Claves para ser feliz

Versión 16-06-2015

Carlos Aracil Orts

1. Introducción

Queridos hermanos y hermanas, en esta tarde me siento feliz porque se me ha dado la oportunidad de dirigirme a vosotros para hablaros de algunas “claves para ser feliz”, y si consigo que estos consejos os sean de ayuda para que alcancéis más felicidad de la que ahora mismo ya tenéis, me sentiré doblemente feliz. (1)

Primera clave: buscar la felicidad ajena para obtener la propia.

Por tanto, busquemos la felicidad del otro como medio para ser feliz uno mismo.

La felicidad será posible y duradera solo si encontramos el verdadero propósito o sentido de nuestra vida. Esta vida no tiene sentido sino como prólogo de la vida eterna. El objetivo de esta vida es, pues, alcanzar esa personalidad armoniosa que nos haga capaces de amar a Dios sobre todas las cosas y a los demás como a nosotros mismos.

Segunda clave es buscar el Reino de Dios y lo demás se dará por añadidura. (Mt. 6:33; Lc. 12:31).

Mateo 6:33-34: Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (34) Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

Romanos 14:17: porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

¿Qué es la felicidad o en qué consiste ser feliz? ¿Existe un manual de instrucciones que nos enseñe a vivir con la máxima felicidad que sea posible alcanzar en este mundo? ¿Qué se necesita para ser feliz? ¿Cuáles son otras claves importantes para ser feliz?

En los próximos minutos trataré de responder estas preguntas, compartiendo con vosotros mi modesta experiencia al respecto; en realidad, el que seamos más o menos felices no depende tanto de los demás, como de nosotros mismos, no tanto de lo externo como de lo interno; por tanto, lo que pretendemos es mejorar nuestra vida personal, obteniendo buenos y saludables hábitos de tipo físico, psíquico y espiritual, con lo que conseguiremos una vida más satisfactoria, al mejorar nuestra relación con Dios, nosotros mismos y con el prójimo.

2. ¿Qué es la felicidad o en qué consiste ser feliz?

Pero, antes de seguir con más claves, creo que sería conveniente dar alguna definición de lo que entendemos pueda ser la felicidad, de las muchas que existen. ¿Qué es la felicidad o en qué consiste ser feliz? Me gustaría saber vuestras opiniones o vuestras propias definiciones al respecto.

Creo que la mayoría de los que estáis aquí os acordareis de aquella canción que se hizo tan popular, que decía algo así como “Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. El que tenga esas tres cosas Que le dé gracias a Dios. Pues, con ellas uno vive Libre de preocupación, Por eso quiero que aprendan El refrán de esta canción. El que tenga un amor, Que lo cuide, que lo cuide. La salud y la platita, Que no la tire, que no la tire.” (Rodolfo Sciammarella, 1968).

¿Creéis que basta tener estas tres cosas para disfrutar del colmo de la felicidad? ¿Creéis que la felicidad se puede comprar con dinero? ¿Basta con tener salud y amor? O ¿quizá seríamos felices con el éxito, la fama, el poder y todos los cocimientos del mundo?

Eclesiastés 1:2: Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.

Eclesiastés 2:3-6, 8, 11: Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino… (4) Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; (5) me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. (6) Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. […] (8) Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; […] 11) Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.

Ahora me gustaría oír vuestras opiniones.

Por mi parte añadiría a lo ya dicho que la felicidad es un estado interno confortable y de serenidad, o de bienestar mediante el cual las personas, que lo han alcanzado, logran sentirse bien consigo mismas y con los demás.

¿Se puede ser feliz en el mundo que nos ha tocado vivir, donde abunda tanto sufrimiento causado por multitud de factores, como, por ejemplo, la enfermedad, la maldad, la pobreza, las catástrofes, y la muerte?

¿Por qué no somos felices como sería de desear?

Quizá tengamos problemas personales, o de salud o económicos, pues llevamos varios años sufriendo una fuerte crisis, que abarca no solo el aspecto económico sino que se extiende también al ámbito de lo moral, por la falta de valores, y lo cotidiano de la corrupción política.

