus aspectos, como por ejemplo en lo que respecta a su educación, maduración y crecimiento psíquico. De esta condición natural o característica nace la amistad entre diversas tipos de personas. En principio, de dicha diversidad, no debería surgir ningún determinismo, condicionamiento o impedimento para la amistad. Es decir, las diferencias o singularidades por cuestiones de raza, sexo, cultura, creencias religiosas, ideologías, educación, brecha generacional ostensible causada por las distintas edades, como la que puede establecerse entre padres e hijos, o entre nietos y abuelos, temperamentos y caracteres opuestos, posición económica o de estatus social, etc., no tendrían que ser necesariamente obstáculos insalvables para la amistad.

No obstante, en la práctica, cuando existen grandes diferencias entre dos o más personas, en uno o varios de los factores mencionados, se dificulta enormemente el surgimiento de la amistad. Posiblemente para llegar a una amistad muy íntima sería necesario que existiesen entre las personas ciertas afinidades del carácter e intereses comunes.

Sin embargo, la principal causa o barrera que impide la amistad es la falta de respeto al otro, precisamente porque le menospreciamos por ser tan diferente a uno mismo. Muchas veces de forma injusta, porque no estamos valorando lo esencial de la persona, sino que nos dejamos llevar por sentimientos, prejuicios e ideas preconcebidas que tenemos, por cuestiones de raza, lugar de nacimiento, creencias religiosas u otras ideologías, edad, educación, cultura, clase social, etc.

3. La verdadera amistad requiere poseer unas mínimas cualidades.

Sin duda existen unas premisas imprescindibles que sin ellas es imposible que una amistad nazca, sobreviva, se consolide y perdure en el tiempo.

¿Cuáles son éstas premisas o cualidades que deben aportar las personas que hacen vínculos de amistad?

Cualquier amistad, como ya indica la definición del término, está basada en el afecto. Sin él no hay amistad. Por tanto, cualquier relación entre personas que no sean capaces de apreciarse sinceramente, no será una verdadera o auténtica amistad. Y para que haya afecto, es necesario que los amigos se respeten entre sí.

¿Significa que los amigos jamás puedan discrepar o mantener posiciones contrarias entre ellos mismos?

Me atrevería a decir, que los amigos entre sí, no solo pueden, sino que también deben discrepar cuando uno de ellos no esté de acuerdo con una determinada opinión, idea, actitud o conducta del otro. Pues de lo contrario, si la relación no es sincera, porque se tiene miedo de decir algo por temor a que el otro se enfade o no acepte lo que afirmamos, y se va callando una y muchas veces, con nuestro silencio, estamos de algún modo asintiendo, dando por bueno o respaldando, la conducta e ideas no adecuadas de nuestro amigo. Esto, a la larga, puede producir relaciones de dependencia, subyugación o sumisión, y aparentar una falsa amistad.

A continuación hacemos una breve descripción de las cualidades que a nuestro criterio nos parecen básicas para que exista una verdadera amistad, sin que el orden en que se exponen implique necesariamente una valoración de la importancia de las mismas. Creemos que todas ellas son igualmente importantes e imprescindibles para que existan relaciones amigables exitosas. Las virtudes o cualidades a que nos vamos a referir, que son imprescindibles para toda relación de amistad, son igualmente válidas para que cualquier clase de relación interpersonal sea beneficiosa y enriquecedora.

Saber escuchar y la empatía o ponerse en el lugar del otro

En primer lugar, para que haya o surja amistad es necesario que haya auténtica comunicación entre los amigos, y ello implica necesariamente saber escuchar no sólo las expresiones verbales sino también las no verbales que proceden del lenguaje corporal y gesticular. El tono verbal y las expresiones faciales tienen especial importancia porque a través de ellos se pueden intuir los sentimientos y emociones. Es especialmente importante que sepamos estar atentos tanto a nuestros propios sentimientos como a los del otro, a fin de controlar las emociones en todo momento. No puede haber verdadera comunicación si nos dejamos invadir o embargar por emociones y sentimientos que no podemos controlar. En ese momento es mejor interrumpir la comunicación. En la comunicación no debemos adelantarnos interrumpiendo al otro, sino saber escuchar pacientemente todos sus argumentos o razones, y sólo entonces podemos hablar nosotros.