Qué se necesita para ser feliz.

En realidad, creo que para ser feliz se necesita mucho menos de lo que generalmente se piensa, y es algo que no depende tanto de lo que tenemos sino de lo que somos, es decir, de nuestra manera de ser y actuar.

Volviendo a aquella canción tan popular, analicemos sus tres ingredientes: “salud, dinero y amor”. Si por salud entendemos la integral, referida a las tres dimensiones del ser humano, es decir, la física, la psíquica y la espiritual, y por amor, no solo el sexual o de pareja, sino también el amor al prójimo y a Dios, entonces, el dinero, que en el estribillo está en segundo lugar, dejaría de ser importante, ni siquiera imprescindible para ser feliz; porque todos sabemos que, con todo el dinero del mundo, no podríamos comprar la felicidad; aunque reconocemos que, si se administra y usa adecuadamente, es de gran ayuda. Sin embargo, si tener mucho dinero fuera una condición imprescindible para ser feliz, la mayoría de las personas estarían condenadas a ser infelices toda su vida. Y si esto no nos consuela, veamos lo que nos dice San Pablo:

1 Timoteo 6:6-10: Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; (7) porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. (8) Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. (9) Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; (10) porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

Sin embargo, el primer ingrediente de la felicidad, la salud, –según OMS, “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”- es, sin duda, mucho más importante y deseable que el dinero. No obstante, aun siendo verdad que la salud es fundamental para un óptimo desarrollo de la vida, no podemos deducir de ello que sea imprescindible para ser feliz. Si así lo afirmáramos, también estaríamos diciendo que multitud de personas, que no gozan de una salud completa, no podrían alcanzar jamás la felicidad.

Obtener salud y dinero no siempre está en nuestra mano. Sin embargo, el amor, al que se refiere San Pablo en el capítulo 13 de la primera epístola que escribió a la iglesia de Corinto, depende fundamentalmente de nuestra decisión y de nuestra comunión con Dios. Aunque reconocemos que amar y no ser correspondido es un motivo importante de infelicidad, también es requisito ineludible para ser feliz. Por eso debemos tratar de madurar para ser capaz de desarrollar ese amor que “es sufrido, es benigno; no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (1ª Corintios 13:4-7). Como dijo San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”.

Pero, como tampoco es posible una completa felicidad permanente en el tiempo, precisamos aprender a adaptarnos y contentarnos con lo que tenemos; y de aquí deducimos:

La tercera clave: Ser humilde y contentarse con lo que uno tiene. Aceptarse así mismo tal como uno es, e igualmente aceptar al prójimo.

Filipenses 4:11-13: No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. (12) Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. (13) Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Sin embargo, esto no quiere decir que nos conformemos, sino que luchemos siempre por la felicidad, pero conociendo aceptando nuestras limitaciones y posibilidades. Es un anhelo justo al que ningún ser humano debe renunciar; pero no se puede ser feliz, por encima de todo, o caiga quien caiga, sino que existen normas y reglas que nadie puede saltarse sin que tenga consecuencias negativas a corto o a largo plazo. Esto nos lleva a enunciar:

La cuarta clave: Ser disciplinado y abstenerse de muchas cosas superfluas, teniendo siempre presente que nuestro aparente sacrificio momentáneo redundará en la gloria de la victoria, no para recibir un premio corruptible sino una corona incorruptible (1 Corintios 9:24-25).

1 Corintios 9:24-25: ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. (25) Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.

3. El Manual para la vida

No se puede ser feliz sin conocer, seguir y cumplir una serie de normas, reglas o leyes de la vida; y todo ello implica aprender el arte de vivir, y para eso la educación es fundamental.

Al respecto, me pregunto, ¿Por qué no se nos ha enseñado desde pequeños el arte de ser feliz?