Los amigos deben saber escucharse mutuamente y saber comprenderse al ponerse cada uno en el lugar del otro, lo que supone que cada uno sea capaz de ser empático, es decir, identificarse con los sentimientos del otro y con la situación que los promueve. Solemos decir que esto es como ponerse en su misma piel. No basta el mero conocimiento intelectual de los sentimientos del otro sino que es necesario también sentir lo mismo que está sintiendo el otro.

La asertividad es una cualidad muy importante para las relaciones interpersonales pues nos hace ser fieles y honestos con nosotros mismos y con los demás y disentir de forma no agresiva.

Por lo tanto, una cualidad fundamental para conseguir que la amistad se consolide y prospere es la asertividad, que consiste en saber defender nuestro punto de vista mediante argumentos racionales, expuestos serenamente sin ningún tipo de agresividad. Debemos evitar caer en cualquier tipo de descalificación frontal de las opiniones de nuestro amigo. Si el otro ha hecho esto, nuestra reacción no será responder con la misma moneda, sino decirle, serenamente, sin alzar la voz en ningún momento, que no se está de acuerdo, y que sus palabras le hacen sentir mal. Aquí se puede describir el sentimiento y dar argumentos que clarifiquen la situación creada por la forma incorrecta de abordar su amigo el problema, o desencuentro, existente entre ambos. La persona asertiva es, pues, la que sabe expresar lo que siente y piensa con sinceridad pero sin herir o molestar los sentimientos de su interlocutor. Se trataría de ser uno mismo, lo que implicaría respetarse a sí mismo, no dejándose condicionar por los otros, al tiempo que se es capaz de disentir con argumentos sólidos, las peticiones o afirmaciones de los demás. Sin embargo, no abunda este tipo de personas pues para ser asertivo se necesita tener un buen control de nuestras emociones, y saber canalizarlas y expresarlas sin ser en ningún momento agresivo, sarcástico, irónico, maleducado, seco o cortante. En cualquier caso, si creemos que nos hemos equivocado, siempre queda el recurso de pedir disculpas con humildad y sinceridad, reconociendo el error.

La verdadera humildad es un bálsamo para las relaciones interpersonales.

Otra cualidad muy importante para mantener la amistad, es la verdadera humildad, que permite que el que la posee valore adecuadamente al otro, a sus palabras y actitudes. El orgullo, la soberbia y el egoísmo son verdaderos enemigos de la amistad. La persona que es humilde sabe reconocer sus errores, admitir que estaba equivocado, y dar la razón al otro si la tuviere, y además, disculparse cuando proceda, de la manera adecuada. Cuando defendemos a capa y espada, nuestra idea, actitud o acción equivocada, la amistad se deteriora enormemente. Una persona humilde raramente se mostrará vanidosa, pedante o jactanciosa. Estas manifestaciones probarían una falta de madurez personal, incluso la existencia de complejos de inferioridad, todo lo cual perjudica seriamente la relación entre las personas.

También hay otras maneras más sofisticadas, pero no por eso menos nocivas y frecuentes, de no reconocer y confesar nuestro error. Éstas consisten en tratar de justificar o defender a toda costa nuestra posición errónea, mediante la expresión de racionalizaciones, que son falsos razonamientos que tratan de disimular y enmascarar la equivocación de la que surgió el conflicto. Ello ensombrece y socava la relación de amistad, porque no podemos seguir confiando en una persona que persiste en su error, y que no es capaz de disculparse.

¿Qué diremos de la sinceridad? ¿Puede haber amistad sin sinceridad?