Si cualquier artilugio, por simple que parezca, –me refiero a, por ejemplo, cualquier electrodoméstico, o aparato electrónico de los que ahora tanto abundan–, suele llevar algún tipo de manual de instrucciones para su configuración, uso y mantenimiento, ¿por qué los seres humanos, que somos mucho más complejos no se nos habla de ese manual para la vida que nos permitiría recibir una educación integral para desarrollar las múltiples dimensiones que comprende toda vida humana, como son los aspectos personal, social, moral, espiritual, etc.

Los cristianos tenemos el gran privilegio y ventaja de tener ese Manual esencial para la vida, que es la Palabra de Dios; por eso, deberíamos ser las personas más felices del mundo entero; porque la Palabra de Dios es como luz que disuelve las tinieblas y nos guía a toda la verdad; es el Manual de instrucciones que Dios nos ha dado para la vida; pero desgraciadamente mucha gente lo rechaza, o no lo aprecia suficientemente, o no lo tiene en cuenta, porque nadie le ha dicho que en la Santa Biblia se encuentra toda la sabiduría que necesitamos para vivir felizmente.

¿Quién conoce mejor al ser humano que su Creador? Por eso mismo, Su Palabra es un perfecto Manual que nos proporciona todo lo que precisamos saber para nuestra vida espiritual y salvación. Pero para ello es necesario confiar plenamente en la veracidad de la Biblia, como revelación de Dios, como testifican muchos textos, como, por ejemplo, los siguientes:

En la primera epístola que escribió San Pablo a los Tesalonicenses (5:23) (ver también Hebreos 4:12; Jn. 8:32; 17:17;), nos descubre las tres dimensiones esenciales del ser humano, que son las que hemos de desarrollar:

1 Tesalonicenses 5:23: Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

Así también la ciencia moderna lo confirma al establecer que la felicidad estriba en el desarrollo armonioso del cuerpo, de la mente o intelecto y de los sentimientos y emociones. Ahora bien, notemos que el orden de las palabras en la cita de San Pablo –“espíritu, alma y cuerpo”– no es casual ni indiferente, pues el espíritu ocupa el primer lugar porque es el que debe dirigir y controlar al alma y, finalmente, al cuerpo. Esto nos conduce a la

Clave quinta. Aprender el arte o la técnica de vivir, lo que implica conocer, y seguir las leyes de la vida que se encuentran en la Palabra de Dios considerada, como un “Manual de Vida”.

Los cristianos tenemos ese gran privilegio porque la Palabra de Dios es como luz que disuelve las tinieblas y nos guía a toda la verdad.

4. Otras claves para ser feliz referidas a cada una de las dimensiones del ser humano integral.

Ahora, que ya sabemos lo más importante, y qué es el Manual para la vida, el que nos conducirá, si obedecemos todas sus instrucciones, paso a paso, a la máxima y más duradera felicidad que en este mundo sea posible, voy a compartiros unas cuantas claves más para ser felices, pues sería imposible abarcar muchas en este breve espacio de tiempo.

Como ya hemos comprobado, todo el ser humano, que es “espíritu, alma y cuerpo” es una unidad indisoluble, –“mens sana in corpore sano”– en la que estas dimensiones interactúan entre sí; pues el alma, lo que pensamos y sentimos influye en el cuerpo, y puede mejorar su salud o empeorarlo, hasta enfermarlo; y a la inversa, lo que viene del cuerpo afecta al alma; y el espíritu debe controlarlo todo, rigiéndose por la conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, mediante la Palabra de Dios.

Por tanto, si no desarrollamos las tres dimensiones no puede haber armonía ni, por ende, felicidad. Vamos, pues, a enumerar o presentar las claves para cada una de esas tres dimensiones del ser humano, empezando por el cuerpo, siguiendo por el alma, y dejaremos para el final, como conclusión, lo más importante, que es el espíritu, del cual ya hemos visto lo esencial, que consiste en estar en comunión con Dios.