Cuando las personas que se relacionan entre sí mienten y/u ocultan la verdad ¿Qué confianza puede existir entre ellas? Creo que entre verdaderos amigos no cabe ningún tipo de mentira. Por ejemplo, si un amigo nos llama para invitarnos para hacer cualquier actividad o para asistir a algún espectáculo o conferencia o simplemente para acompañarle y no nos apetece ir con él, por el motivo que sea, deberíamos tener la suficiente confianza para expresárselo, sin que haya miedo a que se enfade o se lo tome mal. ¿Qué puede esperarse de un amigo que nos miente o que nos oculta información que nos beneficiaría? Nunca deberíamos tener miedo de escuchar o decir la verdad.

La discreción, la fidelidad y la lealtad son otras cualidades que precisa toda amistad.

La amistad necesita estar basada en la confianza en el otro, en saber que él o ella nunca nos defraudarían. Por eso, también, es preciso poseer valores como la fidelidad, la lealtad, la sinceridad, la discreción, etc., porque sin ellos poco puede durar una relación de amistad. ¿Qué confianza le puede quedar a una persona cuando se entera que uno de sus amigos ha desvelado o divulgado detalles pertenecientes a su intimidad y que sólo él conocía a causa de la misma supuesta amistad?

4. ¿Podemos hacer algo para que cambien a mejor las personas con las que nos relacionamos.

En mi opinión, no podemos cambiar el carácter y temperamento de una persona, es decir, el ser esencial, lo que esa persona es realmente. Sin embargo, toda persona puede mejorar o corregir sus conductas y actitudes equivocadas, inadecuadas, improcedentes, insensatas, indiscretas, pedantes, etc., si pone toda su voluntad en ello. Para ello, se requiere, en primer lugar, que se admitan o reconozcan esos defectos. En segundo término, que se desee cambiar con todo la fuerza de su ser, y en tercer lugar, que existan estímulos, incentivos externos que sean capaces de reforzar las conductas positivas.

Las personas deben aceptarse y respetarse tal y como son sin pretender cambiarlas a nuestro antojo. Sin embargo, eso no es incompatible con que expresemos nuestra disconformidad a la otra persona cuando ésta afirme o haga algo que no nos guste, nos hiera, nos moleste, o simplemente, porque no estemos de acuerdo con su afirmación.

La forma que tengamos de expresar nuestra discrepancia es muy importante, porque de ella puede depender que se acepten nuestras objeciones o no. Si afeamos la conducta de esa persona o nos dirigimos a ella con enojo, enfado o agresividad difícilmente se aceptará nuestra posición y razones. Aquí es cuando debemos ser asertivos sabiendo exponer los argumentos y sentimientos que ha provocado la declaración o actitud de nuestro interlocutor, refiriéndose siempre a ésta, de forma serena y sin descalificarle en ningún momento.

La manera asertiva de relación interpersonal logra que una persona sea fiel a sí misma a sus creencias, ideologías, etc., al tiempo que es capaz de respetar a los demás cuando ellos piensen de distinta manera. Cuando se producen conflictos en estas relaciones es conveniente realizar transacciones con la otra persona, a fin de que ambas acepten cambiar las conductas o actitudes que molesten al otro. Esto requiere sinceridad, humildad en reconocer que todos cometemos errores, valentía y asertividad para afrontar la situación. Para que estos cambios se consoliden es necesario saber reforzar y gratificar las conductas y actitudes positivas, hasta que lleguen a formar un hábito de la personalidad.

Sin embargo, desde nuestra óptica cristiana, creemos, que si no se produce una verdadera conversión a Dios, no existirá un cambio de lo esencial. Si esa persona es malvada o egoísta y tiene malos sentimientos, envidia, odio, ira, etc., seguirá siéndolo mientras que su voluntad no se aúne con la del Creador.

Dios dice que por nosotros mismos no podemos cambiar nuestra naturaleza inclinada hacia lo malo:

¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal? (Jeremías 13:23)

Por eso nos pide que nos convirtamos acudiendo a Él:

“Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? 32 Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis.” (Ezequiel 18:31,32).

Dios promete darnos esa verdadera conversión mediante el poder de su Espíritu y el estudio y reflexión de su Palabra:

“26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” (Ezequiel 36:26,27; véase además Juan 3:5; Santiago 1:18; 1ª Pedro 1:23).