4.1. Claves para el cuerpo.

Si el cuerpo funciona mal todo nuestro ser se resiente; por tanto es necesario cuidarlo, conociendo las leyes de la salud y de la higiene. Necesitamos crear hábitos de vida saludables, y evitar la vida sedentaria o actividad física insuficiente, alimentación excesiva, hábitos tóxicos varios en general, como fumar o tomar alcohol, actitud mental de ansiedad y tensión constantes (2).

Todo esto es una clave esencial para conseguir la buena salud, uno de los elementos básicos de la felicidad. No olvidando nunca lo que nos dice la Palabra de Dios: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19)

La importancia de la dieta o alimentación

Alimentarse o nutrirse adecuadamente, comiendo poco en cantidad, pero variado, para conseguir la aportación diaria adecuada, de una dieta equilibrada, que contenga los carbohidratos, proteínas, grasas, minerales y vitaminas, que sean necesarios para la formación muscular, regeneración celular, etc.; pero las cantidades injeridas nunca deberían generar más calorías de las que necesitamos para el normal desarrollo de la actividad de cada uno.

Hay que hacer especial mención e hincapié en la necesidad de aportar al organismo frutas y hortalizas crudas –ensaladas–, porque ellas aportan a nuestro organismo, además de la fibra vegetal imprescindible para el buen funcionamiento del tubo digestivo, vitaminas, minerales y otros elementos. Asimismo es muy recomendable tomar alimentos que contengan Omega 3, por sus cualidades antioxidantes; entre los alimentos que lo contienen está el aceite de oliva, y varios tipos de pescado, como el salmón y la caballa.

Por otro lado, es imprescindible hidratar nuestro organismo, tomando diariamente, de uno y medio a dos litros de agua, porque el 70% del peso total del cuerpo humano está constituido por agua, y es un elemento importante para las funciones circulatoria, renal, etc.

Nuestro cuerpo necesita actividad, movimiento, ejercicio físico moderado, adecuado a la edad de cada persona, y de sus condicionantes físicos; pero este debe ser diario y sistemático. Es imprescindible, si no queremos atrofiarnos, hacer trabajar nuestros músculos, realizando diariamente, por ejemplo, una sencilla tabla de gimnasia sueca; y además realizar largos paseos diarios de, a ser posible, una hora de duración, y, si se puede, repartidos a lo largo del día.

Practicar la respiración profunda, abdominal, ya durante los paseos, o en casa, y también la relajación. La actividad debe alternarse con tiempos de descanso, y es aconsejable una siesta terapéutica, que es la que dura alrededor de 20 minutos. Y esta es la…

Clave sexta. Cuidar el cuerpo, alimentación y ejercicio físico adecuados; alternar periodos de descanso con actividad y respiraciones profundas.
4.2. Claves para el alma

Las claves del alma están en nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, los cuales son necesarios que nos habituemos a encauzarlos y dirigirlos siempre hacia lo positivo. Debemos, pues, en primer lugar, recrearnos en los pensamientos positivos, y rechazar o contrarrestar todos los negativos mediante argumentos razonables positivos. Ello implica tomar la mayor consciencia posible de los mismos, y de sus orígenes o causas. Y en segundo lugar, controlar y ser, igualmente, consciente, de los sentimientos y emociones que nos embargan en cada momento, manteniendo una higiene mental, que consiste, tanto de los pensamientos, las emociones y sentimientos, en tomar consciencia, observándolos, y expresándolos con asertividad, evitando la pasividad y también la agresividad.

Debemos prevenirnos de las emociones negativas que pueden arrastrarnos a cuadros depresivos y de ansiedad. Para luchar contra ellas, nada mejor que practicar y cultivar el buen humor, reírse hasta de uno mismo; sonreír siempre y reírse mucho son los mejores antídotos para los problemas citados, y para otras muchas enfermedades como la hipertensión, la gastritis, la úlcera de estómago, etc. Además evita el envejecimiento. Perder la ilusión y la curiosidad o el interés por aprender más de todo lo que es bueno es no solo envejecer, sino también empezar a morirse. Debemos olvidarnos de los años que hemos cumplido, nunca decir que uno ya no vale para casi nada.

Todo esto nos conduce a las siguientes claves:
Clave séptima. Conseguir una personalidad madura, equilibrada y saludable.

Es decir, tener un buen grado de autoconocimiento, autoestima y autocontrol emocional. Una personalidad capaz de apreciar y valorar en su justo medio todo lo positivo que hay en nosotros y que nos rodea, al tiempo que no se le oculta ni exagera lo negativo que también existe.

Clave octava. Practicar la atención plena, es decir, observar lo que uno piensa y siente y hace, de forma consciente. Vivir conscientemente.

Otras formas de conseguir felicidad:

Clave novena. Cultivar la amistad; o hacer y tener buenos amigos:

Desarrollar el amor, entendido como la capacidad de entregarse a los demás abnegadamente. Consideramos que amar incluye, por supuesto, el cultivo de auténticas amistades que signifiquen o representen unas relaciones sociales satisfactorias.

Clave décima. Tener un trabajo adecuado a nuestras aptitudes

Es decir, conseguir que el trabajo, la actividad principal que desarrollemos, resulte satisfactorio o gratificante y fructífero.

Clave undécima. Ocio saludable: Tener un hobby o sana afición también ayuda a ser feliz
Clave duodécima. Disfrutar de cada momento, vivir con plenitud el “aquí y el ahora”.
Clave decimotercera. No olvidemos dejar que el humor salpique e intervenga en nuestras vidas; y ser capaces de reírse de uno mismo.
4.3. Claves para el Espíritu.

Hoy día vivimos inmersos en el materialismo y consumismo; muchas veces corremos de aquí para allá sin un objetivo concreto que alcanzar; y nos estresamos en vano buscando lo material, antes que lo espiritual; como consecuencia perdemos paz mental y espiritual.

La felicidad no se consigue buscando satisfacer constantemente la mayor cantidad de deseos que nacen de nuestro ser egocéntrico.

No podemos ser felices en el egoísmo; así lo confirma nuestro Manual Celestial: “Porque ninguno de nosotros vive para sí…” (Romanos 14:7); Cristo “por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. (2 Corintios 5:15)

Por tanto, lo primero que debemos hacer, si todavía no lo hemos hecho, es reconciliarnos con Dios, reconociendo que sin relación y comunión con Él, se carece de una verdadera vida espiritual, y sin vida espiritual es imposible alcanzar la felicidad de una forma estable y duradera. Bajo el punto de vista del creyente esta vida no tiene sentido sino como prólogo de la vida eterna. El objetivo de esta vida es, pues, alcanzar esa personalidad armoniosa que nos haga capaces de amar a Dios sobre todas las cosas y a los demás como a nosotros mismos.

2 Corintios 5:17-20: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (18) Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; (19) que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. (20) Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Esto nos lleva a presentaros las dos últimas claves que os había preparado:

Clave decimocuarta. Practicar una religión o filosofía espiritual.

Para mí la única religión que proporciona felicidad, armonía, y, por añadidura, la vida eterna es el cristianismo, bien entendido y practicado.

Clave decimoquinta. Permitir que el Espíritu de Dios more en nosotros

Para que nuestro cuerpo sea Su templo (1 Corintios 3:16; 6:19) y así ser guiados por Él (Ro. 8:14), a toda la verdad (Jn. 16:13), y ésta nos hará libres (Jn. 8:31).

No hay felicidad posible, auténtica y duradera si no somos capaces de dar verdadero amor. De ahí que nos conviene recordar las palabras de Jesús: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. (35) En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:34-35). O bien la universal regla de oro:

Mateo 7:12: Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

Vivir en el Espíritu, significa que creemos de verdad en la Palabra, y obramos en consecuencia, haciendo todo lo que tenemos que hacer siendo conscientes que Dios está en nosotros.

1 Corintios 3:16: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Necesitamos tomar consciencia de que si el Espíritu no mora en nosotros (Ro. 8:9-17), no es posible dar Su fruto, que “es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-25).