Se trata del nuevo nacimiento del que Jesús habló a Nicodemo como condición indispensable para entrar en el reino de los cielos: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5). Nacer del agua simboliza nacer de la Palabra: 18 “Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas. (Santiago 1:18). O bien, como afirma San Pedro: “siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. (1ª Pedro 1:23).

La nueva criatura que nace en Cristo, es adoptada por Dios como hijo (Gálatas 4:5-7); Romanos 8:14-17), siendo de esta manera participante de la naturaleza divina:

2ª Pedro 1:3-11: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;”

A partir de ese momento del renacimiento de la nueva criatura en Cristo, empieza el crecimiento espiritual “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. (Efesios 4:13-16)

La nueva vida en Cristo consigue: “…que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; 19 los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. 20 Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, 21 si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. 22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.25 Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. 26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo. 28 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. 29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. 30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.(Efesios 4:17-32; véase también Colosenses 3:5-16)

Para ser santo, o sea idóneo para el reino de los cielos es preciso que no detengamos nuestro crecimiento espiritual sino que cada día sigamos ascendiendo por la hermosa escalera que nos presenta San Pedro: “vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.” (2ª Pedro 1:5-7). Dado lo hermosos que son estos textos, no me resisto a que leamos también un contexto más amplio de estos pasajes.

2ª Pedro 1:3-11: 5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 9 Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. 10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. 11 Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.”

5. Conclusión

Puesto que estamos hablando de la amistad viene a propósito citar unas curiosas definiciones que Patricia Wood3, la escritora del libro titulado “La lotería”, pone en boca de Perry, su protagonista, una persona que por tener un coeficiente intelectual de 76, era considerado como retrasado mental y menospreciado por los demás excepto por sus amigos. Es curioso, que cuando gana el primer premio de la lotería, le llueven los “amigos”, y esa discapacidad es obviada, porque “poderoso caballero es don dinero”. Aquí van las dos definiciones citadas de lo que es un amigo, que, sin duda, presentan facetas del buen amigo:

“Un amigo es alguien que hace lo que le pides sin preguntar por qué.”

“Un amigo es alguien que se enfada más que tú cuando cree que alguien ha sido injusto contigo”. (3)

Los amigos son capaces de compartirlo todo, lo bueno y lo malo, y de dar su vida por el otro si fuera necesario. “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” Dijo Jesús (recogido en el evangelio de San Juan capítulo 15 y versículo 13)

Las cualidades o virtudes necesarias para ser amigos coinciden con las que ha de tener un auténtico cristiano. Por tanto, son las que Dios requiere a sus hijos a fin de que tengan un carácter idóneo para el cielo. Sin ellas nadie puede ser llamado santo: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” (Hebreos 12:14)

Para terminar esta breve redacción sobre la amistad no puedo resistirme a citar los sabios consejos que proporciona el gran Apóstol San Pablo en su epístola a los Romanos, a fin de conseguir unas magnificas relaciones interpersonales.

Romanos 12:9-18: “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. 10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. 11 En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; 12 gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; 13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.

(14) Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. 15 Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. 16 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. 17 No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. 18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.”

Carlos Aracil Orts

www.amistadencristo.com


Referencias bibliográficas

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

Abreviaturas frecuentemente empleadas:

AT = Antiguo Testamento

NT = Nuevo Testamento

AP = Antiguo Pacto

NP = Nuevo Pacto

Las abreviaturas de los libros de la Biblia corresponden con las empleadas en la versión de la Biblia de Reina-Valera, 1960 (RV, 1960)

pp, pc, pú referidas a un versículo bíblico representan «parte primera, central o última del mismo».

Bibliografía citada

(1) KHALIL GIBRAN, EL PROFETA, pág. 41 y 42. Traducción: Halet Soleiman Bahadur. © de la presente edición: Ediciones FELMAR. Emilia, 58. Madrid, 20. España. ISBN:84/379-01 34-0. Depósito legal: M-43561-1980.

(2) Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2003. © 1993-2002 Microsoft Corporation.

(3)“La lotería. Patricia Wood, páginas 79 y .. . Editorial Via Magna. Barcelona, 2008

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