Ser feliz requiere madurez para poder asumir y aceptar las contrariedades y sufrimientos que la vida conlleva, y también para aprender a gozar y apreciar los momentos agradables que también nos depara la vida. En definitiva, es necesario desarrollar virtudes como, la paciencia, templanza, prudencia, discreción, constancia, bondad, humildad, sensibilidad, sencillez, etc., que nos permitirán una mejor relación con los demás, y una mayor capacidad de gozar de las pequeñas cosas. En mi opinión, las claves para ser feliz son las cualidades y acciones personales que contrarrestan o solucionan las causas internas de infelicidad que citamos en el anterior epígrafe, y que expresamos a continuación.

Romanos 14:17: porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

El medio esencial para alcanzar nuestra meta de una vida más feliz, consiste en dejar que el Espíritu de Dios more en nosotros, porque de esta manera seremos guiados por Él (Ro. 8:14), a toda la verdad (Jn. 16:13), y ésta nos hará libres (Jn. 8:31). Y el Espíritu morará si aceptamos con fe Su Palabra, como un “Manual de Vida”.

5. Conclusión

Recordemos que la verdadera felicidad está en el servicio a los demás, eso es amar (Hechos 20:35). Pero el ser humano en su condición natural “no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios” (1 Co. 2:14), y no es capaz de amar altruistamente –porque el amor viene de Dios–, sino que, por el contrario, es egoísta, materialista y contencioso, y solo busca lo suyo. Sin embargo, todos, conociendo y obedeciendo el “Manual de Vida” que es la Biblia, podemos recibir por fe el Espíritu Santo, que nos transformará en nuevas criaturas en Cristo (2 Corintios 5:17), y, por tanto, seremos adoptados como hijos de Dios, “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. (18) Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:17-18).

Termino con unos hermosos textos de San Pablo:

Filipenses 4:4-9: Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (5) Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. (6) Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. (7) Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (8) Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. (9) Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.

Ser feliz no depende tanto de los demás, como de nosotros mismos, no tanto de lo externo como de lo interno; por tanto, lo que pretendemos es mejorar nuestra vida personal, obteniendo buenos y saludables hábitos de tipo físico, psíquico y espiritual, con lo que conseguiremos una vida más satisfactoria, al mejorar nuestra relación con Dios, con nosotros mismos y con el prójimo.

Sin embargo, a pesar de todo, hay una felicidad que nada ni nadie nos puede quitar, y es la de estar en paz con Dios, consigo mismo y con los demás; y es aquella a la que se refiere San Pablo, en el capítulo cinco de la epístola a los Romanos (5:1): “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.

Las Escrituras nos exhortan a estar gozosos, a regocijarnos, a sentir la alegría de la vida (Dt. 26:11; 1 Tes. 5:16-18).

1 Tesalonicenses 5:16-24: Estad siempre gozosos. (17) Orad sin cesar. (18) Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (19) No apaguéis al Espíritu. (20) No menospreciéis las profecías. (21) Examinadlo todo; retened lo bueno. (22) Absteneos de toda especie de mal. (23) Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (24) Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.

Estad siempre gozosos, orad sin cesar, dad gracias en todo…, pues de lo contrario puede que se apodere de nosotros, el malhumor, el tedio y la hipocondría.

Carlos Aracil Orts

www.amistadencristo.com


Referencias bibliográficas

*Las referencias bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera de 1960 de la Biblia, salvo cuando se indique expresamente otra versión. Las negrillas y los subrayados realizados al texto bíblico son nuestros.

Abreviaturas frecuentemente empleadas:

Las abreviaturas de los libros de la Biblia corresponden con las empleadas en la versión de la Biblia de Reina-Valera, 1960 (RV, 1960)

Bibliografía citada

(1) *Charla de fin de curso (16-06-15) presentada al grupo de mayores de la Primera Iglesia Bautista de Alicante.

(2) Dr. Pedro Tabuenca. “Goce de una Vida sana y feliz”. Editorial Safeliz. Madrid

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